Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 03 de Noviembre del
año 2011 - 1068
El Martes 1 de Noviembre los
diputados de la Comisión de Legislación Penal trataban un proyecto de ley para
autorizar el crimen del aborto libre hasta las 12 semanas del embarazo, o sea,
un permiso para matar un ser humano, que en los modernos aparatos de ecografía
se ve perfectamente formado, con su corazoncito latiendo y moviendo sus
extremidades, o sea, vivo.
Es todo un símbolo de la época:
los encargados de promover leyes que repriman el delito, se empeñan en aprobar
una ley que permite uno de los más atroces, el asesinato de un inocente en le
vientre de su madre, cometido por la madre misma, con la colaboración de
médicos que juraron defender la vida y cuyo primer axioma es el famoso:
"PRIMUM, NO LAEDERE" ("la primera regla es no dañar").
El indefenso y pequeño ser humano
es asesinado con la excusa de que él hace peligrar la vida de su madre cuando
la verdad es que siendo todo parto un riesgo de vida más o menos remoto, con
esa excusa se podría abortar a todos los nascituros.
De hecho, eso es lo que en
realidad está ocurriendo en un gran número de casos, porque los médicos
abortistas no tienen ningún inconveniente en certificar que un embarazo es
"peligroso para la salud de la madre" y abortar al niño en un
hospital público o privado bajo la exención de pena que establece el art- 86,
inciso 1ro, del Código Penal vigente desde 1922. (Nuestro país fue el segundo
país del mundo, después de la Unión Soviética, que aprobó esa ley inicua).
Mienten, por lo tanto, los
farsantes abortistas cuando dicen que quieren aprobar el "aborto legal,
seguro y gratuito" porque corren peligro las madres pobres que abortan en
clínicas clandestinas y porque hay muchos niños que son el fruto de una
violación.
Lo que quieren es una licencia
para matar apenas disimulada bajo con esos argumentos sofísticos. Se burlan del
5to. mandamiento de la Ley de Dios que dice: "NO MATAR" y por lo
tanto se burlan de Dios que lo ordenó, como si Él no conociera las miserias
humanas, como si no supiera que hay madres que después del placer sexual no
quieren las consecuencias y otras, que habiendo sido violadas (son mucho menos
numerosas que las que alegan haberlo sido), en vez de salvar el fruto de sus
entrañas y, si no lo pueden cuidar, darlo en adopción (hay miles de pedidos de
adopción en lista de espera), resuelven matarlo.
Dios sabe todo eso y no revoca la
orden de "No matar". Sólo está permitido matar cuando hay pena de
muerte (que aquí no hay) y por delitos aberrantes o en casos de guerra justa (y
en la menor medida posible) o en defensa propia. Nunca está permitido matar a
un inocente, aunque arda Troya.
Pero los abortistas son ateos y
quieren obligar a un pueblo de mayoría católica, mediante un sistema de
"representación" política fraudulento y una campaña de prensa
mentirosa, a hacerse cómplice por omisión de ese crimen horrendo.
La usurpadora presidencial finge
que se opone al aborto y para hacer más verosímil su pretendida oposición, una
de sus cómplices en la Comisión de Legislación Penal, Diana Conti, firmó el despacho "en disidencia" pero no
contra el aborto sino porque quiere que el proyecto nefasto se enmiende para
mantener la penalización para quien practique un aborto –es decir, el médico y
no la mujer– por fuera de los plazos y las excepciones establecidas en el
proyecto.
Sería una ingenuidad pensar que
esta mujer y su mandante son sinceramente antiabortistas. Llegado el momento
que políticamente consideren conveniente votarán a favor del engendro
legislativo. Ambas son ateas y su ideología izquierdista e inmoral (probada en
varios otros temas como el "homonomio", la "salud
reproductiva", la "educación sexual", etc.) no es contraria al
aborto, de manera que su actual tesitura es puro oportunismo.
* * *
Fui a la manifestación convocada
por un grupo antiabortista para el mismo Martes 1 de Noviembre frente al Congreso.
Llegué después de las 2 la tarde y pude ver que los antiabortistas habían sido
alejados por los abortistas a la cuadra que está entre Río Bamba y Ayacucho.
Los abortistas ocupaban la que estaba justo frente al Congreso. La policía
había puesto barreras en la esquina de Río Bamba y Rivadavia y no dejaba pasar
hacia el lugar en que estaba el otro grupo.
Tuve que dar la vuelta a dos
manzanas, pero cuando desemboqué en la esquina de Ayacucho y Rivadavia, un poco
antes de las 5 de la tarde, no vi más que banderas rojas, como las que estaban
en manos de los abortistas, y la cuadra estaba casi vacía, excepto unos pocos
individuos, algunos de los cuales jugaban al foot-ball.
Pensé que los antiabortistas se
habían ido (a pesar de que la convocatoria era entre las 2 y las 5 de la tarde)
y los izquierdistas habían ocupado ese espacio con sus banderas y algunos
militantes. Me había encontrado en el
camino con algunas señoras católicas que se retiraban de manera que pensé que
todo había acabado.
¡Lo que nunca me hubiera podido
imaginar es que las banderas rojas eran de los "católicos"! Y sin
embargo, así era.
La confusión creada era
inconcebible. En realidad, la confusión había empezado mucho antes ya que los
Señores Obispos, que deberían haber publicado una Pastoral colectiva condenando
la afrenta contra la Ley de Dios que significa el aborto, pidiendo la
derogación a la pena del delito de aborto del art. 86 del Código Penal y el
rechazo del muevo proyecto, nada habían dicho ni hecho.
La manifestación estaba convocada
por laicos que ni siquiera se llamaban católicos y la líder de la resistencia
es una diputada protestante, la Sra. Cynthia
Hotton quien, dicho sea de paso, usa argumentos puramente laicos para
oponerse al proyecto.
* * *
Lo que nunca olvidaré es el
espectáculo dantesco que ofrecía la concentración que propiciaba el aborto. Era
toda la izquierda rabiosa, con carteles del partido comunista revolucionario,
la CTA (sindicatos rojos), el partido socialista, el frente de izquierda, etc.
Era un bosque rojo habitado por hombres y mujeres patibularios, con las caras
transformadas por un odio que pedía sangre, en este caso de los inocentes niños
por nacer, pero que sin duda están dispuestos a derramar también la de
cualquiera que se les oponga. Por algo enarbolan esas banderas color de sangre
y por algo son acérrimos partidarios del asesino Fidel Castro y de todas las tiranías marxistas.
No eran más de 500, pero estaban
allí decididos a todo. Tuve la clara impresión de que si tuvieran que matar
para conseguir sus objetivos lo harían sin dudar un instante.
Si por algún milagro volviera a
reinar el Derecho en el país y consiguiera instaurarse un gobierno católico o
al menos, conforme con la ley natural, esa banda de criminales en potencia se
movilizaría para acabar con todo eso, sin respetar ni la moral ni la ley y
crearían un estado de guerra civil imposible de contener sino por la fuerza. Ni
qué decir lo que ocurriría si estando ellos en el poder, como lo están, hubiera
una reacción católica capaz de hacerles frente, la persecución más sangrienta y
en el menos malo de los caos, la guerra civil, serían inevitables y serían sin
cuartel.
Ese odio a muerte que tienen
contra niñitos inocentes, algunos de ellos hijos de sus mismas concubinas y
meretrices, lo tendrían multiplicado por mil contra los defensores de la Fe, de
la Moral y de la Justicia. Odio a muerte, como ya se ha visto muchas veces en
la Historia desde que Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado, víctima de ese
mismo odio.
Esos criminales son hijos de
Satanás y como él, asesinos y mentirosos: "Vosotros tenéis por padre al
diablo -dijo el Divino Maestro- y
queréis cumplir los deseos de vuestro padre. El es homicida desde el principio
y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él; cuando dice mentira,
habla como quien es, por ser de suyo mentiroso y padre de la mentira" (S.
Juan 8, 44)
Si nosotros amaramos a Dios con
una intensidad que fuera al menos la mitad de la intensidad del odio que estos
perversos Le tienen, seríamos santos.
Sin embargo, no debemos
resignarnos a no amar a Dios y a Su ley con la misma fuerza que ellos odian.
Pero no seríamos sinceros en ese propósito si no nos organizáramos para
combatirlos de una manera debidamente proporcionada a su decisión de acabar con
los niños inocentes y con nosotros.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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