Por el Lic. Jorge
P. Mones Ruiz
En su nota “Candombe en
Angola” publicado en la Edición Nro. 3214 del medio informático NOTIAR del
jueves 24 de mayo del corriente, el destacado periodista y amigo Humberto
Bonanata (a quien pido disculpas por utilizar su frase como título de
este artículo) alerta dramáticamente sobre la crítica, cuando no tensa,
situación por la que atraviesa la Argentina.
Advierte sobre posibles e inminentes
escenarios no deseados (“…Ese “olor a ozono” que percibían
los españoles en 1935, un año antes del horrendo enfrentamiento
fratricida...¿Olor a ozono?, ciertamente es el olor a tierra mojada que
comentan en el campo cuando el clima precede una tempestad. Así vivimos los
argentinos frente a la República otra vez perdida…”). y reproduce
un sabio comentario que le hiciera un ex diputado radical: “…ya
no los salvarán los milicos como en 1955 y 1976…”
No puedo estar más que totalmente de
acuerdo con esta última aseveración. Las Fuerzas Armadas de la Nación hace
tiempo que dejaron de ser “un Partido Militar” con un rol "preservativo"
(¿se entiende?) de democracias con muletas, convocadas siempre por
alguno de los partidos tradicionales y otras expresiones de la sociedad
argentina. Hoy, los cuarteles no
tienen más puertas para ser golpeadas ni orejas verde olivas para ser
calentadas. ¡Con más de 1100 presos políticos (militares, gendarmes, prefectos, policías, penitenciarios y civiles), de los cuales 160 murieron
en cautiverio!, ¿cuántos “milicos” estarán dispuestos a ser
cómplices de la corrupción del régimen y eventual represión para luego ir presos por “cumplir
órdenes”? Supongo que no están entre sus intenciones desempeñar o asumir nuevamente roles "preservativos".
Avizoro, con angustia y pena, sólo una misión para “los
milicos”: levantar cadáveres al final de la "jornada". Macabra
logística, que le dicen. Así las cosas, la sociedad
enfrentará una situación inédita en la historia de nuestro país. Ya no hay más
“Cincinatos” (en el año 439 a.C. la libertad de Roma estaba en peligro y
amenazada, y los senadores pensaron que sólo un dictador podía salvarla. Eligieron y convocaron entonces a Lucio Quincio Cincinato -viejo y retirado general dedicado a labrar la tierra-, y él
restauró la República)
Y esa “tempestad”, que predice Bonanata, viene
asomando sobre una nación que ya no es república. ¿O acaso alguna de sus
instituciones existe o funciona como tal? Entonces es previsible el colapso que
viene perfilándose como corolario de esta anarquía encubierta, o no tanto.
Termina el articulista, “…Que un
viento de fronda cívico nos despeje el olor a ozono y que nunca
más corra sangre entre argentinos…”, concepto que también
comparto plenamente, pero temo que sólo sea una mera expresión de deseo.
Es que “los jóvenes idealistas y progresistas” destaparon la caja de Pandora.
Fuerzas siniestras (en
ambos sentidos de la palabra) ya no están en la selva tucumana ni en la clandestinidad urbana… están
en el Poder y no se irán por decretos o solicitadas. Tampoco por medio de los votos. Viejos
y nuevos “mocosos estúpidos e imberbes” (diría el General Perón) se apropian de
las arcas del Estado, de nuestros bienes y ahorros, robándonos además nuestras
ilusiones y comprometiendo el ser nacional. La caterva “institucionalizada” en
el poder resistirá y enfrentará a una ciudadanía agobiada por el autoritarismo
totalitario e indignada por la falta de justicia y el imperio de la corrupción,
pero que solamente (y esto es lamentable) se movilizará cuando comience a hacer
metástasis su “víscera más sensible: el bolsillo”. Y en ese proceso
parece que avanzamos.
¡Pero qué mal que estamos! Pensar
que Lope de Vega, en su obra teatral Fuenteovejuna, legitima el levantamiento del
pueblo contra el abuso de poder del
Comendador Fernán Gómez de Guzmán y la falta de Justicia. Los Reyes Católicos entendieron y justificaron la causa y el efecto de la rebelión.
Nosotros, en cambio, quizás respondamos como en Fuenteovejuna, “todos a una”, pero por otras razones: los aumentos de precios de la
yerba, el pan, el colectivo, la luz, el gas, los medicamentos, el asadito, el "blue" *, etc.
Y quizás entonces “comendadores” y “comendadoras” tendrán que rendir cuentas de sus
latrocinios.
Vale, pareciera, la sentencia de Bill
Clinton: “Es la economía, estúpido”.
Solemos decir que podemos perder o que
hemos perdido el “tren de la historia”.
Pero la Historia es “Maestra de
la Vida” (Marco Tulio Cicerón) y “Madre de la
Verdad” (Cervantes), y por ello es que, como toda buena maestra y buena
madre, siempre brinda segundas oportunidades. Pero el problema no es
que los argentinos hayamos perdido el tren de la historia, pudiendo abordar el siguiente (otra oportunidad).
El problema es que aún no sabemos, siquiera, dónde está situada la Estación del
Ferrocarril para abordarlo.
Así nos fue … y así nos va ... ¿cómo
nos irá?
NOTA DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA:
* "BLUE": En referencia al valor del "dólar negro", "no oficial", que se adquiere en las calles y en el mercado, surgido en 2012 a raíz de las restricciones a la compra de dólares estadounidenses impuestas por el Gobierno
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