Por Ricardo Díaz
Música es el arte de combinar los sonidos. Como podemos ver en esta definición, es necesario que los sonidos estén combinados, sino no hay música y sí, en cambio, una desagradable sucesión de sonidos, es decir, ruido.
Quiere decir entonces, que cuando compongo un tema musical, las sucesivas notas deben combinar unas con otras de tal forma que surja una melodía.
Y aquí tenemos el primer elemento, de los tres principales que componen la música: la melodía.
El segundo elemento principal es la armonía, que resultará de la adecuada combinación de las notas y los correspondientes y adecuados silencios.
Pero todo esto debe tener un ritmo. He aquí el tercer elemento principal para que exista este arte llamado música.
Y todo apuntando a una finalidad: la de lograr una composición musical agradable a los oídos. De lo contrario no se entiende, o no queda muy claro, la finalidad de la realización de algo que resulta muy desagradable y agresivo a los oídos.
Respecto de la instrumentación sucede lo mismo. Si equis tema va a ser ejecutado por un conjunto o una orquesta, debe hacerse con un buen equilibrio entre los distintos instrumentos.
Si prevaleciera, por ejemplo, la percusión, no se captaría fácilmente o quedaría en un segundo plano la melodía. Y si, al contrario, prevalecieran todos los demás instrumentos por sobre los de percusión, no se percibiría muy claramente el ritmo. Es decir, entonces, que también en la instrumentación debe haber armonía.
Ahora bien, de todos los géneros musicales, hay algunos que parecieran no respetar mucho todo lo apuntado hasta aquí respecto de la música. Y uno, especialmente, y muy notoriamente, es el rock. No todos los estilos de rock pero, en general, suelen no estar bien combinadas las notas ni bien equilibrada o ajustada la instrumentación.
En este género suele prevalecer la percusión por sobre todos los demás instrumentos, con lo cual pasa el ritmo a ser el principal y casi único elemento de los tres que componen la música. Por lo tanto en este género, muchas veces, falta armonía en la composición y también en la ejecución.
Sé que si algún joven lee este artículo, me va a mandar a la m… pero las cosas son como son, y fueron así durante siglos. Lo que pasa que ese hipotético joven no sabe que el orgulloso, impiadoso y ensoberbecido hombre del siglo XX, revolucionó todo lo que venía siendo durante milenios y, creyéndose como Dios, se volcó a crear, a innovar, poniendo patas para arriba todo lo ya creado anteriormente, y, en muchos casos, en nombre de una muy mal entendida libertad.
Pero no es correcto, y jamás se debió permitir, que nadie cambie lo que venia siendo bueno justo y verdadero, y en consecuencia, una vez más, en esta revolución, tanto en la música como en la pintura y en la cultura en general, la perjudicada es la verdad. La verdad de las cosas, que, como aquella otra Verdad, es silenciada, despreciada y, finalmente, crucificada.
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