Por Carlos Manuel Acuña
La renuncia de Raul Garré, cordinador del cuerpo de
asesores de su hermana Nilda -ministro
de Defensa- sindicado como responsable material del decreto que redujo los
salarios del personal de la Prefectura Naval y de la Gendarmería Nacional -es
insuficiente para iniciar un proceso de corrección en el grave problema
desatado. A la inversa, el anuncio conjunto del jefe de gabinete -Abal Medina- y del ministro de Economía
Lorenzini negando los aumentos
solicitados, puede compararse con un acto de echar leña al fuego, sobre todo al
tratar de derivar el problema hacia una maraña de funcionarios y ex
funcionarios que estarían comprometidos desde hace mucho en maniobras de todo
tipo relacionadas con los haberes correspondientes a las distintas fuerzas. El
eje argumental fue suministrado en gran medida por Horacio Verbitsky en un artículo publicado sobre el filo de esta
parte de los hechos, en Página 12. Redondo y significativo, que recuerda el
viejo comentario adicional de "Dios los cría y ellos se juntan".
Lo ocurrido alimentó más todavía
la crisis que generó la reflexión periodística y casi elemental: si el
conflicto comenzó a formarse años atrás ¿el kirchnerismo no lo pudo
detectar...?
En realidad podrían llenarse
páginas y páginas alrededor de este asunto, hijo por un lado de la improvisación
y por el otro de la incompetencia para administrar, pero además -y esto es lo
más importante- constituye la incapacidad por vislumbrar la profundidad de un
problema de alcances inimaginables para este oficialismo dedicado a amedrentar
todo o casi todo lo que lleve uniforme y represente el orden o la defensa
territorial. Así parece entenderlo el joven oficial de la Gendarmería que en
Salta y en la localidad provincial de Orán -la misma donde en los años 1963 y
1964 hubo que desplegar la operación Santa Rosa para batir el primer intento
armado con oficiales cubanos- decidió ponerse al frente de la protesta y
declarar que las remuneraciones que perciben los gendarmes son ridículamente
insuficientes.
El numen del conflicto aparece
ahora en toda su desnudez signado por un ideologismo que, para definirlo con
pocas palabras, es la continuidad de la Guerra Revolucionaria bajo distintos
parámetros, pero con el agregado de una exacerbación del resentimiento
encastrado en un oficialismo que debería gobernar y no sabe cómo hacerlo ¿A quién
se le ocurre hacer una rebaja general de haberes en momentos como los actuales
-digamos que en cualquier momento- que ha colocado a suboficiales en la
condición de deudores de la Fuerza a la que sirven...? Es tan insólito lo ocurrido
que entonces cabe preguntarse si no hubo intencionalidad en generarlo y que
como todo lo que hace este gobierno, le salió mal y se le escapó de las manos.
También con esta parte de lo que
comentamos podríamos escribir un ensayo que abarque extremos tales como la
fábula trazada alrededor del forzado triunfo electoral de Chávez en Venezuela y
su presunta influencia en la región y en especial en la Argentina, pero
dejaremos que los acontecimientos hablen por sí solos, que descubramos
naturalmente los interrogantes que rodean a esta información que utiliza la
propaganda, que es la misma que no reconoce otros entretelones de la situación.
Una situación que muestra el
agotamiento de toda una estructura partidaria, de todo un andamiaje político
que se muestra ignorante de lo que sucede en el mundo y que asiste impávido a
la disminución del poder de las naciones para definir su propio destino y la
defensa de sus intereses. Esto que parecería formar parte de un discurso de
circunstancias, está referido a la gravedad de lo que nos acontece. Se
desguarnecen las fronteras por donde transita el narcotráfico como por su
propia casa y la inseguridad interna lleva una estadística de muertes que
superan las ocurridas durante la guerra setentista.
¿Lo sabrá la estructura de
Inteligencia que hoy domina en la Fuerza más extendida y numerosa de nuestro
agredido sistema militar? Lo preguntamos porque como complemento de esta crisis
ahora circulan informaciones que no aparecen sueltas y se muestran documentadas
acerca del malestar que produce el sector dominante en el Ejército, sus
vínculos comerciales con Nilda Garré,
los favoritismos que se han creado y operaciones singulares que merecen un
tratamiento exhaustivo y por separado. En la práctica, se trata de un verdadero
combo de problemas que se concatenan entre sí, que se extiende por una red de
inteligencia interior prohibida expresamente por la ley y los reclamos por los
haberes que expresan los suboficiales y los retirados, sin excepción. Junto con
la Policía son varios temas que en realidad se convierten en uno solo y se
resumen en la incapacidad política por resolverlos, en la incultura y falta de
formación para entender la gravedad de lo que acontece y por ende en la
imposibilidad de enfrentar un proceso que no aceptamos como irreversible: la decadencia
absoluta y progresiva.
Hace unas horas se identificaron
quienes organizan la marcha multitudinaria del próximo 8 de noviembre. Se
autotitularon como la perseguida y mayoritaria clase media argentina que los
políticos quieren conquistar para el día de las elecciones... para olvidarla
después del cierre de los comicios. Durante la marcha, se solicitará la firma
de centenares de miles de argentinos con un contenido puntual y abarcativo de
la mayor crisis que ha soportado y soporta la Argentina moderna. El petitorio,
el documento o como quiera llamársele, no podrá ser desconocido por las
autoridades a quienes les será entregado para que resuelvan de una vez por
todas. Será, a no dudarlo, un acto perentorio y hasta dramático que quedará
registrado por la prensa libre de todo el mundo, pues marcará una realidad que
es motivo del asombro que produce un país como el nuestro que puede satisfacer
el hambre del futuro y las necesidades energéticas que generan las nuevas
tecnologías que deseamos compartir junto con la libertad. Si lo logramos,
apagaremos el fuego de la discordia crudamente expuesto con el caso de los suboficiales
que recién empieza.
Vayamos ahora a algo por demás
importante y que nos llegó al cierre de este comentario. Ayer, los médicos que
asisten a Cristina W. Fernández de
Kirchner le dijeron -hay testigos- que ya no pueden suministrarle la
cantidad de fármacos que consume. Lo hace para levantar el ánimo y luego, toma
otros para disminuirlo en busca de un equilibrio que se muestra tan esquivo
como la realidad que no ve. Sus presentaciones públicas son cada vez más
convincentes de su afección que cuenta con una recua de cómplices convertidos
en aplaudidores y aduladores que se estimulan mutuamente sin ponerse colorados.
No hace mucho nos referimos a este asunto y a las consecuencias políticas que
incorpora al complejo escenario argentino. La recomendación médica consiste en
una licencia, pero el caso es que Boudou
(Amado) carece de las condiciones
morales y políticas para asumir la presidencia de la República.
Tal como lo subrayamos en su
momento, el caso es de difícil resolución. La tercera persona en el orden
sucesorio es la senadora Rokjes de
Alperovich, mujer del gobernador de Tucumán, también acusado de serias
irregularidades.
Como es fácil apreciar, el
horizonte de los políticos y con las excepciones del caso, se muestra difícil.
Se trata, por cierto, de un panorama que comprende varios elementos
substanciales y simultáneos. El devenir argentino aparece como un desafío.
Cristina -tal como lo hizo Néstor-
podrá desatender los consejos médicos por más terminantes que sean y,
obviamente, ella es artífice de su destino.
Hola muy buen artículo y muy completo en cuanto a información de crucial importancia. Yo no descartaría otra cuestión que pienso tratarla en mi blog, sobre todo por el comentario de Cristina en la cadena nacional de ayer, donde dijo que le causaba una cierta envidia el ejército venezolano moviendo las banderas por el triunfo de Chávez. En tal sentido, yo no descartaría que si Cristina viera amenazada su permanencia en el poder, pidiera ayuda al ejército bolivariano... ¿Estoy equivocado? Saludos.
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