NOTA DEL DIRECTOR DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA- EMILIO NAZAR KASBO:
Señalamos aquí las principales discrepancias con el autor de la nota (Carlos Belgrano) y el
contenido de la misma, que a continuación se transcribe textualmente. Reiteradamente he expresado que las notas del Sr. Carlos Belgrano se transcriben por su contenido periodístico, y no porque se comparta en un todo las opiniones vertidas por el mismo.
Es cierto
que la Argentina ha dado al mundo “genios”, pero existen muchísimos más
relevantes que los mencionados por el Sr. Carlos Belgrano en el segundo párrafo
de su nota. Los “genios”, sabios, héroes y santos son siempre una selecta
minoría, aun entre un pueblo donde todos lo fueran habría una pequeña minoría
que descollaría por sus características. Por otra parte, las “genialidades” son
sólo un tenue reflejo de la Inteligencia y Sabiduría de Dios, a quien se ha de
agradecer y alabar por ello.
El Sr. Belgrano omite que el “Patriotismo” criollo
se despertó ante las frustradas Invasiones Inglesas, y luego ante la caótica
situación de España gobernada por Reyes que no estuvieron a la altura de las
circunstancias, y sobre todo alejados de los modelos de prudencia y santidad. Y
no olvidemos el Motín de Álzaga, por ejemplo. Los americanos en general y los
argentinos en particular no “nacimos a la libertad”, ya que nunca fuimos
colonia como los de yankilandia, sino que nos independizamos por adquirir una
madurez justificada por las circunstancias. No podemos imitar (y mucho menos envidiar) a EEUU, simplemente porque no somos USA, sino hispanoamericanos. La libertad yanqui es la propia de
la Revolución Francesa, la libertad del libertinaje y el abuso, del liberalismo
y la avaricia, la libertad “democrática” de explotar a los débiles y de ser
obsecuentes con los fuertes, y los latinoamericanos nos encontramos siempre a
un abismo de esa “libertad” delictiva.
No hubo un “plan libertario” como
pretenden los masones, sino un plan independentista para conformar la Gran
Federación Hispanoamericana. San Martín no fue agente británico encubierto, y
mucho menos fue masón ni cumplió con mandatos masónicos. El desprecio masónico
por la gesta independentista sanmartiniana de Chile y Perú es una muestra de
ello. La independencia de las naciones Hispanoamericanas jamás pretendió ser la
creadora de países independientes en pugna interna, sino que buscaba configurar
un bloque de resistencia a los males extranjeros, respetando las identidades
criollas locales, fruto del mestizaje hispano en las poblaciones americanas.
Fueron los ingleses los que masacraron a los indios, mientras que los españoles
se mestizaron. Así, San Martín no sólo recibe el título de “Padre de la Patria”,
sino también de Libertador por su gesta independentista. Mientras que Rivadavia
fue un gran traidor socio de las empresas mineras británicas, el Infante
Brigadier Don Juan Manuel de Rosas quiso negociar con el Foreign Office de
Londres para que éste reconociera la soberanía argentina sobre las islas, en
una estrategia denominada “finta” en el lenguaje técnico actual (que vulgarmente
podríamos denominar un “amague”), sin intención alguna de ceder la Soberanía.
Finalmente, su exilio en Inglaterra, al igual que el exilio de San Martín en
Francia, muestra el reconocimiento que otorgan los enemigos de la Patria a los
verdaderos patriotas y prohombres, un reconocimiento inexistente en estos pagos…
impagos.
Mitre a su vez fue un dañino masón que hizo ingresar a los Federales bonaerenses
en la Constitución de 1853, y fue esa su principal traición. Mientras tanto,
los yanquis tenían su guerra de secesión, anexando y comprando territorios
gracias a la ambición exasperada de la que siempre hicieron gala. El General Juan Domingo Perón a su
vez, tuvo buenos instructores y maestros, conformó el grupo golpista GOU (Grupo
de Oficiales Unidos), y asumió funciones de gobierno en un golpe de Estado
militar como cómplice del mismo, tras haber tomado contacto con el fascismo histórico
en su apogeo italiano, el cual trató de imitar en Argentina; sus aciertos y
errores corrieron por su propia cuenta, siendo un fenómeno particular de
nuestro país.
Sabemos perfectamente quiénes somos y hacia dónde vamos: somos un
pueblo patriótico de inspiración católica, somos nacionalistas católicos, y el
Catolicismo es nuestro origen, raíz y esencia en un Bautismo imborrable aun por
la apostasía de los gobernantes.
No hay ambivalencia alguna: un pueblo
cristiano no puede más que implementar de algún modo la Doctrina Social de la
Iglesia en pos de la Justicia Social, y tratar de vivir conforme la moral y la espiritualidad del Evangelio
que la Iglesia Católica transmite, siendo una muestra de ello las grandes
peregrinaciones a los centros marianos del país, en particular a la Basílica de
Luján.
Mientras tanto, en nuestro país se llama democracia a votar a perfectos desconocidos
cada dos años en elecciones fraudulentas, quienes mienten a todos gracias al acceso que
tienen a los grandes medios de comunicación de masas, permitiéndoles la gran
estafa pública electoral.
El problema no es "peronismo-antiperonismo", ni "peronistas vs. radicales", ni "kirchnerismo vs. toda la oposición" (que es el resto de la población), ni de nada que se parezca a estas divisiones artificiales. el problema es teológico: con Cristo o contra Cristo.
Se repudia, lógicamente, todo lo malo que las fuerzas
antipatrióticas han pretendido y pretenden instaurar en el país, y el único
modo de desembarazarse de falsos dilemas es asumiendo partido por el Bando de
Jesucristo enseñado por San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales.
Por Carlos Belgrano
Compatriotas:
Ignoro si alguien abordó este
ítem, antes de ahora, pero de cualquier forma haré mi apreciación al respecto.
Esta bendita Argentina ha
procreado genios como Houssay, Leloir, Milstein, Borges, Favaloro, Saavedra
Lamas, Lugones, Frondizi, Cortázar, e incluso grandes talentos en el terreno
deportivo como Fangio, Ginobili, Maradona, Messi y muchos otros.
Lo que demuestra que nuestras
mejores dotes, han sido aportadas, como decía Carlyle, por las grandes
individualidades, que como en cualquier latitud, han sido las forjadoras de la
historia.
Sin importar el período de
nuestro pasado, que elijamos al azar, al Pueblo de cada época, ha sido
embargado por sus emociones, que infortunadamente siempre superaron con creces
a las de la razón y el sentido común.
Los Padres Fundadores de Estados
Unidos, instrumentaron su separatismo de la Inglaterra de Jorge III, por
estrictas razones tributarias, cuando de manera inconsulta se les incrementó el
impuesto al té.
Inexplicablemente, casi treinta y
cinco años después, aquí en el Rio de la Plata, recién a los Criollos, se les
despertó el Patriotismo.
Muchos justifican ese letargo,
porque las noticias viajaban a lomo de caballo, pero nada de ello es cierto, ya
que hasta la creación del telégrafo, mucho después de eso, las novedades
siempre eran lentas, pero la esencia de las cosas se transmitía con la
velocidad que se requería, cuando la voluntad era la infatigable compañera y
aliada de la convicción.
Nacimos hacia la libertad sin un
propósito específico, aprovechando la vacancia monárquica en la lejana España.
Con un plan libertario, diseñado
por San Martín, que aunque duela y mucho, era junto a O'higgins y Alvear, un
agente británico encubierto; reclutado junto a los preindicados por Miranda en
Londres para dichos fines.
La libertad de Chile y del Perú,
la estudiamos cuando niños como una gesta heroica, cuando en verdad fue una vil
canallada.
A lo largo de los siglos,
Emperadores y Reyes, pugnaron para anexar más territorios a sus fronteras
interiores, no a cederlas graciosamente a sus vecinos.
El Señor Hitler comenzó una
guerra que costó más de cuarenta millones de muertos, por una insignificante
ciudad portuaria como Danzig, que en 1939 era polaca, pero tenía una población
en su mayoría de habla germánica.
Nosotros pusimos todos nuestros
recursos y hombres para privarnos voluntariamente de contar como territorio con
un litoral marítimo bioceánico.
La categoría brindada a San
Martín como "Padre de la Patria" fue y es a todas luces un absurdo,
pero se extendió en el tiempo y en el espacio, porque para una inmensa mayoría
de Compatriotas, la ausencia voluntaria de un revisionismo, mantiene al
"Santo de la Espada" como una suerte de intocable, y es éste el
primer acápite, la primera pista de esta fisonomía errática tan Argentina.
Infortunadamente hubo otras, que
deberán de leerse en la misma sintonía que la anterior.
Juan Manuel de Rosas, que en su
mocedad fue mayordomo en las estancias de sus primos los Anchorena, negoció
secretamente con el Foreign Office de Londres, entregar las Islas Malvinas,
para cancelar la enfiteusis, contraída por otro Gran Traidor como el mulato
Rivadavia.
Esa curiosa propuesta, finalmente
entusiasmó a los Ingleses, quienes las tomaron sin pagar nada a cambio.
Su refugio en el Consulado Inglés
de Buenos Aires, su escape en la fragata "Conflict", su apacible
exilio y posterior fallecimiento en Southampton, demuestran sobradamente que el
culto a su personalidad, que inveteradamente le han rendido los sectores
Nacionalistas, ha sido simplemente un supremo desatino.
Bartolomé Mitre, emulado como una
"Vaca Sagrada" por los sectores más Conservadores, de todas las
épocas, fue y es otro falso ícono de nuestro desaguisante pasado.
Sin ninguna experiencia militar,
salvo la "carnicería" de Pavón, cuando ordenó pasar a deguello a
todos los prisioneros entrerrianos y santafesinos que cayeron prisioneros, por
un acuerdo tramado por la Gran Masonería Brasileña y Argentina, se lo designó
Comandante en Jefe de los ejércitos que invadieron el Paraguay.
Esta directiva masónica fue
nuevamente la que nos impidió proyectarnos para "repartirnos" con
Solano López, todo el Imperio del Brasil, imposibilitándo que la Bandera
Nacional hondeara en Rio de Janeiro, si nos hubiésemos aliado con el dictador
Paraguayo.
Para 1865, en menos de cincuenta
años de nuestra trashumante historia, perdimos la soberanía sobre Chile, Perú,
Bolivia y Uruguay, que militarmente habíamos ganado con todo derecho.
Con Mitre perdimos algo peor que
todo lo anterior, esto es, la posibilidad de erigirnos como la mayor potencia
de la América del Sur.
Renunciamos voluntariamente a
equipararnos a los Yankees, en todo cuánto ellos conquistaron, cuando anexaron
a su territorio a Florida, Arizona, California; Lousiana, Nuevo México, Texas y
Alaska.
Pudimos ser igual ó incluso mejor
que ellos, pero naufragamos en lo profundo de nuestros mitos.
Roca, a quien tanto lo denostan
estos "zurdos de almacén" como Pigna y tantos otros advenedizos, por
la matanza de indios, injustamente por cierto, ya que a la mayoría de los
cautivos en la Conquista del Desierto, se los remitió a Buenos Aires, para que
se incorporasen a la servidumbre de muchas casas porteñas, cometió otro grave
yerro en su política de Estado.
Al repartir enormes latifundios
en el sudoeste y sudeste de Buenos Aires, la totalidad de La Pampa, y gran
parte de la Patagonia a menos de cincuenta familias adineradas de entonces, que
luego se conocerían como la "oligarquía vacuna", como Los Menéndez y
los Braun en el Sur, los Martínez de Hoz, los Guerrero, los Peralta Ramos, los
Unzué, los Duhau y los Santamarina en Buenos Aires.
Fue todo ello, un desgraciado
asunto, ya que tuvo a su alcance la posibilidad de forjar miles de minifundios,
que de haberse así diagramado, hubiesen espontáneamente gestado una
"burguesía campesina" tan descomunal como arrolladora, evitándo el
hacinamiento urbano de tantos inmigrantes que en aquéllos años, arribaron por
cientos de millares sin destino, salvo el de los "conventillos".
El surgimiento de los
"populismos", se habría retardado por décadas ó simplemente no
hubiesen existido.
Juan Perón, que surgió a la
popularidad por haber sido "ungido" por el Departamento de Estado
Norteamericano, como un acicate estratégico a la comunización del sindicalismo
de la post guerra, tal vez hubiese transcurrido como inadvertido y acaso nunca
jamás hubiésemos conocido acerca de su existencia, si las grandes urbes como
Buenos Aires, Rosario y Córdoba, no hubieran tenido tantos "cabecitas
negras", postergados en sus anhelos de bienestar.
Como el Radicalismo en las dos
primeras décadas del siglo XX, el Peronismo no fue más que la corporización del
anatema de nuestra historia.
Todo lo que padecemos hoy en día,
por tantos desencuentros entre Argentinos, no es más que la ceguera que todos
tenemos al desconocer como enfrentarnos a un pasado tan ineluctable, que
momificó nuestra potencialidad, nuestra riqueza extrema, nuestra prodigalidad,
nuestro desenfado y desde luego nuestra vanidad, que nos ha otorgado ese estúpido e
injustificable ego.
Llevamos en nuestro genoma
nacional, la ambivalencia de ignorar quienes somos en realidad.
Repudiamos estas vulgares formas
de gobierno que nos legó la Democracia, pero ignoramos como desembarazarnos de
ellas.
Ésa es...
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
ARGENTINA.
Atentamente Carlos Belgrano.-
lacuchillanacional@yahoo.com
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