Por Dr. Mariano N. Castex (*)
Porque creo en los derechos
humanos para todos, es que escribo estas líneas. De documentación oficial que
puede solicitarse en El Cronista y que no se ha podido incluir por razones de
espacio, surge la prueba indiscutible de que en mi patria, en nombre de tales
principios, prostituyéndolos, un grupúsculo que ha tomado posesión de algunos
tribunales “especiales” administra venganza y no justicia.
Todos aquellos que creemos en las
libertades individuales y que fuimos víctimas del gobierno de 1976 no estamos con
lo primero, si no con lo segundo.
Queremos que se condene a los
violentos, sin discriminación alguna. Queremos que actúe una justicia que no
discrimine porque si esto acaece como en efecto ocurre, es el fin de una
Justicia con letra grande y el óbito de una real democracia. Argentina hoy más
que nunca clama por paz, concordia y diálogo. Hace escasas semanas un ex
gobernador del gobierno militar, nonagenario, vio revocada su prisión
domiciliar y trasladado a una cárcel común, luego de una farsa vergonzosa.
Hasta se le tomó indagatoria estando en unidad de atención intensiva. La
consecuencia fue su óbito. Una muerte anunciada por los forenses
independientes, un homicidio silenciado por quienes manipulan sin pudor alguno
la tragedia argentina de la década del setenta. Ibérico Sain Jean fue asesinado
in obliquo por el Tribunal Oral Federal de La Plata.
El informe anexo que está en la
redacción de este diario, fue presentado en 2011 y además de coincidir con
todos los forenses que participaron de la Junta, reiteró otros dictámenes
previos por otros profesionales de igual categoría, juntas todas de las que se
participó quien estas líneas firma. Quien esto escribe, preso en los finales de
la década del proceso militar, a lo largo de casi dos años, experiencia claramente
referida en las páginas del ensayo El País del Minotauro, no es posible
silenciar esta reciente aberración acaecida en nuestra “democracia” ante la
“Historia”, ya que esta va a reclamar algún día la verdad de cómo se manipulan
los derechos humanos en nombre de la Venganza, pisoteando así a la Justicia. El
Tribunal hizo caso omiso de la prevención, designó a dedo a “especialistas” que
“convenían” basureó a los forenses oficiales –hasta los denunció ante la Corte
Suprema de la Nación, y dió la razón a una especialista en epilepsia (una
suerte de Madame Kollontai contemporánea), maltrató a un anciano indefenso,
revocó la prisión domiciliaria y lo sepultó en la cárcel de Marcos Paz. En
pocas palabras lo llevó, “carente de la capacidad para estar en juicio” a un
cadalso, sabiendo cual era la situación del geronte. Se justifica esta nota
porque testigos que hablen quedan muy pocos, ya que reina el miedo y en el
futuro los archivos y la escasa prensa independiente que queda deberá hablar.
Aún cuando no estemos de acuerdo en muchas cosas, respeto las ideas y me
dejaría matar por los derechos humanos, ya que fuí víctima de su violación en
tiempos del proceso militar. Pero los derechos son para todos sin distinción y
por ellos desde uno y otro bando pelearon no pocos en la década aquella.
Ibérico S. Jean era un caballero, un soldado en una guerra que él no declaró y
un pensador que no vaciló en enfrentar al presidente Lanusse, yendo al retiro,
por defender la ley. Endosarle gratuitamente crímenes aberrantes que acaecieron
en esa época en jurisdicciones en las que no tenía responsabilidad alguna,
mientras se mira para otro lado ante otros asesinatos causados por la
guerrilla, no deja de ser fruto de la ignorancia y de una perversa
arbitrariedad, ya que era archisabido que el ejecutivo provincial no tenía
jurisdicción alguna sobre la lucha contra la insurgencia –potestad reservada en
forma exclusiva al Ejecutivo Nacional-.
Que su muerte y otras muchas de
las que no se habla por temor, sea un llamado de atención para que de una vez
por todas cese el carnaval instaurado por la venganza y que la Justicia vuelva
a brillar en el suelo argentino que clama por PAZ, así, en letras grandes.
Pienso que algún día lograremos esa paz y entonces exista un único monumento
que conmemore a todos aquellos que desde los más diversos ángulos lucharon y
murieron por sus ideas en pro de una Argentina mejor y más justa.
(*) Perito médico y psiquiatra en
Causa 2955/09 NUEVA EVALUACIÓN PSICOFISICA Ciudadano Ibérico Manuel SAINT JEAN.
Artículo publicado en EL CRONISTA
de la ciudad de Chascomús.
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