El pensamiento del Obispo Mons. Richard Williamson
Seguidor de Mons. Marcel Lefebvre, impulsor de la Causa
San Marcelo
Número CCXCIII (293) 23 de
Febrero de 2013
Hace cuatro semanas los “Comentarios Eleison”
contestaron afirmativamente a la pregunta sobre si el liberalismo es tan
horrible como se supone que es: implícitamente el liberalismo es la guerra
contra Dios. Quedaba la pregunta sobre si los muchos liberales que niegan ser
liberales están en lo cierto cuando lo niegan. La respuesta es seguramente que
todos nosotros hoy estamos tan inmersos en el liberalismo que pocos de nosotros
nos damos cuenta hasta que punto lo somos.
El liberalismo en su sentido más amplio es el
hombre que se libera a sí mismo de la ley de Dios, lo que un hombre hace cada
vez que comete un pecado. Luego en este sentido más amplio todo pecador es un
liberal y así quienquiera admite que él es un pecador debe admitir que es un
liberal en este sentido amplio. Sin embargo, una cosa es romper la ley de Dios
mientras uno sigue admitiendo que Dios es Dios y que su ley es su ley. Tal
pecador es solamente un liberal práctico. Es cosa muy diferente romper
la ley de Dios a la par que uno va negando que Dios sea Dios o que su ley sea
su ley. Tal liberal en principio encarna el liberalismo de los tiempos
modernos.
Entra en escena con la Revolución Francesa de
1789. La carta magna de esa Revolución, la Declaración de los Derechos
Humanos, fue efectivamente una declaración de la independencia del hombre
frente a Dios. De ahora en más, aún cuando cualquier hombre obedeciese a la ley
de Dios, lo haría sólo en virtud de su propia elección y no en virtud de la
obediencia a cualquier mandato o mandamiento de Dios. En esa aparente
obediencia él no estaría comportándose como un liberal en la práctica, pero en
el fondo, en todo lo que él haría, sería un liberal en principio. Este es el
liberalismo moderno del cual los Católicos de hoy acusan a menudo a sus
adversarios. ¿Acaso estos adversarios tienen razón como para negar casi en
todos los casos ser liberales? Subjetivamente, si. Objetivamente, no.
Subjetivamente, sí, porque desde 1789 los hombres
han sido impregnados cada vez más profundamente de los falsos principios de la
Revolución, al punto de que si se les acusa de liberarse de la ley de Dios,
ellos pueden sinceramente replicar, “¿Que ley? ¿Qué Dios? ¿De que me está Usted
hablando?” Hasta este extremo han sido aparentemente borrados de las mentes,
Dios y su ley. Pero, objetivamente, no, porque Dios y su ley ciertamente no han
dejado de existir, y profundamente en su interior aún los hombres modernos lo
saben. Es “inexcusable” decir que El no existe (Rom.I, 20), y Su ley está
escrita en el corazón de todos los hombres (Rom.II, 15), no importa lo
que puedan decir con la boca para afuera. El “sinceramente” que se acaba
de mencionar necesita las comillas – no vale mas que lo que vale frente al
tribunal de Dios.
Entonces, ¿pueden estos líderes de la Fraternidad
San Pío X que están actualmente tratando de mezclar la Fraternidad con la
Iglesia Conciliar, negar que son liberales? Subjetivamente no hay duda de que
están persuadidos que están haciendo lo mejor que pueden para la Iglesia, pero,
objetivamente, están buscando sin arrepentimiento poner la obra
contra-Revolucionaria de Mons. Lefebvre
bajo el control del intento de los dirigentes de la Iglesia que se esfuerzan en
hacer triunfar la Revolución liberal de una vez por todas. Estos líderes dicen
que debemos reunirnos con la Iglesia visible porque ella es la Iglesia
católica, pero no es la visibilidad lo que la hace católica, sino el hecho de
tener la Fe apostólica. Así, la “iglesia” Anglicana también es visible en todo
el territorio inglés, pero eso no la hace católica. Y los líderes actuales no
puede n ignorar hasta que punto falsifican y suprimen las palabras del
Arzobispo pretendiendo hacerlas corresponder a su propia visión de la Iglesia,
fingiendo así que esa era la posición del Arzobispo.
La triste verdad es que estos liberales nunca
entendieron cual era realmente el combate del Arzobispo. Mientras él estaba con
vida, ellos estaban fascinados, como tantos de nosotros, por su carisma
católico, pero nunca entendieron la Fe del Arzobispo, Fe que era para su
carisma lo que la raíz es para el fruto. Ellos amaron el fruto – démosles el
crédito por eso a ellos – pero a pocos años de su partida, el fruto sin la raíz
empezó a marchitarse y morir. Era inevitable que, a menos de haber entendido la
fe del Arzobispo, ellos iban a convertir la Fraternidad del Arzobispo en la
suya propia que haría de los enemigos de la fe “nuestros nuevos amigos en
Roma”. Eso es lo que hemos visto y que estamos viendo. ¡Que el Cielo venga en
nuestra ayuda!
Kyrie eleison.
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