El
sábado 23 de febrero de 2013, en lugar de la tradicional columna de Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata y Presidente
de la
Comisión Episcopal para la Educación Católica, en el programa “Claves para un Mundo
Mejor” (América TV), se emitió un reportaje al prelado platense
quien se refirió al reciente “50° Curso de Rectores” organizado por el Consejo Superior de
Educación Católica, del que participaron más de 1.500 directivos
de todo el país.
Comenzó explicando que
“este Curso N° 50 tiene un significado importante porque muestra la continuidad
de un servicio que el CONSUDEC viene prestando a la educación católica y también a la educación nacional,
desde 1963. Este curso tiene, por eso mismo, un peso particular”.
“Lo hemos realizado en Buenos Aires porque
estamos haciendo un recorrido federal. En el marco del Bicentenario 2010/2016
hemos hecho cursos en Salta, en Córdoba, en Santa Fe y cursos para el nivel
inicial primario en San Juan y seguiremos yendo por el interior. Pero como el
Curso de Rectores comenzó en Buenos Aires tenía que celebrarse aquí”.
Mons. Héctor Aguer precisó que
“el
tema central es el currículo” y que el lema fue “Desarrollos Curriculares
de la
Escuela Católica, aportes para la Nueva Evangelización”. Destacó que “por currículo
a veces se entiende el plan de estudios pero no es sólo eso sino que es mucho más. El
currículo es todo lo que se hace en la escuela, todo lo que la escuela debe
transmitir que son no sólo contenidos, conocimientos, sino también
metodologías, procedimientos, valores, actitudes. Tiene que formar personas. Y para eso no basta sólo la dimensión intelectual y académica,
que es muy importante ya que es una formación de la inteligencia, sino que hay
que formar también la voluntad, el corazón, la responsabilidad, la libertad”.
“En el currículo entra toda la actividad escolar, y en
la escuela católica si hablamos y sabemos que la escuela católica tiene una
identidad
propia, específica, también tenemos que hablar de un currículo propio de la
escuela católica”.
Indicó que “hay desafíos que son
impuestos por los cambios de la cultura, también algunos por las deficiencias y
por aquellas metas que todavía no hemos alcanzado. En un mundo en que cambian
tantas cosas, me parece muy importante que nosotros descubramos las raíces de
una tradición pedagógica eclesial, una tradición pedagógica cristiana, que no es una pieza de
museo sino que es una realidad siempre viva que hay que actualizar en diálogo
con las nuevas propuestas pedagógicas de hoy y con los cambios culturales”.
Agregó que “no vamos hacia un futuro
incierto sino que sabemos hacia dónde nos dirigimos y es fundamental saber qué
queremos hacer con nuestras escuelas y a qué persona queremos educar. A partir de las
realidades actuales, se sabe que la psicología concreta de la gente va
cambiando con el tiempo pero la naturaleza humana es la misma. Hay ciertas necesidades
esenciales que deben ser cubiertas. Por otro lado también hay que atender a las cuestiones
actuales y la pluralidad de cuestiones diversas, hay que ir buscando respuestas
adecuadas”.
“Creo –dijo Monseñor Aguer- que a veces hay una mirada
muy crítica respecto de la escuela católica y nosotros mismos estamos inclinados, porque
la conocemos desde adentro, a advertir lo que falta, las deficiencias, las carencias. Y por esa hipercrítica
no nos damos cuenta, quizás, de todo lo bueno que se ha hecho y se está
haciendo aún. Eso yo lo veo en contacto, sobre todo, con las escuelas que se
encuentran en sitios más alejados de los grandes centros urbanos y en zonas
económica y socialmente deprimidas”.
“Es un trabajo de
promoción de humanidad, digamos de salvataje de humanidad, que hacemos porque
intentamos formar cristianos. Y desde la perspectiva de la verdad del Evangelio
y de la gracia que recrea la naturaleza humana podemos ofrecer ese servicio que
a veces parece muy modesto desde el punto de vista de una cultura elitista o
exigente pero es fundamental para mantener en la dignidad humana a tantos
chicos y adolescentes de hoy”.
“Me parece que esta es
una propuesta que tenemos que perfilar siempre mejor. Si fuera posible creo que
tendríamos que expandir nuestro sistema educativo y crear más escuelas especialmente en
aquellos lugares donde no llega la potencia educativa de la sociedad”.
Finalmente, el Arzobispo de La Plata
y Presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica consideró que “el Curso de Rectores es
un foro muy importante no solamente de escucha de expositores realmente muy
buenos sino también de comentario, de debate. Se promueve una especie de diálogo interior en
las comunidades educativas de tal manera que, de algún modo, podemos decir que,
celebrados en febrero, los Cursos de Rectores marcan los acentos de la agenda
educativa del año”.
“Estoy muy conforme con
lo que se va logrando y esperemos que, en el futuro, esto no solamente se
afiance, sino que incluso pueda expandirse mucho más. Algunos de
los participantes me decían que un Curso en el año es insuficiente pero
hay que ver el trabajo que cuesta. En este sentido hay que hacer un
reconocimiento muy claro y de gratitud para con la Comisión Directiva y con la Mesa Directiva del CONSUDEC que ha
logrado montar este 50° Curso de Rectores con grandes dificultades pero que ha
salido realmente muy bien”.
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