Por Carlos Manuel Acuña
La reacción de Cristina ante el fallo de la Corte Suprema que frenó el avance contra nuestro sistema judicial ya no asombra, pese a que es la presidente de la República. Su anuncio en el sentido de que está dispuesta y preparada para librar la batalla contra uno de los tres poderes del Estado, constituye en estos tiempos un hecho bastante singular en la vida institucional de cualquier país moderno e importante. Digamos que esta situación integra nuestra difícil realidad de final incierto y complejo, y agreguemos que forma parte de los tiempos más difíciles todavía que se nos caerán encima de aquí en adelante. Desde el mismo instante en que supo que la Corte declararía la inconstitucionalidad de la Ley de Reforma Judicial llamada de "Democratización de la Justicia", se reunió con sus asesores más cercanos para pergeñar los movimientos para esa guerra contra todos que constituye su estilo. En primer, lugar hizo estudiar las carpetas con información sobre cada uno de los ministros de la Corte que de ahora en adelante deberán soportar una intensa campaña de desprestigio con datos correspondientes a su vida privada y pública, y hasta deberán soportar denuncias y cosas por el estilo. Cualquier elemento o hecho seleccionado sobre las trayectorias de sus vidas, será motivo de explotación mediática, incluso con movilizaciones callejeras como acaba de suceder con el doctor Maqueda, elegido para los primeros pasos progresivos y planificados dignos de una republiqueta bananera. De acuerdo con sus desbordes emocionales y particular psicología, no habrá límites para esta tarea cuya evolución solo podría detenerse momentáneamente, según afecte las posibilidades electorales del oficialismo, ya bastante menguadas como lo puede testimoniar cualquier analista más o menos informado.
Esto último podría marcar el plazo del nuevo proceso de desgaste que ratifica que es imposible subsanar la tremenda ruptura que significa la derrota política sufrida hace unas horas. Aunque esta pulseada afecte más todavía al Frente para la Victoria, el desborde de Cristina parece imparable, con consecuencias que pueden anticiparse con relativa facilidad y que desde ya explican los retrocesos que se registran en la mayoría de los distritos. Más aun, la inquietud de gobernadores e intendentes se incrementará a medida que se producen las novedades y se acelerarán durante todo este mes con nuevos aportes probatorios de actos de corrupción de toda naturaleza y en particular, aquellos relacionados con el escándalo en torno de Lázaro Báez y otras personas cercanas al poder desde antes de la gestión presidencial de Néstor Carlos. Es decir, que habrán aportes informativos surgidos desde el pasado santacruceño y que, de hecho, coincidirán en el tiempo con los agravios que se desplegarán contra los ministros de la Corte.
El programa no se detendrá en una escalada del conflicto que ya vivimos tal como lo dejamos anunciado, sino que se intentará llevar adelante un proyecto para elevar el número de ministros del máximo organismo de Justicia del país, con la obvia finalidad de reflotar el objetivo de adueñarse del desempeño de los jueces, de su designación o de su relevo cuando no se sometan a las necesidades del gobierno. Para ello Cristina, en el colmo de su exasperación, ordenó que se haga un relevamiento de las posibilidades en el Congreso desde donde llegaron las primeras novedades adversas a la iniciativa. ¿Qué bloque pequeño o individual se sumaría a esta clase de iniciativa...?¿Cual seria el futuro político de quienes se sometan a estos manejos antes o después de las elecciones...? Por supuesto, por aquello que dice que hay de todo en la viña del Señor, se podrían obtener algunos votos favorables pero serían insuficientes. Es improbable que hayan tantos diputados o senadores que sucumban a las diversas presiones que adquirían niveles de escándalo pese a que a esta altura deberíamos acostumbrarnos a esta clase de situaciones. Mientras tanto, las expectativas están puestas en la Ley de Medios que está en los escritorios de los seis ministros y del presidente Ricardo Lorenzetti. ¿Otro tropiezo para Cristina...?
Antes de cerrar los comentarios alrededor de la suma de asuntos que rodearían este proceso, debemos reflexionar que es mucho lo que está en juego, tanto en lo referido a la necesidad de preservarse patrimonialmente y en lo que hace a la libertad plena para gozar en el futuro de los dineros mal habidos, que toda audacia será poca para intentar todo tipo de maniobras. Por eso no hay que echar en saco roto las amenazas de Cristina W. y entender hasta dónde podrán avanzar y subir las maniobras desde el poder. Además, no se trata únicamente de atender lo que dejamos dicho, sino que hay que sumar otro factor de notable peso. Se trata de los compromisos internacionales adoptados por Cristina y los aportes doctrinarios de Carlos Zannini para llevarlos adelante. Bastante hemos hablado de los planes del Foro de San Pablo que afronta serias dificultades desde hace bastante tiempo, sobre todo a partir de la muerte de Hugo Chávez, la caída constitucional de Manuel Zelaya en Honduras y Fernando Lugo en el Paraguay, la suspensión de este país en el Mercosur - un tema que está en negociación - y ¡Oh sorpresa!, la negativa de Correa en el Ecuador en aceptar las ideas alteradoras de la tradición cultural - y por ende, religiosa - que rechaza asuntos tales como el matrimonio entre personas del mismo sexo o la promoción de la homosexualidad y buena parte de aquello que se encuadra dentro de la definición global de lo "políticamente correcto" o del llamado "pensamiento único". Son varias las señales dadas al respecto en tanto las propuestas revolucionarias en materia económica se anudan más a las palabras que se vuelcan en una economía absolutamente dolarizada. Cosas de la realidad latinoamericana. ¿Lo entenderá Cristina?
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