LA GRAN MENTIRA DE LA REPRESENTACION POLÍTICA CON UNA FALLIDA ADMINISTRACIÓN EN SU EFECTO DELETEREO EN NUESTRA NACIÓN.

Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN 73)

     Estamos en plena campaña electoral, los anuncios de los candidatos señalan cambios y propuestas, con o sin fundamentos, tratando de encontrar en los votantes la cantidad de sufragios que los hagan parte del gobierno. Como se trata de una elección de mediano plazo, los senadores y diputados elegidos, serán parte de uno de los poderes, pero, constitucionalmente, no prevalecerán sobre el Poder Ejecutivo. En una organización "presidencialista", como es la de Argentina, ello debe ser tenido en cuenta, ya que la decisión del poder, no variará, quizás esté más condicionada, pero ello no significa que se condicionen las acciones y actuación.

    De todas las críticas, sugerencias y propuestas, no aparecen las que se vinculan con la "representación" y poco se habla sobre la "administración pública".  Posiblemente, estos son  los dos factores que han condicionado la marcha del país, lo han hecho perder la continuidad operativa, y llevado a las crisis socioeconómicas recurrentes que nos caracterizan. Un país que, en cada cambio de gobierno, modifica sus prioridades y deja a medio hacer sus proyectos estructurales, es, realmente, una máquina que avanza y retrocede, se desgasta inútilmente, pierde empuje y se agota, tras un futuro al que no se llega. Todo el mundo se admira de nuestro potencial y, al mismo tiempo, el anormal proceso de activación y el desgaste al que estamos sometidos.

     En el conjunto de temas que se exponen en estos días, no se habla de la "representación", es decir el vínculo que existe entre la sociedad y su gobierno. La Constitución Nacional en su artículo 1ro. (Forma de gobierno) la fijó claramente al señalar que ella debía ser "federal", pero pasó a ser "partidaria". El "vecino" dejo de existir, dando lugar al "militante". Esta diferencia hizo que se gobierne para lograr objetivos socioeconómicos y se olvide las necesidades y aspiraciones, es decir, se actué siguiendo las finalidades de las "cúpulas" y no los reherimientos de las "bases". Cuando se reformó la Constitución en el año 1994 y se determinó que el Presidente de la Nación sería elegido por "distrito único", se destruyó la base de igualdad de las provincias, que dejaron de ser por su origen y quedaron sometidas a las cantidades de habitantes. Ninguno de los candidatos habla de esta distorsión de lo pactado y la necesidad constitucional de volver a lo convenido, que ahora es descartado. Esto es importante, además, por que el "presidencialismo" no llegara al poder por la "partidocracia"•, sino por el "federalismo" y, por lo tanto, este se originara en las comunidades y no en los dirigentes.

   Tampoco se menciona el tema de la "administración pública", que es la organización donde la ley se convierte en hechos, y que, para que ella sea efectiva, debe ser eficiente, pura, constante y bien controlada. Ella debe ser integrada por "funcionarios" y no tiene que dar cabida a "dirigentes", ya que los primeros actuaran conforme lo normado, en cambio, los segundos, lo harán adaptándose a la política, pues de ella provienen y, consecuentemente, a ella responden.  Todos sabemos que las "normas “son fijas en los hechos, en cambio, las "políticas," fluctúan por la natural evolución de las circunstancias. Ni los gobernantes ni los opositores hacen mención a esta cuestión y asegure que los servicios públicos (defensa, relaciones exteriores y administración) serán organizaciones para trabajar por y para la sociedad y no lugares para impulsar, propender o motivar cursos de acción generalmente ideológicos.

   Si los políticos entienden que para ser realmente gobernantes tienen que ser primero efectivos representantes y que, para actuar con efectividad, deben disponer de una organización pública capaz y efectiva, estarán dando un paso concreto para que sus promesas puedan convertirse en realidades y que sus objetivos se materialicen por su calidad. ¿Será esto posible.???