Por Carlos Belgrano
Amigos:
Podemos olvidar por algún tiempo que
el dólar ya arribo a los 12 pesos y que seguirá en ascenso, conforme los
guarismos de la inflación, con un plus adicional, estigmatizado en la
inequívoca circunstancia que quien capta verdes, no los reingresa al
circuito.
Incluso pasar por alto que los
Gendarmes, enviados hoy a Córdoba, serán "calesitas humanas", cuando
atemperadas las cosas en esa Provincia, deban de trasladarse próximamente a
Entre ríos, luego a Tucumán, a La rioja, Jujuy y así sucesivamente, hasta que
el "asunto policial" vuelva a explotar con más saqueos en toda la
Nación, cuando se aproxime el nuevo ciclo lectivo.
Como nuestra casuística, dejó de
serla, para erigirse como una cotidianeidad, estos y otros desbordes, están
diagramados en la misma sintonía que su notoria previsibilidad.
Porque lo ordinario y lo vulgar
ha desplazado a cualquier imaginario correctivo.
Que Etchegaray haya disfrutado sus vacaciones en Rio, recomendando
a los demás Argentinos que lo hagan en balnearios nacionales, es similar en
tiempo y espacio a Menem, quien
afirmó que con su familia optaban por Punta del Este, porque seguramente
allí los fenómenos climatológicos, que mutilaron las vidas de cuatro personas
en Villa Gessell no acontecen.
Así de burda es esta Argentina, por
demás inescrutable.
En la que la "cumbia
villera" como expresión del Arte, desplazo al Tango y al Folclore.
En 1976 "Isabelita" que con
absoluta inexistencia de un miligramo de cociente intelectual, nos hizo suponer
a todos que esa heredera forzosa que Perón nos impuso, sería una excepción a la
regla, no lo fue, sino que sería superada y en mucho por el desperdicio
femenino que hoy padecemos, debe enseñarnos que hemos perdido la noción del
tiempo.
Que por lo general restaña los
errores del pasado.
El Gobierno Militar, habiendo
expuesto el pellejo de miles de sus subordinados, cientos de los cuales,
cayeron en el cumplimiento del deber, ahora podemos advertir que nada de
utilidad nos ha legado.
A poco que contemplemos, los primates
demócratas que los sucedieron.
Y que no solo se han multiplicado en
esta sevicia treintañal, sino también perfeccionado y fortalecido.
Si reagrupamos las fotos de todos los
peronistas que supimos conseguir, por analogía podríamos confeccionar un
abultado álbum, como los que posee cualquier fuerza policial, en sus Divisiones
de Robos y Hurtos.
Y si lo hacemos con las de los
radicales, pues podríamos compaginar uno prontuarial de Levantadores de juego
clandestino.
Esa es la actual y devaluada
radiografía de la Pampa que Ezequiel
Martínez Estrada, inmortalizó cuando la Argentina era la elegida para
inmigrantes que procuraban alcanzar algún día la prosperidad.
Hoy, todos son proyectos de
remiendos, como los servicios públicos, deflagrados por el menemismo y
acentuado por estos malditos.
La gente promedio, convengamos que se
encuentra voluntariamente aturdida e inconexa.
Y observo en ese inexplicable
fenómeno, cierta explicación plausible, por descabellada que parezca en una
primera lectura.
El Argentino de la actualidad se ha
transformado en un mutante primario que se adecua a todo tipo de cambios, por
inclementes que ellos sean.
No tiene acceso al crédito
hipotecario y como respuesta bovina, se toma vacaciones en el exterior y/o
cambia de vehículo o simplemente opta por la adquisición de bienes suntuarios.
Y limita a esa conducta rupestre, su
protesta como prisionero del sistema.
Cuando los recientes episodios de los
cortes de suministro eléctrico, las víctimas directas. disciplinadamente
optaron por interrumpir el tránsito en los sectores afectados, botando de una
manera exasperante, la posibilidad de una movilización masiva hasta Olivos o la
Rosada, toda vez que los damnificados fueron millones, tan solo en el ejido de
la ciudad de Buenos Aires.
Dentro de ese ideario temeroso, son
incapaces de pergeñar, una reprimenda de proporciones épicas, como prenderle
fuego al Congreso y a la casa de gobierno conjuntamente, sabedores que desde
esas dos usinas, la primera por omisión y la segunda por acción directa, son
las causantes que los trenes descarrilen, que los ultimen en las puertas de sus
domicilios, que carezcan de una educación mínimamente decente para sus hijos,
que sean legítimos usuarios y por ende beneficiarios de una
corroída provisión eléctrica, que los timen con los impuestos, que
carezcan de una red hospitalaria básica y en fin que les hagan padecer todo
tipo de atropellos y destratos.
Y por encima de todo ello y mucho más
que omito para no indigestar al Lector, que la vida del ciudadano común,
sea como una suerte de castigo divino.
Esto es que involuntariamente deba
transcurrir una innecesaria vida miserable como un penitente irredento.
Y en estos párrafos culminantes me
pregunto ¿Por qué el Argentino de Bien, que trabaja, que invertirá nuevamente
cuando deje de temer la confiscación de su patrimonio, vive como un mi*rda,
como un desclasado, como un simple cafre, contando con todos los elementos para
revertir estas maldiciones de la que es objeto?
Creo contar con algunas respuestas
parciales a esos curiosos acertijos.
El "no te metas" es uno de
ellos y de una fortaleza ciclópea.
Y el restante que admito no
cierra debidamente el círculo, es un desaguisado indigerible
de esperanza.
Como que la pros*ituta no aguantara
mucho más y carece de delfines.
Y que de alguna curiosa manera, como
vinieron, finalmente se irán.
Y peor aún, esto es, que cuando
desaparezcan, la madeja asfixiante impositiva y desfalcadora se realineará
por carriles, levemente tolerables.
En resumen, el Argentino,
acostumbrado como está, a períodos de bonanzas como de estrecheces, está
dispuesto a apostar por un futuro, aunque ignore si será más escalofriante y
ruinoso o por el contrario más atemperado.
Está demasiado adherido a los
vaivenes de los vientos de cola, de la soja, de un dólar que algunos creen,
será nuevamente barato, por su depreciación internacional o
simplemente porque Magoya, descenderá del firmamento y arreglara este entuerto.
Y este pobre iluso prójimo, del que
todos tenemos un poco, ignora que con tantas "villas", con pretensión
de ingresar en una nueva planimetría urbanística, ha perdido
definitivamente, lo que antes era un motivo de orgullo nacional, como en el
insondable pasado fue
LA ESTETICA ARGENTINA.
Atentamente Carlos Belgrano.-
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