En la foto: El Dr. Pablo Bruera, intendente de la ciudad de La Plata, en unacto comicial infantil.
Por Tcnl. José
Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 / CMN 73)
El acortamiento de los mandatos y
las "primarias", resultado de la reforma constitucional de 1994,
hacen que la sociedad esté sometida a la presión proselitista partidaria
constantemente- Ello crea un clima de incertidumbre permanente, desgasta a los
políticos, motiva dudas sobre los gobernantes y descalifica a los opositores,
en un ambiente difícil que puede tornarse en violento e incontrolable. Sin embargo, esta
es la realidad actual que la sociedad vive en un nuevo episodio de esta metodología sin
fin adecuado.
La campaña electoral 2015 en Argentina comenzó al terminar el escrutinio de las
PASO 2013. Las PASO mostraron al oficialismo que no podría modificar la
Constitución Nacional para una "nueva elección" del Presidente de la
Nación y a la oposición que individualmente no alcanzarían su aspiración de
ser "alternativa". El resultado de la votación fue que, si bien
la oposición aparece como ganadora, ello no significo que el oficialismo haya sido derrotado, pues mantuvo
su iniciativa operativa. Esta situación ha trasladado el tema electoral al
año 2015 y, cada fuerza política (por no decir cada postulante individualmente) inicio sus
acciones para lograr el mejor posicionamiento para aquella oportunidad. Es
evidente y lógico que el oficialismo, por el hecho de
ser gobierno, mantenga la "iniciativa", y la oposición
comience la búsqueda de una "postura" común. La realidad de
una comunidad en crisis, a su vez, despierta, encuentra y activa
problemas acumulados que, al detonar, imponen el oficialismo optar por
"resolver", con un determinado "costo político", o
"postergar", para que sean sufridos y a cargo de sus
sucesores. Sin embargo, como subsiste en el oficialismo la posibilidad de
"continuar" (metodología "Putin”), le sería conveniente dar
solución a los problemas. Esta cuestión, lógicamente, es de interés
también de la oposición, por lo que el tema "costo político",
si fuera compartido, pasa a ser determinante. Si se lograra un "acuerdo oficialismo/oposición"
(Pacto de la Moncloa), la solución tendría un
principio de concreción, pero, dada la magnitud de algunos temas y sus
consecuencias en el futuro, es poco probable que los opositores acepten ser
parte actual, por lo que, seguramente, dejaran ello solo al oficialismo. Este escenario se
hace complicado, conflictivo y de dudosa acción, pues los problemas son graves
y su solución requiere un tiempo que supera lo en este momento disponible. Esta
realidad muestra que las reformas del año 1994, en lugar de mejorar la
"gobernabilidad", se han convertido en un nuevo
inconveniente, ya que todo acto requiere cierto tiempo para
su maduración, lo que, al no lograrse, todo se hace en la coyuntura.
Todos sabemos
que los problemas de Argentina son de origen político, quizás hasta
diríamos "ideológico". Si bien se concretan como económicos o
culturales, hasta en momentos éticos o morales, por ello si se encuentra
la salida a lo primero, se estima lograrlo en sus consecuencias. La historia
del país muestra que, en repetidas oportunidades, las crisis fueron
"asoladoras", pero también, que existe una base de poderosa
"reacción". Este potencial favorable, también es negativo, pues
lleva a un constante desbalance, cambiando rumbos,
motiva pérdida de oportunidades o esfuerzos y, consecuentemente, ser un
permanente estado fallido pues cambia y se modifica en una peligrosa constante
que nos convierte en una comunidad imprevisible e insegura.
En este
proceso, la clase política es la que tiene la posibilidad y la responsabilidad
de atender la cuestión. Ella no debe olvidar, que su inacción,
puede "activar" la aparentemente pasiva sociedad o bien
despertar acciones en el exterior, dado, esto último, a la "globalización"
y sus efectos parciales concurrentes. El peligro de perder la
"autoridad" está latente. Ya se presentó en los últimos gobernantes,
que tuvieron que dejar sus cargos antes de finalizar sus mandatos. La
experiencia descarta los "golpes de estado" clásicos, pero no
las "operaciones de desestabilización". Es
de tener en cuenta, conforme se observa en el exterior, que si "se tensa
la soga", pueden aparecer grupos extremistas con virulencia y
crueldad, hasta con violencia armada. La responsabilidad de la clase política
argentina, en su rol de representantes institucionales de la comunidad, tiene que ser
aplicada, mostrada y ejecutada, ya que, si no lo hacen, podrían ser
desbordadas. En los recientes episodios originados, como consecuencia del
"·abandono" de la seguridad policial, se mostraron actos
fuera de control, que no tienen explicación lógica, ya que destruyen las bases
del raciocinio ciudadano. Estos episodios, mostraron la ruptura de la
solidaridad vecinal y crearon dudas sobre la honestidad real de personas de
niveles sociales que se consideran sanos y efectivos, un real drama
comunitario.
No es fácil sugerir
soluciones y resulta atrevido dar pautas para ello. Para que se muestren
soluciones, tiene que haber un real sinceramiento de los políticos, tanto oficialistas como opositores. Los oficialistas deben comenzar por reconocer que
existen problemas que los han desbordado y que la solución deberá partir de un
renovado enfoque del tratamiento de los mismos. Los opositores tienen que
encontrar la forma de actuar unidos, ya que integrados es algo imposible. Los
opositores podrán acordar objetivos comunes, pero sus plataformas,
evidentemente, los llevaran a que no tendrán una misma metodología para
alcanzarlos. Las PASO 2015 podrían ser la "interna conjunta" de la
oposición que ha aunado objetivos, aceptando que el más
votado, tendrá la responsabilidad de ser el gobierno.
El país
tiene que transitar dos años para su nueva definición electoral. El mismo
no debe quedar "a la deriva", la solución esta y tiene que estar en
los políticos (oficialismo y oposición). Ellos, tienen
la representación de la ciudadanía, y, por
tanto, obligación de encontrar soluciones. Hasta ahora solo se escuchan
acusaciones. La sociedad siente que las propuesta 2013 han sido solo fachadas
electorales. La comunidad vive y sufre un aparente abandono, lo que
significa un desgaste que materializa un mal inicio de la campaña electoral del
2015. Quizás ha llegado el momento de recordar en cuanto se ha transgredido el art 1 de la CNA (Forma de gobierno) y,
rescatando la "representación federal", se vuelva a encontrar en
los coprovincianos a los vecinos aptos para recrear
en ellos a aquellos gobernantes que en el pasado supieron dar éxito,
progreso y bienestar. Este accionar, hoy olvidado, podría ser la
matriz renovada de esta campaña electoral tras el 2015, en cuyo resultado,
tanto confiamos los argentinos en nuestro presente.
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