A nivel de las empresas, aumentar la productividad de un proceso de producción significa alcanzar mejores resultados utilizando menores recursos.
El excedente que produce esa mayor productividad podría utilizarse para disminuir el precio de los productos, mejorar su calidad y/o aumentar los salarios de quienes los han producido. Las empresas, por el contrario, al organizar los procesos de producción buscan prioritariamente apropiarse íntegramente del excedente que el aumento de la productividad genera. Por otra parte, en lugar de invertir más capital en innovaciones tecnológicas, nuevas maquinarias, capacitación de sus trabajadores, etc., suelen apelar exclusivamente a la variable del trabajo: aumentan la productividad disminuyendo salarios, reduciendo trabajadores y/o intensificando el trabajo.
Por uno y otro lado, los trabajadores salen perdiendo.
Trasladando esto al análisis de lo que sucede en el país:
El aumento de la productividad de la economía podría utilizarse para mejorar -en cantidad y en calidad- la producción de bienes sociales (salud, educación, viviendas, instalaciones sanitarias, transportes, etc.) y para incrementar los salarios de todos los que con su trabajo producen la riqueza de esa economía.
No es esto lo que sucedió ni lo que sucede. Los trabajadores vienen siendo, a la vez, la variable central para el aumento de la productividad y convidados de piedra a la hora de la distribución de los excedentes que esa productividad produce.
Un dato revelador de la magnitud del despojo
Entre 1991 y 2003 la “productividad media del trabajo” (relación entre el volumen total de lo que se produce por la cantidad de trabajadores que se han utilizado en dicha producción) se elevó un 70 % mientras que los salarios disminuyeron un 20%.
Visto de otra manera: con un salario equivalente al pagado en 1991,
la productividad obtenida por el sector empresarial se elevó en un ¡113 %!1.
Aún cuando los ingresos reales de los asalariados se encuentran por debajo de los niveles de la década de 19902, es necesario señalar que:
entre 2003 y 2007 se han producido mejoras en la situación de los trabajadores (creación de puestos de trabajo, incremento del trabajo registrado, aumento del salario real).
Esta recuperación se ha debido sólo en parte a la política del gobierno nacional. Han sido las luchas de los trabajadores, que en muchos casos lograron romper los topes establecidos por empresas y gobiernos, los que han producido una relativa recuperación salarial y un freno a las superganancias, así como a las políticas de ajuste en la órbita estatal.
Eso fue lo que pasó en el caso de la lucha de los trabajadores de la educación bonaerenses durante 2007 donde se logró romper el exiguo monto de incremento de la masa salarial planteado por el gobierno a principios de año.
El excedente que produce esa mayor productividad podría utilizarse para disminuir el precio de los productos, mejorar su calidad y/o aumentar los salarios de quienes los han producido. Las empresas, por el contrario, al organizar los procesos de producción buscan prioritariamente apropiarse íntegramente del excedente que el aumento de la productividad genera. Por otra parte, en lugar de invertir más capital en innovaciones tecnológicas, nuevas maquinarias, capacitación de sus trabajadores, etc., suelen apelar exclusivamente a la variable del trabajo: aumentan la productividad disminuyendo salarios, reduciendo trabajadores y/o intensificando el trabajo.
Por uno y otro lado, los trabajadores salen perdiendo.
Trasladando esto al análisis de lo que sucede en el país:
El aumento de la productividad de la economía podría utilizarse para mejorar -en cantidad y en calidad- la producción de bienes sociales (salud, educación, viviendas, instalaciones sanitarias, transportes, etc.) y para incrementar los salarios de todos los que con su trabajo producen la riqueza de esa economía.
No es esto lo que sucedió ni lo que sucede. Los trabajadores vienen siendo, a la vez, la variable central para el aumento de la productividad y convidados de piedra a la hora de la distribución de los excedentes que esa productividad produce.
Un dato revelador de la magnitud del despojo
Entre 1991 y 2003 la “productividad media del trabajo” (relación entre el volumen total de lo que se produce por la cantidad de trabajadores que se han utilizado en dicha producción) se elevó un 70 % mientras que los salarios disminuyeron un 20%.
Visto de otra manera: con un salario equivalente al pagado en 1991,
la productividad obtenida por el sector empresarial se elevó en un ¡113 %!1.
Aún cuando los ingresos reales de los asalariados se encuentran por debajo de los niveles de la década de 19902, es necesario señalar que:
entre 2003 y 2007 se han producido mejoras en la situación de los trabajadores (creación de puestos de trabajo, incremento del trabajo registrado, aumento del salario real).
Esta recuperación se ha debido sólo en parte a la política del gobierno nacional. Han sido las luchas de los trabajadores, que en muchos casos lograron romper los topes establecidos por empresas y gobiernos, los que han producido una relativa recuperación salarial y un freno a las superganancias, así como a las políticas de ajuste en la órbita estatal.
Eso fue lo que pasó en el caso de la lucha de los trabajadores de la educación bonaerenses durante 2007 donde se logró romper el exiguo monto de incremento de la masa salarial planteado por el gobierno a principios de año.
Notas:
1. Salarios y productividad. Un nuevo caso de “desmemoria” empresaria. En: FETIA, Buenos Aires, Engranajes, Nº 1, septiembre 2005. Trabajo dirigido por Eduardo Basualdo http://www.cta.org.ar/base/article.php3?id_article=1683
2. CENDA. Centro de Estudios para el desarrollo argentino. Buenos Aires. El trabajo en Argentina. Condiciones y perspectivas. Informe trimestral. Nº 13. Primavera 2007.
Fuente: Revista "La Educación en nuestras manos", N° 79, junio de 2008, pag 79.pdf
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