Por Emilio Nazar Kasbo
Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, acaba de publicar un notable texto en el que ataca racionalmente un documento elaborado por el Ministerio de Educación. Consignó que el Manual de formación de formadores en educación sexual y prevención de VIH/SIDA es “neomarxista”, “ateo”, ajeno “a la tradición nacional y a los sentimientos cristianos de la mayoría de nuestro pueblo” y, de conjunto, es “una imposición totalitaria del Estado”.
A su vez, denuncia que el Manual reivindica “el derecho a fornicar lo más temprano posible y sin olvidar el condón”. Cabe destacar que el obispo es el titular de la Comisión Episcopal de Educación Católica.
La Ley Nacional de Educación Sexual está aprobada desde 2006 y reglamentada en 2008, y ningún padre fue consultado para su aprobación, y tampoco figuró en la campaña política de ninguno de los legisladores que la votaron, ni del Poder Ejecutivo que no la vetó.
En la foto: Mons Héctor Aguer, quien criticó la visión del documento sexual para docentes que es reduccionista, constructivista de la perspectiva de género, según la dialéctica del poder neomarxista, y que busca imponer conductas homosexuales en la población de modo obligatorio.
Cualquier padre de familia es lógico que esté en contra de una visión constructivista de la sexualidad –opuesta al esencialismo biologicista y creacionista–, porque implicaría imponer a todos los niños el criterio de que ellos pueden ser unos invertidos, que pueden "probar" todo lo que se les ocurra en materia sexual, sin el más mínimo criterio.
Quienes sostienen la postura antinatural, afirman que la visión constructivista de la sexualidad permite la inclusión de la perspectiva de género y de sexualidades minoritarias a la currícula. En un principio, se había impuesto la "perspectiva de género" como reivindicación de derechos de la mujer, mas luego fue sinónimo de homosexualidad, lesbianismo, transexualidad, y un gran etc en materia sexual. Así, solapadamente, se busca imponer la homosexualidad como conducta pública "normal". Y tal imposición es autoritaria y totalitaria.
Aguer explicó que la orientación asumida por el Gobierno en materia de educación sexual apunta a la “destrucción del orden familiar”, ya que la “gracia peculiar” de la mujer y su “genio” se constituyen a partir de su vocación maternal (la cual es omitida y negada sistemáticamente por los "intelectuales del sexo" que elaboran la bibliografía obligatoria por Ley).
El mensaje del obispo platense implica el ejercicio de su responsabilidad como Obispo, encargado de la grey católica así como del Bien Común espiritual de todas las personas que se encuentran bajo su jurisdicción, independientemente de su credo o condición, de su acuerdo o no con la propuesta de Jesucristo transmitida por la Iglesia Católica.
Y es lógica la condena al uso del preservativo como medio de protección ineficaz y como medio que se constituye en peligro por sus fallas ante la amenaza del VIH –una pandemia en la que se juega la vida y la muerte–, tanto para hombres como para mujeres, así como para otras enfermedades de transmisión sexual.
“¿No sería más eficaz e indudablemente segura la abstinencia de relaciones sexuales prematuras e irresponsables?”, se pregunta el Arzobispo, indicando la necesidad de vivir los Mandamientos de Dios referidos a la sexualidad humana que ya se encuentran en el Antiguo Testamento.
Y quien sustente "en el catolicismo" que los Mandamientos han sido derogados, que no se pueden vivir, o cualquier adulteración de la Tradición, directamente no son católicos, puesto que no comparten la misma Fe que enseñó Jesucristo. Tienen la puerta abierta para fundar su propia Iglesia, para autoproclamarse "Papa" o lo que quiera, pero jamás será dentro de la Iglesia Católica, que ha condenado su modernismo y su progresismo en las Encíclicas dogmáticas.
Y esos que critican la existencia de casos de sacerdotes "abusadores" echando la culpa al Celibato sacerdotal, se equivocan en su diagnóstico. Porque la responsabilidad de la fornicación o del adulterio no es el matrimonio, sino el vicio de la personal, el propio pecado del que deberán rendir cuenta ante Jesucristo mismo en el Juicio Final. Por otra parte, los numerosos casos de abuso dentro por parte de pastores y Obispos protestantes y de otros cultos, muestran que aunque hubiera sacerdotes que se casaran el problema no se encuentra en el matrimonio. Tales sectores "progresistas", que adhieren al condenado modernismo, pueden irse con cualquiera de esas sectas, tal como hizo el Padre Alberto Cutié, que se adhirió a los Episcopalianos, quienes tienen entre sus filas a sacerdotes y obispos que se casan, sacerdotas, obispas, homosexuales en ejercicio de su actividad, e incluso los hay que ejercen el trasvestismo nocturno en shows. Tienen a su disposición la puerta abierta en esos ámbitos, no en la Iglesia Católica.
La heterosexualidad, el celibato o evitar la fornicación y el adulterio, no es "arcaico", ni "medieval", y desde el matrimoio de Adán con Eva siempre se ha necesitado de un hombre y de una mujer para que la humanidad llegue hasta nuestros días. Hay algunos que están empeñados en que el ser humano desaparezca de la faz de la tierra, o que el ser humano deje de ser humano.
Mons. Héctor Aguer está siendo atacado virulentamente por los medios de comunicación que buscan imponer esa visión antinatural e invertida del "género". Tiene la razón de su parte.
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