En la foto: Jairo López, que es sacerdote (aunque no tenga vestimenta distintiva), y artista.
Después de fiestas inmoderadas, quedan los residuos y la basura. Cajas de botellas de vidrio de color vacías se acumulan en el garaje del Padre Jairo López, para quien a basura de la fiesta de otra persona es para él un material preciado. Las botellas serán cortadas a mano y con los trozos de vidrio compondrá un mosaico, ya sea de una obra de arte con motivo religioso o no.
López es un sacerdote colombiano de 42 años, que ejerce su arte de realizar mosaicos utilizando pequeños pedazos de vidrio o de azulejos.
Sus obras se encuentran en la iglesia San Juan Evangelista y en Main Street de Marble Falls.
Jairo López nació en Sogomoso, Colombia, y completó sus estudios filosóficos en el Seminario Católico de Tunja. Luego se trasladó a Estados Unidos en 1992, donde completó sus estudios en Teología en el Seminario San Vicente de Paul de Boynton Beach, Florida. Fue ordenado como Presbítero en 1994 y asignado como párroco en la Diócesis de Austin, Texas.
López tiene un profundo aprecio y amor por el arte. Ha estudiado arte en la Universidad San Eduardo de Austin en Texas, EEUU, y en la Escuela de Arte del Mosaico en Ravena, Italia. El es un artista en la pintura al oleo y el arte del mosaico.
Una de sus obras, "Son of Suns" (Hijo de Soles), muestra un sol brillante sobre una plantación de girasoles.
En Austin, hay trabajos suyos en la capilla Chancery de la Diócesis Católica de esa ciudad. El Woodland Garden del Lady Bird Johnson Wildflower Center tiene dos esculturas, una de dos pavos reales y otra de papagayos.
Las botellas de cerveza en su estudio, en el garaje de la iglesia San Juan, son un regalo de la comunidad, según López. La gente conoce su afición por reciclar vidrio y crear obras de arte. "Ya tengo demasiadas botellas", dijo con una sonrisa.
Afuera de la iglesia hay una fuente de agua rodeada por un sendero circular con azulejos que es obra de López. Adentro, en la entrada, se observa un mosaico de López del escudo de armas de la Orden de la Santa Cruz. En el altar hay dos mosaicos de ángeles junto a una gran Cruz.
Además de vidrio, López trabaja también con mármol, granito y azulejos. Importa algunos materiales desde Italia, y cada obra le toma cientos de horas. Nuestra Señora de Guadalupe requiere unas 300 horas. Obras grandes como la de la iglesia Apóstol San Pablo de Horseshoe Bay le toman tres meses. Un colorido mosaico flanquea tres ventanas altas que dan al lago LBJ y cubre una gran parte del techo.
López asistió el seminario en su Colombia natal y completó su maestría en teología en el St. Vincent de Paul Seminary de la Florida. Se ordenó en 1994. Antes de residir en Marble Falls en el 2000, trabajó en Austin, Killeen, Round Rock y Mexia.
Hace mosaicos desde 1999.
"Visité iglesias en México e Italia que tenían mosaicos hermosos. Me interesó porque el arte dura para siempre", expresó. Estudió arte en la St. Edward's University y en la Escuela de Mosaicos Artísticos de Ravena, Italia.
Los martes -su día libre- los pasa en el garaje, que se ha convertido en un estudio. Antes de ir a la iglesia, es frecuente verlo trabajando en su taller, temprano en la mañana.
La iglesia no impide a sus sacerdotes crear piezas de arte para ser vendidas.
"No hay nada que le impida disfrutar con su pasión", declaró Christian González, de la diócesis de Austin. "Tenemos un par de sacerdotes que trabajan la madera. Solo los sacerdotes que pertenecen a una orden hacen votos de pobreza".
López dice que vende pocas piezas porque su trabajo como párroco le toma casi todo el tiempo. Y no todo lo que hace se vende. "La economía no es buena para el arte", manifestó.
El arte ayudó a López a sacar a su familia adelante. La familia vivía en Colombia en el 2002, cuando su hermano Jaime fue secuestrado y se pidió un rescate. Fue liberado dos días después. Hubo más amenazas de que su familia sería secuestrada, hasta que todos -sus padres Enrique e Hilda, un hermano y una hermana con sus sobrinos- partieron en medio de la noche en julio del 2004 y viajaron a Florida en EEUU.
"Dejaron todo: la casa, sus pertenencias, sus cuadros, todo", señala López. "Uno hace su vida en torno a una hacienda y de repente no tiene nada. Es duro".
López decidió llevar a sus padres a Texas pues se dio cuenta de que había que ayudar a su familia a integrarse a la vida en Estados Unidos.
"Lo peor fue volver a empezar", comenta su hermano Jaime López, de 50 años, quien trabaja en la limpieza de un hotel. "Todos extrañamos nuestro país".
"Es como levantarse un día borracho", dice Hilda, la madre. "¿Adónde va? Una no sabe qué hacer".
López hace que todos lo ayuden en su estudio. Enrique es muy bueno cortando vidrio y piedras. Hilda y Jaime ayudan en el ensamble de los materiales para crear una imagen.
"El arte es una buena terapia para todos", dijo Jairo. "Te mantiene ocupado. Sé que cuando mi padre y yo entregamos una pieza a alguien, él se siente muy feliz de ver la obra terminada. Es muy orgullosos".
Sus familiares también ayudan a López en otro terreno, prestándole sus ojos: el religioso no distingue bien algunos colores, sobre todo el rojo y el verde.
El arte y el trabajo terminaron mezclándose. "Es parte de mis oraciones, de mi espiritualidad", manifestó. "Cuando uno medita, aprecia la belleza de Dios en los materiales, en los colores y en las texturas".
Compara un mosaico con la comunidad eclesiástica. "Los colores, las texturas y los materiales son mis feligreses. Tienen distintos estilos, distintas medidas y distintas culturas. La comunidad es un mosaico. Sin una pieza, la imagen no está completa", declaró.
Después de fiestas inmoderadas, quedan los residuos y la basura. Cajas de botellas de vidrio de color vacías se acumulan en el garaje del Padre Jairo López, para quien a basura de la fiesta de otra persona es para él un material preciado. Las botellas serán cortadas a mano y con los trozos de vidrio compondrá un mosaico, ya sea de una obra de arte con motivo religioso o no.
López es un sacerdote colombiano de 42 años, que ejerce su arte de realizar mosaicos utilizando pequeños pedazos de vidrio o de azulejos.
Sus obras se encuentran en la iglesia San Juan Evangelista y en Main Street de Marble Falls.
Jairo López nació en Sogomoso, Colombia, y completó sus estudios filosóficos en el Seminario Católico de Tunja. Luego se trasladó a Estados Unidos en 1992, donde completó sus estudios en Teología en el Seminario San Vicente de Paul de Boynton Beach, Florida. Fue ordenado como Presbítero en 1994 y asignado como párroco en la Diócesis de Austin, Texas.
López tiene un profundo aprecio y amor por el arte. Ha estudiado arte en la Universidad San Eduardo de Austin en Texas, EEUU, y en la Escuela de Arte del Mosaico en Ravena, Italia. El es un artista en la pintura al oleo y el arte del mosaico.
Una de sus obras, "Son of Suns" (Hijo de Soles), muestra un sol brillante sobre una plantación de girasoles.
En Austin, hay trabajos suyos en la capilla Chancery de la Diócesis Católica de esa ciudad. El Woodland Garden del Lady Bird Johnson Wildflower Center tiene dos esculturas, una de dos pavos reales y otra de papagayos.
Las botellas de cerveza en su estudio, en el garaje de la iglesia San Juan, son un regalo de la comunidad, según López. La gente conoce su afición por reciclar vidrio y crear obras de arte. "Ya tengo demasiadas botellas", dijo con una sonrisa.
Afuera de la iglesia hay una fuente de agua rodeada por un sendero circular con azulejos que es obra de López. Adentro, en la entrada, se observa un mosaico de López del escudo de armas de la Orden de la Santa Cruz. En el altar hay dos mosaicos de ángeles junto a una gran Cruz.
Además de vidrio, López trabaja también con mármol, granito y azulejos. Importa algunos materiales desde Italia, y cada obra le toma cientos de horas. Nuestra Señora de Guadalupe requiere unas 300 horas. Obras grandes como la de la iglesia Apóstol San Pablo de Horseshoe Bay le toman tres meses. Un colorido mosaico flanquea tres ventanas altas que dan al lago LBJ y cubre una gran parte del techo.
López asistió el seminario en su Colombia natal y completó su maestría en teología en el St. Vincent de Paul Seminary de la Florida. Se ordenó en 1994. Antes de residir en Marble Falls en el 2000, trabajó en Austin, Killeen, Round Rock y Mexia.
Hace mosaicos desde 1999.
"Visité iglesias en México e Italia que tenían mosaicos hermosos. Me interesó porque el arte dura para siempre", expresó. Estudió arte en la St. Edward's University y en la Escuela de Mosaicos Artísticos de Ravena, Italia.
Los martes -su día libre- los pasa en el garaje, que se ha convertido en un estudio. Antes de ir a la iglesia, es frecuente verlo trabajando en su taller, temprano en la mañana.
La iglesia no impide a sus sacerdotes crear piezas de arte para ser vendidas.
"No hay nada que le impida disfrutar con su pasión", declaró Christian González, de la diócesis de Austin. "Tenemos un par de sacerdotes que trabajan la madera. Solo los sacerdotes que pertenecen a una orden hacen votos de pobreza".
López dice que vende pocas piezas porque su trabajo como párroco le toma casi todo el tiempo. Y no todo lo que hace se vende. "La economía no es buena para el arte", manifestó.
El arte ayudó a López a sacar a su familia adelante. La familia vivía en Colombia en el 2002, cuando su hermano Jaime fue secuestrado y se pidió un rescate. Fue liberado dos días después. Hubo más amenazas de que su familia sería secuestrada, hasta que todos -sus padres Enrique e Hilda, un hermano y una hermana con sus sobrinos- partieron en medio de la noche en julio del 2004 y viajaron a Florida en EEUU.
"Dejaron todo: la casa, sus pertenencias, sus cuadros, todo", señala López. "Uno hace su vida en torno a una hacienda y de repente no tiene nada. Es duro".
López decidió llevar a sus padres a Texas pues se dio cuenta de que había que ayudar a su familia a integrarse a la vida en Estados Unidos.
"Lo peor fue volver a empezar", comenta su hermano Jaime López, de 50 años, quien trabaja en la limpieza de un hotel. "Todos extrañamos nuestro país".
"Es como levantarse un día borracho", dice Hilda, la madre. "¿Adónde va? Una no sabe qué hacer".
López hace que todos lo ayuden en su estudio. Enrique es muy bueno cortando vidrio y piedras. Hilda y Jaime ayudan en el ensamble de los materiales para crear una imagen.
"El arte es una buena terapia para todos", dijo Jairo. "Te mantiene ocupado. Sé que cuando mi padre y yo entregamos una pieza a alguien, él se siente muy feliz de ver la obra terminada. Es muy orgullosos".
Sus familiares también ayudan a López en otro terreno, prestándole sus ojos: el religioso no distingue bien algunos colores, sobre todo el rojo y el verde.
El arte y el trabajo terminaron mezclándose. "Es parte de mis oraciones, de mi espiritualidad", manifestó. "Cuando uno medita, aprecia la belleza de Dios en los materiales, en los colores y en las texturas".
Compara un mosaico con la comunidad eclesiástica. "Los colores, las texturas y los materiales son mis feligreses. Tienen distintos estilos, distintas medidas y distintas culturas. La comunidad es un mosaico. Sin una pieza, la imagen no está completa", declaró.
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