Eduardo Duhalde parte hacia Estados Unidos, en el desarrollo de su estrategia de reinstalación política y proyección de su imagen en el plano internacional.
El Council of Americas le formuló una convocatoria, en evidente desafío a la presidente Cristina Kirchner, quien ha hecho de ese organismo su escenario favorito y de la CEO Susan Segal, su lobbista de cabecera.
Duhalde busca medir la recepción del auditorio, según ideas en las que trabaja desde hace tiempo: la construcción de un modelo de "consensos" para políticas de Estado.
Washington será el primer sitio para su reinstalación internacional, y en el armado de un perfil acorde a temáticas sobre las que trabajó luego de dejar el gobierno y asumir la Presidencia del Mercosur.
Además se reunirá en Bolonia con el politólogo Giovanni Sartori, y es posible que también viaje a Madrid para una charla con Santiago Carrillo, el ex secretario del Partido Comunista español.
Giovanni Sartori: "La Argentina debería librarse del peronismo", a la vez que el politicólogo italiano elogió a Kirchner.
"Néstor Kirchner es un presidente que "tiene la fuerza, el carisma y la popularidad" necesarios para combatir de verdad la corrupción", dijo Sartori en una nota publicada por el diario La Nación el día 5 de mayo de 2004, con lo cual muestra su grado de desconocimiento del liderazgo judicialmente denunciado por corrupto del matrimonio presidencial. "La Argentina es una catástrofe de la mala política, que comienza con el peronismo, que sobrevive en la historia argentina. El antiperonismo se hace en nombre del peronismo", expresaba en la entrevista.
En la madrugada del 7 de noviembre de 1936, el puesto de consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid había recaído en el joven Santiago Carrillo. Tenía 21 años y era el secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Santiago Carrillo es acusado como genocida, por haber ordenado las matanzas de Paracuellos, siendo el responsable del Consejo de la Dirección General de Seguridad, al que se le atribuye la responsabilidad de las matanzas. Esta masacre fue realizada junto a Serrano Poncela, el cual procedió a las extracciones de presos, quienes fueron asesinados por las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia.
Las llamadas matanzas de Paracuellos fueron una serie de episodios organizados de asesinato masivo de varios miles de prisioneros considerados opuestos al bando republicano.
Las matanzas se realizaron aprovechando los traslados de presos de diversas cárceles madrileñas, conocidos popularmente como sacas, llevados a cabo entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, mientras se enfrentaban las tropas gubernamentales y franquistas por el control de la ciudad.
Miles de prisioneros fueron asesinados. Entre ellos se encontraban militares que habían participado en la sublevación o que no se habían incorporado a la defensa de la República,[4] falangistas, religiosos, militantes de la derecha, burgueses y otras personas que en su inmensa mayoría habían sido detenidas por ser simplemente consideradas como partidarias de la sublevación, y custodiadas sin amparo legal ni acusación formal.
Tras ser extraídos de las prisiones con listas elaboradas y notificaciones de traslado o libertad en ocasiones firmadas por Segundo Serrano Poncela, el delegado de Orden Público de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, encabezada por Santiago Carrillo, y posteriormente fusilados de manera sumaria por milicias pertenecientes a las organizaciones obreras. La matanzas de Paracuellos son consideradas las de mayor dimensión que tuvieron lugar en la retaguardia de la zona republicana. El número de asesinados ascendió a varios miles, entre 2.000 y 5.000 personas.
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