Cuerpos Militares de Buenos Aires! La energía con que habéis dado una autoridad firme a vuestra Patria, no honra menos vuestras armas, que la madurez de vuestros pagos distingue vuestra generosidad y patriotismo.
Agitados los ánimos por la incertidumbre de nuestra exigencia política, supisteis conciliar todo el furor de un entusiasmo exaltado con la serenidad de un ciudadano que discurre tranquilamente sobre la suerte de su Patria y las armas que cargábais no sirvieron si no para abrir a la razón, para que recuperando sus derechos fuese la única guía de una resolución magnánima que debe fijar el destino de estas provincias.
Los pueblos antiguos no vieron un espectáculo tan tierno como el que se ha presentado ante nosotros y cuando se creía apurado vuestro espíritu por el contraste a que la triste situación de la península lo había reducido, un heroico esfuerzo se propuso vengar tantas desgracias, enseñando al opresor de la Europa que el carácter americano opone a su ambición una barrera más fuerte que el inmenso piélago que ha contenido hasta ahora sus empresas.
¿Quién no respetará de ahora en adelante a los Cuerpos Militares de Buenos Aires?. Si examina vuestro valor lo hallarán consignado por las más gloriosas victorias; si se meditan esas intrigas; que más de una vez dieron por tierra con los pueblos esforzados, temblarán al recordar esa gloriosa escena que precedió a la inauguración de esa Junta; la sabiduría presidía vuestros discursos, las más vivas penetraciones disipaban los sofismas y religiosos observadores de los derechos del Rey y del pueblo; nada pudo desviarnos del camino legítimo que habíais meditado para su conservación.
Conservad siempre unida la oliva de los sabios al laurel de los guerreros y esperad de la Junta un celo para vuestro bien, igual al que habéis manifestado para formarla. Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo:
Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.
Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público.
Los alcaldes del barrio presentarán para el sábado de la presente semana todos los estados de los habitantes de sus respectivos cuarteles, que por anteriores providencias se hallaban pedidos.
Los mismos alcaldes de barrio ocurrirán al vocal de la Junta, Coronel D Miguel de Azcuénaga, para que en virtud de la comisión particular que tiene par el, efecto, dé las órdenes respectivas a la incorporación de aquellos individuos que deban aumentar la Fuerza Armada.
Los mismos alcaldes de barrios ocurrirán al mismo Sr Azcuénaga para que les haga entregar la armería Real el número de fusiles correspondientes al número de hombres que se vaya aumentando.
Estando igualmente encargado el Sr Azcuénaga de activar y velar con especialidad sobre los trabajos de armería, se le dará razón de los fusiles descompuestos que introduzcan en ella, para que se apresure su compostura y devolución.
Los alcaldes de barrios, comisionados y vecinos que tratasen de devolver las armas que se han exigido por bando, harán la entrega en la casa del Sr Azcuénaga, por cuyo conducto se impartirá las órdenes relativas a esta importante materia.
Habiendo tomado la Junta medidas seguras para el acopio de las armas, capaz de proveer el aumento de nuestra fuerza, espera del celo de los comandantes militares no omitirán diligencia alguna que sea conducente a la integración de sus cuerpos bajo el plan propuesto.
sábado, 29 de mayo de 2010
PROCLAMA DE LA PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO DE 29 DE MAYO DE 1810
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