En la foto: Guillermo Justo Chavez (Director del Instituto Nacional de Capacitación Política - Ministerio del Interior)
Buenos Aires, lunes 7 de junio de 2010
La semana pasada el Consejo Nacional del Partido Justicialista reunido en la Provincia de Tucumán tomó la trascendente decisión de lanzar el Instituto de formación y de políticas públicas que se dedicara a la preparación de cuadros políticos y dirigenciales de nuestra fuerza política.
Esto viene a cubrir un vacío de años en nuestro conglomerado de fuerzas políticas. La ausencia de un espacio para la formación de cuadros políticos y dirigenciales es una de las cuentas pendientes de la democracia argentina, aunque no es casualidad que haya sido así; y tampoco es casualidad que hoy estemos en los prolegómenos del lanzamiento de tan necesario ámbito.
Y no es casual, que desde la restauración de la democracia hayamos tenido grandes dificultades para tener escuelas de gobierno o institutos de capacitación con sustentabilidad en el tiempo, pese a un incipiente intento durante los primeros años de la democracia recuperada. Las causas en mi criterio han sido dos. La primera tiene que ver con el triunfo de la cultura de los años de plomo que inculcó en la ciudadanía el miedo a participar. La segunda con las ideas del individualismo que fueron creciendo a medida que nos acercábamos a los infames noventa, fueron complementadas con el asedio a la política por parte del paradigma neoliberal que ofrecía la solución tecnocrática a los problemas de la política y del Estado. Ese Estado que debía ser cada vez mas pequeño y como consecuencia de ello, se tornaban innecesarios los cuadros políticos-administrativos que una fuerza política podía aportar. Y en última instancia repito, esos lugares lo ocupaban “los técnicos” que ofrecían soluciones objetivas “pragmáticas”. Era la muerte de las ideologías.
Qué instancia de capacitación podrían tener los partidos políticos nacionales si toda su doctrina se hallaba en jaque por esta suerte de pensamiento único? La falta de debate de ideas no solo se hallaba en la sociedad, también en la vida interna de los partidos, acrecentando sus crisis, transformándose únicamente en herramientas electorales o clubes de admiradores, aspectos algunos que se mantienen en algunas de las denominadas nuevas fuerzas políticas.
Y no es casualidad tampoco que hoy comencemos una nueva historia. La recuperación de tres elementos de la realidad política, hace que no solo se torne importante, sino imperioso y necesario la formación de líderes por parte -en este- caso del Partido Justicialista. El primero de ellos el retorno de la política; como idea, luego como convicción y posteriormente como acción política transformadora. El ideario, nuestra concepción del mundo, nuestra identificación con un grupo de ideas y valores hoy pueden ser plasmadas en la realidad objetiva. Sumado a la visión de la política como escenario de disputa por el poder real y no solo por los cargos de gobierno, algo a lo que nos habían acostumbrado.
El segundo que viene de la mano de la política es la recuperación del Estado como el gran articulador de la vida social. Afirmándose en el centro del dispositivo económico y transformándose en el promotor del desarrollo y el bienestar. Y en tercer la lugar, la democracia. Una nueva democracia que va desde lo normativo, a través de una reforma política que intenta dotar de calidad a nuestro sistema, hasta la democracia como forma de distribuir el poder. El poder político, el poder económico -a través de la distribución de la renta- y el poder mediático -a través de la democratización de la información-.
La reforma del año 1994 en su artículo 38 le da jerarquía constitucional a los Partidos Políticos y menciona que el Estado contribuye a la capacitación de sus dirigentes. Con esa idea y ante la ausencia de los partidos en esta función, desde el Instituto Nacional de Capacitación Política comenzamos con una tarea que venimos realizando a lo largo y a lo ancho de todo el país desde el 10 de diciembre de 2007 con el objetivo de dotar a nuestro país en los distintos órdenes, ya sea nacional, provincial o local de ciudadanos y dirigentes comprometidos, con vocación de servicio, con amor hacia sus semejantes, pero con capacidades técnicas para hacer frente a sociedades demandantes y realidades complejas. Hoy llevamos cerca de 25.000 ciudadanos que pasaron por las actividades.
Como parte de un nuevo escenario donde se vuelve a debatir política, donde se pueden discutir ideas y proponer modelos, crear una instancia de formación no es algo menor. Requiere de audacia, determinación y una forma diferente de ver la política, pensada en un marco de generosidad alejada de la mezquindad, el oportunismo y la farandulización a la que muchas veces la han llevado.
A su vez me animo a decir que para el peronismo representa un gran desafío volver a trabajar sobre la identidad de un movimiento que nació en un mundo que no existe más. Seguramente con la difícil tarea de elaborar una agenda programática basada en sus ideales y su doctrina, actualizándola y dotándola de un perfil progresista, que significa, ni mas ni menos, que trasladar sus históricas banderas a nuestra sociedad del siglo XXI.
Este nuevo espacio generará las condiciones para la elaboración de un pensamiento estratégico y de futuro, proyectando a la Argentina a 20 o 30 años. Y como consecuencia natural de todo esto se promoverá la emergencia de nuevos dirigentes y una mayor democratización interna.
En los últimos años se ha discutido acerca de ¿qué es realmente el peronismo? Es cultura popular? Es una maquinaria electoral?
Creo que, finalmente, además de todo eso -que lo es-, tiene la oportunidad de transformarse en un partido político moderno, ágil, con cuadros preparados en todo el país y con la posibilidad de ser un modelo para el resto de las fuerzas políticas pensando en una democracia cada día mas sana, igualitaria y eficiente.
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