Por Luz Gabriela Garnica
La media Sanción al proyecto de ley homosexual lograda por parte de la Cámara de Diputados, el pasado 5 de mayo, termina por delatar el sistema de gobierno denigrante que poseemos los argentinos. No se puede concebir el hecho de que el MATRIMONIO como Institución Sagrada e incorrompible sea flagelado y ultrajado por sistemas políticos que poco velan por el bienestar de la población. Pareciera ser que nos hemos sumergido en el mundo del revés, donde todo lo anormal es entendido y aceptado, o impuesto en este caso, como normal, donde la naturaleza misma del hombre es reinventada y modificada por él mismo, saboteando el Orden Natural instaurado. Ahora, una familia no podrá ser entendida por aquella constituida por un hombre y una mujer con sus respectivos hijos bendecidos en el matrimonio sino que también tendremos familias donde Juancito tendrá por padres a Rodolfo y Marcelo y Ana a Beatriz y Rosalinda.
Y mayor es nuestra indignación y repudio a diputados que sin ahondar en los estudios de los proyectos de ley se ajustan al bolsillo de sus amos y a los efectos que mejor les convenga. Diputados como Stella Maris Córdoba y Gerónimo Vargas Aignasse, quienes salieron en los medios como era de esperarse apoyando esta iniciativa completamente faltos de fundamentos y coherencia agrediendo de forma directa a la FAMILIA, base única y legítima de la sociedad, sólo merecen nuestro total rechazo y decirles que para nada nos representan.
Tales afirman que “las parejas homosexuales deben tener derechos previsionales, hereditarios y del régimen de sociedad conyugal, porque la Constitución y los pactos provisionales se los otorgan”, dejando completamente de lado el hecho de que si el Estado incurre en esto entraría en contradicción de sus propios deberes al alterar los principios de la ley natural. Pues no está demás recordar que el Derecho Positivo existe para salvaguardar el Derecho Natural, y que este derecho natural no puede ser anulado porque las leyes no pueden cambiar la naturaleza humana. Es así que se tiende a confundir y denunciar este hecho real como un acto de discriminación e intolerancia hacia la comunidad homosexual. Y déjenme aclararles, a mi entender, que esto nos es cosa o capricho del hombre sino que responde pura y exclusivamente a la naturaleza misma puesto que ésta no discrimina cuando nos hace varón o mujer y, como manifestó el Episcopado, “nuestro Código Civil no discrimina cuando exige el requisito de ser varón y mujer para contraer matrimonio; sólo reconoce una realidad natural. Y que las situaciones jurídicas de interés recíproca entre personas del mismo sexo pueden ser suficientemente tuteladas por el derecho común”. En cambio sí es un capricho del hombre el pretender que dos individuos del mismo sexo contraigan “matrimonio”, lo cual destruye y atenta directamente la constitución familiar como base y sostén de la Legítima Institución Social.
La comunidad homosexual manifiesta que “el matrimonio no tiene nada que ver con un sacramento, sino que es una institución del derecho civil”. En primer lugar, esto es un error ya que “la íntima comunidad de vida y amor conyugal se establece sobre la alianza del matrimonio el cual es un vínculo sagrado que no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio” (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 48,1). Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados.
El matrimonio no es una institución puramente humana. Más allá de que la misma palabra no sea de origen eclesial, sino que viene del derecho romano establecida a favor de la mujer, es un sacramento puesto que desde un principio fue bendecido y mandado por Dios al hombre: varón y mujer (GN. 1, 27-28; 2, 20-24).
En segundo lugar, el derecho tiene como fin mantener un orden social justo ceñido al derecho natural. Los actos homosexuales son contrarios a la ley natural.
Por otra parte también podemos oír que se dice: “las lesbianas, con la inseminación y la reproducción asistida, pueden concebir” (…). Estas técnicas son gravemente deshonestas (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero). Inseminación y fecundación artificiales heterólogas lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Es esencial para la salud y el desarrollo de la personalidad del niño crecer en un ámbito familiar donde la imagen del padre y la madre sean claramente definidos, no puede concebirse el permitirles normal el hecho de que “está bien visto que un hombre se case con un hombre o una mujer con otra”, esto es completamente aberrante, ¿hacia donde estamos llevando a nuestras futuras generaciones?
No se trata de discriminación alguna puesto que nadie los discrimina sino de mantener las cosas en el lugar que les corresponde. “La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y la mujer en el matrimonio con un doble fin y significado: el unitivo y el procreador” (CIC2360, pp. 586). Pues la fecundidad es un DON, un fin del matrimonio. El hijo no es un derecho sino un don.
El matrimonio tiene su origen en la Voluntad de Dios. Atentar contra esta institución es atentar contra Dios mismo. Es importante que les quede bien en claro lo siguiente: Argentina es una nación Cristiana e iniciativas como éstas sólo agreden y atacan la fe del pueblo argentino. Es increíble cómo una minoría hace y deshace ante el NO de una gran mayoría. No estaría mal preguntarnos por qué será que esto sucede.
Gente, despertémonos de una buena vez y empecemos a tomar carta en el asunto si no queremos que nuestra patria sea una víctima más de “políticas diseñadas” que los títeres de nuestros gobernantes promulgan y se esfuerzan en aplicar. Esto es una forma más de destruir con nuestros cimientos y principios como nación.
Espero que este llamado de atención sirva para que el pueblo argentino reaccione frente el orden que nos quieren imponer.
“El Estado que corrompe a la familia se autodestruye”
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