La aprobación del homomonio en el Senado no es más que la declaración de guerra a toda la población heterosexual, una imposición de una minoría que incurre en un vicio de lujuria antinatural por sobre la sociedad entera.
El odio anticatólico fue exhibido con toda su crudeza en el oficialista discurso de Pichetto, atacando furibundamente a la Iglesia Católica, pero también a todos aquellos que comparten la Tradición de la Iglesia Católica y a todas las religiones que no aceptan la relación homosexual como una virtud, y a toda persona que sostenga una filosofía estoica en la vida.
Lo que se busca no es más que la apología de la perversión entre los niños, aplicada en la educación sexual que se impartirá en cada establecimiento antieducativo, iniciando precozmente en temas sexuales a los niños, degradándolos, robándoles la inocencia, haciéndoles vivir cuestiones que no son de su edad, enseñándoles las mil clases de relaciones y perversiones sexuales como si fuesen todas modalidades aceptables.
Esto no es más que un acto de Traición a la Patria que debe ser penado con el máximo rigor, esto no es más que un atentado a la Patria, esto no es más que avasallar a cada familia, a cada persona, a cada Provincia, y a la Nación entera. Pero lo que si pisotea, es a Jesucristo mismo, se lo crucifica nuevamente, se lo ofende, se lo escupe, se lo golpea hasta sangrar, y se le coloca la Corona de Espinas. Sí, sólo faltó el motivo de la condena a los católicos: INRI, Jesús Nazareno Rey de los Judíos y del Universo.
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