Fuente: http://caballerosautoconvocados.blogspot.com/
Muchas piensan que hay una cuestión de mujeres que se llama "feminismo" y que sólo entre mujeres ha de resolverse, y al estilo femenino. Se equivocan. Ese es el error básico de principio que está afectando a una sociedad cada vez más afeminada y de la cual resulta URGENTE salir.
Las manifestaciones de las mujeres autoconvocadas en el Encuentro Nacional de Mujeres que se está efectuando anualmente, acaban en un evento pernicioso no solamente para las mujeres que asisten, sino para las que no asisten y para la sociedad entera.
Las mujeres están desubicadas, y esa desubicación les acarrea una infelicidad buscada, pues rehuyen de su propia naturaleza para buscar la felicidad en donde no se halla para la mujer: en el modo de vida del varón.
La mujer ha sido creada para la maternidad, su esencia es la maternidad, y en su caso la maternalidad cuando consagra su vida a la virginidad y la castidad perpetua. Pero la visión de la mujer es cíclica, e incluso contradictoria, y de allí la necesidad de que el varón sea una guía para su vida, que la ayuda a conseguir un mayor equilibrio en la vida.
¿Es posible sujetar a las chicas y mujeres católicas a la violencia pseudomasculina de las anticatólicas? ¿Quién debe defender a la mujer católica cuando es agredida por otra mujer? ¿Si un varón tiene una amiga, novia o esposa que se sujeta a situaciones de violencia de otras mujeres, debe permitir de modo pasivo que "pase lo que tenga que pasar" sin intervenir? ¿Es esta la actitud de un Caballero?
La respuesta es clara: la delicadeza de la mujer que quiere ser mujer, que no quiere confundirse con un hombre sin bigotes es una valla frente a la violencia de las feministas. Y esto debiera llevar a las mujeres no feministas a reflexionar sobre cuál es el grado de contagio de feminismo que padece en su vida, es decir: ¿en qué medida se han aceptado postulados feministas que llevan a la infelicidad a la mujer que practica tales ideas que atentan contra su propia naturaleza?
El diablo tentó primero a la mujer, porque conocía su naturaleza. Hoy también ha sido elegida la mujer como blanco de los ataques. Y los Caballeros no podemos quedarnos al margen, sino que debemos intervenir y participar para que se impidan los actos de injusticia. Y se ha de intervenir cuando las instituciones quedan colapsadas y no funcionan, y cuando la mujer es rebasada y se convierte en víctima.
El problema de las "mujeres feministas" no se soluciona desde la mujer que quiere ser un varón, sino desde la mujer que es mujer. La primera tiene una esquizofrenia, la segunda es una mujer equilibrada.
La mujer que trabaja fuera del hogar porque se le da la gana, la mujer que vive la "liberación sexual", la mujer que es golpeadora y violenta, la mujer que es enferma, la mujer que convierte el hogar en un infierno, la mujer que odia al varón y lo daña, la mujer que echa la culpa de todos los males del mundo al varón (todo lo viril es "patriarcal" para esa visión), la mujer que quiere al varón cumpliendo tareas femeninos... esa mujer es la feminista.
La mujer que sólo en una emergencia colabora con el varón para que la familia tenga un ingreso económico en momentos de crisis, la mujer que vive la virginidad y la castidad antes del matrimonio, la mujer que es fiel en el matrimonio, la mujer que ama a su familia, la mujer que es sana, la que convierte el hogar un un sitio confortable para vivir, la mujer que ama a su esposo y sabe donarse hasta darlo todo, la mujer que comprende los alcances del Pecado Original que ha dañado a varones y mujeres, la mujer que sabe valorar las virtudes del varón, la mujer que es mujer y que naturalmente espera que el varón se comporte como un varón... esa mujer es una mujer, valga la redundancia.
El Encuentro Nacional de Mujeres no es un evento "cultural", ni "social", ni "económico" (aunque haya fealdades antisociales y afanos en el medio), sino que se trata de un evento político de esencia anticatólica, y por tanto antinatural. Y dada tal naturaleza, que afecta a toda la sociedad, se exige la participación del varón en tanto que una sola mujer sea agraviada o sus derechos sean pisoteados.
"No los necesitamos", "nosotras nos arreglamos solas"... serán frases que no contemplan lo que en verdad está sucediendo en esos eventos. "Los hombres serán una presencia perniciosa en el lugar"...
¡Ya basta! Hemos visto hasta dónde llegan, hasta dónde avanzan. ¿Sabe una mujer qué se debe hacer cuando en una trinchera se acerca el enemigo para matar a todos los que están en la trinchera? ¿Piensa una mujer que hay que salir a repartirles florcitas? No: en la trinchera hay que pelear.
Las mujeres católicas están concurriendo a una trinchera, sin darse cuenta de ello. Escuchar reiteradamente: "el hombre no nos permite ser fuertes, el hombre no nos permite que nosotras solas corramos los pesados muebles o abramos los frascos cerrados de la heladera"
No, señora: esa es la naturaleza femenina. Usted es débil por naturaleza si se compara con un varón, y no puede levantar los pesos que el varón sí puede.
"Pero es que el hombre no nos permite crecer, porque el hombre vive trabajando, y cuando llega a la casa viene cansado, y nosotras por qué no podemos hacer eso?"
No, señora: esa es la naturaleza del varón. Usted debe cuidar de los bebés que tenga en el hogar, en vez de permitir que una mujer cualquiera eduque, forme y vea cómo crecen sus hijos, mientras Usted está preocupada por sacar una buena nota en un instituto educativo o gana unos pesos esperando un ascenso laboral. Usted prefiere salir y abandonar a su esposo y sus hijos, despreciando el aporte de su esposo y el acompañamiento de sus hijos... y después se va a quejar porque su matrimonio "fue un fracaso". Usted le deja la comidita en el freezer, y ve a su esposo una vez por semana, los fines de semana... porque ni se cruzan en la casa: acaba conviviendo con seres desconocidos, que son su esposo y sus hijos.
Usted quiere vestir como un varón, desprecia la indumentaria femenina, quiere cortarse el pelo como un varón... solamente tiene que dejar crecer el bigote e imitar un vozarrón masculino, y aun así seguirá siendo una mujer, porque esa es su naturaleza. Por más lesbiana, machona u operada que sea, siempre será una mujer.
Mujeres que han renunciado a ser mujeres, que han dejado de tener de modelo a la Virgen María llena de Gracia para erigir a la última prostituta mediática en su modelo de vida, que siempre es una infeliz.
Mujeres que han caído en la trampa de la visión pansexualista, que creen ser libres cuando acaban como juguetes de los varones, como una cosa que sólo vale por un instante de placer. Mujeres que sólo ven como norma de vida el placer, y no las virtudes.
Hasta las mujeres más católicas han sido víctimas de este diabólico engaño, e incluso insistirán en que son "libres". ¿Libres de qué? De la naturaleza femenina. Y una vez que contradicen la naturaleza, caen en lo antinatural. Y la felicidad jamás se hallará en lo antinatural.
Pero no hemos de discutir con aquellas personas que sostienen que la nieve es negra. Allá cada cual.
Nada de lo dicho exime a los Caballeros del deber de defensa de las mujeres que resultan agredidas y víctimas de violencia de otras mujeres. Esta ola de afeminamiento debe ser detenida. Y todos debemos detenerla.
¿Quién defenderá a las mujeres que son mujeres? Los Caballeros, como no puede ser de otra manera.
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