Por Ignacio Garda Ortiz
A Sacheri y Genta
Un tropel vociferante
de mozalbetes airados
irrumpe en un hospital
donde solo se ha quedado
el médico que en la noche
vigila el lugar callado
-¿Dónde está? - requiere uno.
Entrégalo o te matamos.
-¿Dónde está quién? ¿De qué hablan?
¿No se habrán equivocado?
- El Rey, queremos al Rey.
- Lo queremos para ahorcarlo.
-¿Al Rey? ¿Qué es esto muchachos?
No hay Rey, somos ciudadanos
de un país republicano
que tiene su presidente
por el cual hemos votado
y si hay grupos disidentes...
-¡Calla, no mientas!, hay Rey
lo sabemos y entregadlo.
-¿Y por qué es que lo sabéis?
¿Es que le visteis acaso?
- A El no, pero hemos visto
a su gente en todos lados.
- Y, ¿Por qué queréis matarlo?
¿Qué os ha hecho? Responded
un instante vacilaron
pero al fin uno gritó:
¡Porque es loco y reaccionario!
- Pero si no le habéis visto,
ni sentido hablar de Él...
¿Sabéis al menos su nombre?
- ¡Pues claro! Le dicen Cristo
y sus secuaces insisten
en llamarlo Cristo Rey.
-Pero ese Cristo ya ha muerto
nada tenéis que temer...
- Mientes infame traidor
no ha muerto, no puede ser
porque hemos visto a su gente
perder la vida por El.
Cristo vive, lo sabemos
no nos podrás engañar
¿O acaso Carlos Sacheri,
Bruno Genta y los demás
habrían dado su vida
por un muerto nada más?
- ¿Sabéis que tenéis razón?
me acabáis de convencer
Cristo vive y Él es Rey
y no lo podréis matar
y sabed que de ahora en más
yo lo voy a defender.
La diabólica mesnada
arremetió contra aquél
buen hombre sin comprender
que con esa torpe acción
engrosaba la legión
que defiende a Cristo Rey.
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