Por: Ing. Alejandro Pérez Unzner
Analista invitado: Dr. Marcelo Busquets
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Apuntes de mercados agropecuarios y afines, e idea de ver un poco más allá de lo sectorial.
Enero de 1974, Trípoli. El líder libio, Muammar el Khadafi, explica los alcances del acuerdo bilateral al que arribó su gobierno con el de la Argentina, representado por el ministro de Bienestar Social, José López Rega. Las imágenes de los integrantes de la misión argentina, eufóricos, perduran en nuestra memoria. Tanto, como los nunca del todo aclarados vínculos entre el dictador (ahora severamente atacado por una masiva insurrección) y los sucesivos gobiernos argentinos, incluyendo su apoyo durante la guerra de Malvinas.
El presidente de entonces, Juan Domingo Perón, también se había vestido con su uniforme militar pocos días antes, para fustigar a propios y extraños luego de un ataque guerrillero a un regimiento del Ejército. Mucho se habló sobre que cuadros terroristas eran entrenados en la misma Libia. Mucho, también, de la relación entre capitales de dicho origen y el malogrado proyecto misilístico autónomo Cóndor II. Fueron los de 1974 días aciagos para nuestro país, envuelto en una lucha armada cuyos motores siguen estando tapados por el velo del tiempo y cuyos efectos continúan, en parte, siendo padecidos a diario por quienes tratamos de hacer, palabra tras palabra, la Patria. Son los actuales días de difícil comprensión, casi tanto como aquellos. Por si acaso, mudez del gobierno de la viuda de Kirchner, que odia los uniformes militares, acerca de la situación y las reacciones del viejo “amigo” Khadafi.
Mientras el mundo se apresta para hacer frente a una fuerte tormenta en el Sol, el dólar futuro a un año cotiza aquí a $ 4.52, el consumo de carne baja a niveles propios de la crisis de 2002 y es detenido un importante dirigente gremial en la causa por el asesinato de un izquierdista revoltoso, ayer (sin las referencias de mercados de EE.UU.) las acciones cayeron y los inversores se refugiaron en commodities como el oro (pasó los u$s 1.400 por onza) o el petróleo (cómodo por encima de los 105 u$S/barril, en Londres). La crisis en Libia provoca temor, dado su rol dentro del mundo petrolero, y ahora motiva un llamamiento de EE.UU. a cesar el derramamiento de sangre (no tardó tanto en pronunciarse cuando lo de Egipto, ya que Libia se ha mantenido desde hace cuatro décadas, digamos, un tanto alejada de la influencia de Washington), esperando yo particularmente algún gesto político de Italia, natural “tutor” (y antes, jefa colonial) de Trípoli, o de la UE.
El acuerdo alcanzado en 1974 era, en resumidas cuentas, petróleo por granos y derivados. Petróleo que resultó muy caro, según parece, y supuestos dividendos particulares para el que iba a convertirse en el “hombre fuerte” de la Argentina, meses más tarde. Si con Perón vivo ya su influencia era clave, con la viuda del general en el poder, fue aun mayor. Siempre bajo el lema de “aunar los objetivos de los pueblos”, como destacara el propio López Rega. Eso sí, de cuáles objetivos hablaba nunca quedó claro.
El trigo, en una jornada de precios en general estables, dio que hablar ayer porque hubo algunos negocios en la franja de “baja proteína”, es decir, 9 a 9,5%. Y seguramente dará que hablar hoy, cuando se reúnan los miembros de la Mesa de Enlace ruralista, para tratar su situación. Porque la gente espera “la” venta, en serio. No la parodia.
También habrá tiempo para hablar del maíz, cuyo mercado parece, inexorablemente, ensombrecido por las acciones del gobierno. Más allá de que se vea al forrajero algo sobrevaluado frente a la soja, razón por la cual desde lo técnico se aconseje aprovechar precios para venderlo y esperar un poco más al poroto.
En el Chicago electrónico, la soja baja u$s/t 0,50 en cercanos y los recupera en contratos diferidos, el maíz pierde 0,80 y el trigo 1,20 u$s/t.
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