Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 – CMN 73 – VGB)
La natural inquietud de colaborar en los destinos del país, pensando que, para hacerlo, es necesario formar parte de los gobiernos, algunos militares, bien intencionados, propician lograrlo mediante un “partido político militar” como el instrumento idóneo para hacerlo. Ello significa salir de la abstención y evitar caer en la violencia, pero no tiene en cuenta las dificultades y consecuencias de un accionar para el cual no se está preparado lo que debería llevarlos a descartarlo e implementar una adecuada “ingeniería” de participación
Para ser gobernante, conforme las leyes, hay que transitar por el camino de la política pública dentro de las normas que determinan como postularse y ser elegido por la sociedad. Sin dudas ese es el único, verdadero y legal método por el cual todo ciudadano tiene la posibilidad de llegar a un cargo gubernamental dentro de la estructura estatal. Ese proceso es válido y concreto para todos los ciudadanos, lo que lo hace valido también para (nosotros) los militares como individuos. En los últimos tiempos, algunos militares, en su carácter de ciudadanos, al no encontrar plataformas partidarias que conformen sus ideales, propician la formación de partidos políticos militares, pero, se estima por el razonamiento que sigue, que no es conveniente conformarlos, por lo inconveniente que resultarían que como y desde un conjunto o agrupación de militares se intente un accionar político que no estaría conforme a lo que se puede considerar que es el perfil clásico de los mismos.
Se reconoce que la “política” es la forma genuina que tiene la sociedad para que llevar al poder institucional (gobierno) a los representantes de ideas, intereses o aspiraciones de una parte de la sociedad que, para lograrlo, se reúne en un “partido político”. Es decir, para llegar al poder de gobernar, es necesario unirse como lo determina la ley para conformar un conjunto lo suficientemente representativo que pueda elegir dentro de la proporción en la que esta fraccionada las acciones de los electorados. En nuestro país, la base de este fraccionamiento “debería” estar en el “federalismo”, tal como lo prescribe la CNA en su artículo 1, pero la realidad muestra que se conforma desde las ideologías y/o corporaciones, modificando el espíritu constitucional. Esta desviación institucional podría justificar, dando cabida a los militares como corporación, para llevar sus aspiraciones al ejercicio del poder electivo. si cuentan con las cantidades de votantes que se requiere. Un proceso similar se observa en ciertos sectores, como es el caso del campo o los sindicatos, que luego de un intento electoral identificador de los mismos, opto por formar parte de los partidos políticos, con la aclaración que, en sus funciones, “representarían” los intereses que les daban origen. La realidad ha mostrado que aun sus esfuerzos, no se alcanzan en estos casos las cantidades de legisladores que configuren con peso a estos grupos, lo que los lleva, finalmente, a incorporarse a las posiciones más importantes o “jugar” con su capacidad circunstancialmente. Debe tenerse en cuenta que, de lograrse estas ideas, los parlamentos se convertirían en representaciones “corporativas exclusivas” y no como es en el presente que son “ideologizas-corporativas”. lo que motivaría una modificación sustancial y absoluta de la esencia democrática de la que hacemos gala. La política debe ser la búsqueda del “consenso” desde posiciones diferentes y no una forma de “conflicto” originado por antagonismos irreversibles, vengativos y crueles entre sí. Cuando fallan los mecanismos de la democracia, como sería el caso actual nuestro, por la equivoca conformación de la participación para la representación, surge la abstención y/o la violencia que es un renunciamiento o una crueldad, respectivamente, para imponer lo que la razón, la lógica y la justicia deben tener como objetivos.
Como es fácil observar, esta situación, se debe a las características de la evolución política en nuestro país, que está produciendo un fenómeno sociológico en el cual los sectores actúan en su defensa propia, lo que lleva a la perdida de los esfuerzos por el interés general, que ha sido y debería seguir siendo, el objeto de los gobernantes-. Esta situación, por lo tanto, no debe llevar a sorprendernos en el hecho de que se propicie la creación de un “sector militar” que, políticamente, tendría su razón, pero que. al significar una contraposición lógica con la mayoría “civil”, no resulta conveniente su formación ya que nunca lograría una cantidad superior para imponerse. El partido militar, consecuentemente, sería una “minoría” que en las acciones de gobierno tendría poca o nula capacidad de acción. En el pasado, en forma encubierta, existieron reales “partidos militares”, alentados por algunos políticos que, al no poder llegar al poder electoralmente, (nos) incitaban a la acción, pero, cuando llegaba el momento de “rendir cuentas” eludían toda responsabilidad. No se debe volver a caer en esta imprudente posición que (posiblemente) es la raíz del germen negativo que se padece en las actuales fuerzas armadas.
Debe tenerse en cuenta que, el escenario político de nuestros días (año 2011), ha “destruido” concretamente lo que eran los partidos políticos tradicionales, en los cuales, un conjunto de integrantes (militantes) elegían a aquellos que serian postulados para los cargos. En el presente los aspirantes se autopostulan, casi individualmente, cambian de partido políticos o forman uno de acuerdo a sus ideas, cuando directamente no los “adquieren” en un mercado existente no declarado. Vemos así, que hay personas que se postulan por el valor de su apellido, otras que lo hacen por ser destacados en alguna actividad, como puede ser el teatro o los deportes, y aun aquellos que se apoyan en un tema personal que ha tenido difusión, para pensar que pueden ser elegidos. La falta de coherencia electoral es creciente y contundente. En el diario LA NACION (08 mayo 2011) el señor Sergio Berensztein nos habla sobre “El fracaso es del sistema político” del que reproducimos algunos de sus párrafos: “Como la política gira en torno de personas y no reglas estables, son decisiones individuales las que modifican las oportunidades y amenazas de otros actores dentro y fuera de sus partidos o distritos”. ”El sistema político ha vivido por décadas en un estado de crisis permanente, con episodios dantescos como la hiperinflación de 1989-1990, la aventura bélica de 1982, la violencia descontrolada y masiva violación de los derechos humanos, las constantes asonadas militares con apoyos civiles (incluido lideres sindicales)”.”Hasta que el conjunto de la sociedad argentina no advierta que carece de un sistema político que permita no solo procesar los conflicto de forma pacífica y de acuerdo a derecho, sino aprovechar las notables posibilidades de desarrollo del país, nos seguiremos entreteniendo con historias personales”. “Sin sistema democrático no hay democracia posible. Sin democracia, tampoco. La Argentina carece de ambos. En la medida en que el sistema democrático siga funcionando mal, sus posibilidades de hacer una diferencia efectiva y sustentable estarán definitivamente acotadas”. Esta realidad tan bien descripta en lo anterior, señala concretamente la no existencia de un “sistema político” normado que lleva a la anulación de los partidos políticos lo que conduce a los personalismos. Si este personalismo es tan real y concreto, se podría dar que un militar también se postule, si es que siente, sabe y puede concurrir a la puja electoral y tiene en su conciencia la idea de que se desempeñara exitosamente en la función aspirada. Claro está que siempre estará presente (por mas que se omita decirlo) el factor económico que le permita acceder a los medios de comunicación para que el electorado lo conozca y valore. Sintetizando, en la actualidad los “partidos políticos” no revisten el carácter definitorio en sus trayectorias, sino que solo sirven de apoyo “legal” a las aspiraciones individuales. Por ello, formar un partido político militar no tiene justificativo, pues el tema ya no es de estas agrupaciones, sino neta y absolutamente individual.
Históricamente los militares tienen (tenemos) como única agrupación la fuerza armada a la que pertenecen y la política que apoyan es la de la nación como un todo soberano. Si bien (lamentablemente) cuando la acción de los políticos influyo sobre los militares para un “desvío” institucional, las consecuencias no fueron éxito y las fuerzas armadas “cargaron” en sus responsabilidades lo que debió ser de los gobernantes civiles. Esta experiencia señala que el militar, por lo tanto, debe y puede actuar políticamente como individuo, pero jamás caer en la “trampa” de su accionar como conjunto, como si fuera una “parte” (partido) de la sociedad, ya que se debe pensar que siempre el militar será el reflejo de su totalidad. Aquellos que lo olvidan deben volver a leer lo que dijo Carlos Pellegrini sobre los militares que si bien lo hizo hace casi un siglo, tiene y tendrá vigencia permanente.
Existen ejemplos de militares que han llegado a la función pública por elección popular de las sociedades dentro de los partidos políticos. Ellos lo han hecho dentro de partidos conforme a las plataformas que les corresponde que, sin dudas, no contienen como esencia las cuestiones militares como base, pero si los clásicos sociales, culturales, etc. Se recuerda ejemplos de brillantes gobernantes y distinguidos legisladores militares que han hecho gala en su actuación dando muestra de lo positivo que ha sido su elección. Ellos, como también otros políticos de origen civil, han llevado temas o cuestiones relativas a la defensa, la seguridad, la organización militar, etc. con éxito o fracaso en su sanción, conforme lograron la anuencia y apoyo de votos favorables necesarios. Sin embargo, los temas de defensa, etc., en la mayoría de los casos, han sido originados por “mensajes del Poder Ejecutivo” (Ministerio de Defensa con Jefaturas Generales del Estado Mayor de las Fuerzas) y, en alguna ocasión, casi excepcional, resultante de una propuesta de terceros (normalmente militares o estudiosos de la defensa interesados). Tener en cuenta que, dado que siempre se tratan de cuestiones específicas, al requerir una adecuada base técnica y científica, tanto los mensajes como las propuestas, tienen un claro sustento profesional y provienen de personas involucradas o pertenecientes a las fuerzas armadas. Este accionar no requiere contar con un “partido político militar” ya que es el aporte logrado por entidades de estudio o foros, cuando no personas aisladas, que con su trabajo contribuyen a la evolución profesional.
Es conveniente recordar que los mecanismos legislativos son complejos, diversos y complicados, por lo que todo los proyectos deben transitar una serie de pasos en los cuales se los estudia, analiza, aprueba o rechaza, conforme su calidad, oportunidad y condiciones de su tratamiento. El consenso, el dialogo, los fundamentos y, aun, las oportunidades, actúan en medio de un conjunto de imponderables, pero, el peso representativo de quien lo formula por su apoyo dentro de un conjunto (partido/bloque) es fundamental. Sin embargo, cuando los temas son realmente “profesionales” y no se percibe en ellos algún “interés” ajeno a la real institución, este proceso se agiliza y simplifica de manera singular. La “habilidad” de un legislador no siempre encuentra el eco que se puede esperar, ya que la “habilidad” de otro puede actuar en su apoyo o negación. La tarea legislativa es mucho más complicada que lo que se supone desde fuera de ella, es decir, no basta con llegar al cargo, sino que se debe tener la posibilidad de ejercerlo. Es público que hay legisladores que no tan solo no logran imponer se traten sus proyectos, sino que su actuación se materializa en “apoyo” a terceros como único proceder legislativo. Debe tenerse en cuenta que un proyecto aprobado es un éxito para aquel que lo presento y que ello significa valorización ante el electorado, por lo que surge una especie de egoísmo natural de otros que no reciben esta ventaja. Solo aquellos que han vivido la actividad política legislativa saben de estas situaciones características que no llegan generalmente a la opinión general pública, cuestión que se supone no es de conocimiento de aquellos que propician a los partidos políticos militares..
El militar que llega a la función pública, generalmente la legislativa, pese a su perfil especifico que lo caracteriza como tal, se ve en situaciones que lo que deberá hacer no tienen ninguna relación a las que vivió a lo largo de su carrera. Cuando se “deja de ser militar” para “hacerse político” se tiene necesariamente que actuar como lo hacen los políticos y dejar atrás las modalidades que le fueran características en su pasado. Esta realidad “individual” resulta difícil trasladarla a un “conjunto”, como serian los militares actuando en el bloque legislativo de su “partido militar”. El individuo actúa conforme su conciencia, en cambio en el conjunto, deberá hacerlo en base a lo que se convenga que, en ocasiones, no es lo que personalmente se siente o desea. Esta situación de dependencia partidaria también la viven los legisladores partidarios (civiles) pues deben actuar siguiendo el mandato de sus agrupaciones políticas que pueden ser contrarias a lo que aspirarían aquellos que fueron sus electores. Recordar que existe un permanente debate sobre si las “bancas” son propiedad de los partidos o individualmente de los legisladores. Pero, en el caso de los “civiles” ello está dentro de las “reglas del juego”, pero no se da lo mismo para los “militares”, pues ellos (guste o no) siguen siéndolo y tendrán como censores a sus propios camaradas- La “baja”, como posibilidad reglamentaria, es, seguramente, una solución posible, pero, en tal caso, ya se dejo de ser “militar”. Es decir, nos encontraríamos que el “partido militar” estaría constituido por “militares de baja” o sean “no-militares”, con lo que la esencia de lo buscado quedaría anulada por la realidad de lo realizado ya que nos veríamos ante un nuevo partido civil.
Aquellos que desean “contribuir” a la evolución positiva del país desde la política (como gobernantes) , deben recordar que existen otras formas o maneras para tratar de “llevar” ideas, propuestas o temas para que ellos tengan posibilidad de concretarse en los gobiernos. Claro está que que ellos son una “renuncia” al brillo personal del accionar como político y significa actuar pensando más en el aporte que se realiza que en el reconocimiento que se podría obtener. En principio muchos de los temas tienen origen en el Poder Ejecutivo en forma de “mensajes”. Para el caso de los temas militares ellos provienen del Ministerio de Defensa con el apoyo de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas. Bajo la posibilidad del derecho a “peticionar” y dentro del concepto de colaboración, es posible presentar a las autoridades militares propuestas sobre los más diversos temas profesionales y aun personales, para que ellas los estudien, analicen, aprueben o rechacen, conforme la normas castrenses en rigor vigentes. Esta también la opción de llevar la cuestión a los partidos políticos, para que ellos hagan lo propio y los envíen a sus representantes, o bien recurrir directamente a un legislador para hacer conocer la inquietud. No se debe descartar además la posibilidad de “ingresar” a un partido político (civil) o bien “lograr” ser incorporado como “asesor” de un legislador para tratar los temas militares que se tienen como inquietud. Es de señalar, que ambas posibilidades, en la actualidad, están concretadas y que hay militares actuando, participando y colaborando, tanto en los partidos políticos (civiles) como en las legislaturas, con éxito reconocido. Estas últimas deben ser modalidades de accionar que dan resultantes altamente positivas a las que se debería dedicar esfuerzo por su simplicidad y efectividad, al no confrontar (como un partido especifico) se gana el potencial de conjunto y se puede aspirar una mayor posibilidad de éxito.
Se podría concluir, por lo expuesto, que el tema de los “partidos políticos militares” pareciera que no tiene suficiente consistencia, pero en cambio es de destacar que si lo tiene y deben ser propiciados, los agrupamientos de estudio, que en forma de foros o movimientos, evalúan cuestiones, concretan proyectos y difunden ideas sobre temas o materias militares para conocimiento de la sociedad y como un aporte a las autoridades. Esta actividad, de tipo profesional, es un aporte preciado por los fundamentos sobre la que se basa actuando en manera pedagógica y dando un saldo educacional importante. En nuestro tiempo la WEB nos entrega valiosos estudios y prudentes opiniones sobre los temas militares y nos señalan experiencias sobre el resultado de acciones que deben servirnos de referencia. El tema de los “partidos políticos militares” ya ha sido tratado en otros países (Ejemplo España) y la negación a su constitución está claramente fundada. Claro está que los militares que actúan en estas agrupaciones o que publican sus ideas, no tienen aspiraciones de llegar a cargos gubernamentales electivos, pese a ello, no puede descartarse, que bajo alguna premisa, puedan ser convocados a prestar servicios en alguna entidad pública si es que triunfa el grupo político que asesoran. La experiencia señala que algunos (casi todos) proyectos “políticos” originados por legisladores (civiles) están fundamentados en trabajos realizados por militares o publicaciones sobre estos temas, como así también el hecho de que se ha llamado “en consulta” a distinguidos oficiales para evaluar temas o recibir asesoramiento.
Los temas militares exigen tener una adecuada base de conocimientos y una concreta experiencia en estos asuntos. Esta necesidad se agiganta en el presente por la amplitud, diversidad y complejidad que adquieren las relaciones entre los países y el surgir de diferentes actividades que ponen en riesgo la paz y el bienestar de la sociedad. Los temas de la defensa, como pueden ser los de la educación y la salud, son de total amplitud y tienen que ser tratados por profesionales para los conjuntos de la sociedad y no pueden ser fraccionados (partidos). Supongamos que los médicos quieran “imponer” sus ideas y formen un “partido político medico” o que los ingenieros hagan lo propio con el “partido político de ingenieros”, llevaría a una objetivización gubernamental desde ópticas determinadas que no son ni serán las necesarias para las comunidades con todas sus variables, espectros, etc. La formación de un “partido político militar” tendría los mismos efectos, lo que desvirtuaría los objetivos generales que se debe tener en materia política. Sin embargo, se reitera, el necesario profesionalismo que exigen actividades, como la militar, médica, etc., hace necesario y conveniente la presencia y la colaboración de aquellos (como nosotros los militares) en los partidos políticos (civiles) que requieren de esos conocimientos y experiencias.
Los militares que aspiran contribuir al aporte de capacidades para que el país mejore sus características o se logre un proceso exitoso hacia el futuro tienen necesariamente que llegar a lo político, pero, esta llegada tiene que ser básicamente intelectual, aportando sus conocimientos profesionales. Pareciera ser, poco conveniente, se aspire llegar a la función política representando al sector militar, lo que sería una parcialidad diferente a la magnitud general que nos caracteriza. Esas capacidades intelectuales y aspiraciones gubernamentales, pueden y deberían ser materializadas, en el seno de los partidos políticos con la presencia y la actuación en los mismos. Si se lograra que el “espíritu” nacional de servicio, la “ética” moral de las acciones y la “entrega” absoluta a las tareas que caracterizan (nos caracterizaran) al militar, contribuyendo efectiva y eficazmente en las tareas y actividades políticas, sería una inmejorable aporte a la salud en los poderes gubernamentales.
Argentina se encuentra en una encrucijada política, a la que se ha llegado por el juego de ideas e intereses de cúpulas, lo que nos tiene en un escenario frágil y tembloroso. Los políticos parece haber aprendido que (nosotros) los militares ya no pueden ser “usados” para actuar como “trampolín de cambios”, cuando sienten que no tienen capacidad electoral para llegar a los gobiernos, lo que es saludable y positivo, pero esto tiene que servirnos (a los militares) para implementar una verdadera “ingeniería política”, participando en el sistema e integrándonos a el, evitando confrontar como una parte especifica que tendrá siempre el sabor de corporativa. No hay dudas que se cuenta con mentes brillantes militares que tienen conocimientos y experiencias indudables y que la sociedad debería convocarlos para que contribuyan (como lo hicieran en el pasado) a la formación, evolución y progreso de la Nación, pero esta posibilidad no depende de nosotros (los militares) sino que será resultado de nuestras conductas que con su accionar seguramente despertaran nuestra valorización en la sociedad de la que somos integrantes y parte.
El desafío, por lo tanto, es como actuar para el bien común, sin que ello signifique dejar o renunciar a los valores, principios y características que hacen al militar que, si bien es un ciudadano, su vocación castrense lo proyecta a la unidad de la sociedad y no a ser parte de sus naturales disputas internas. Recordemos que el General Don José de San Martin, no regreso al país para no estar involucrado en la lucha entre argentinos pues para él la nación era un todo único e indivisible, es decir: la Patria.
Nota: (*) El suscripto comprende y comparte las inquietudes militares que se originan en los temas de coyuntura en nuestra sociedad, sin embargo, estima que no se debe dejar de tener en cuenta la dimensión estructural que tiene que ser el sustento permanente del accionar evitando que actos del corto plazo signifiquen desvíos a las obligaciones de largo plazo que no pueden ser olvidadas o soslayadas. El momento actual es parte de un proceso de larga data y la reformulación para el futuro tiene que apoyarse en inteligencia sanamente aplicada como un virtud de grandes ante la Patria.
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