Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 08 de Junio del año 2011 – 1045
La falta de talento que nos está matando podría subsanarse con un gran amor de Dios. "Intelectus apertatus discurrit" ("la inteligencia cuando está exigida, razona con agilidad") decían los latinos. La inteligencia urgida por el amor de Dios o sea "apretada" por un intenso y efectivo amor a la Justicia, la Verdad, el Bien y la Belleza, que son otros tanto nombres de Dios, discurriría ágilmente y encontraría los medios para vencer todos los obstáculos que impiden la recuperación de la Patria
Si el talento faltara totalmente, la cosa sería irremediable. "Lo que natura non da, Salamanca non presta". Sin embargo yo estoy convencido de que todos los hombres son inteligentes, unos menos y otros más, pero todos tenemos un alma espiritual igual y todas las almas tienen dos potencias, también espirituales, que son la inteligencia y la voluntad. Por eso, cuado alguien carece de talento es en una gran medida, por su culpa, por pereza en ejercitar esas potencias espirituales con honestidad y diligencia y por falta de humildad al no querer dedicarse a desarrollar aquella capacidad en la que especialmente puede ser eximio.
Tratando de ser lo que no está llamado a ser no lo conseguirá y entretanto desperdiciará el talento que Dios le haya dado. Todos los hombres tienen talento para hacer muy bien alguna cosa, aunque sea un oficio sencillo. Y es común a todos los talentos la seriedad con que se actúa, la serenidad con que se analizan las cosas, la firmeza con que se persiguen los objetivos legítimos y el amor a la perfección de lo que se hace.
Por lo tanto, la falta de talento que está matando a la Argentina es culpa de los argentinos que en un momento dado de su historia dejaron de usar el que tenían y fueron decayendo cada vez más hasta llegar a esta lastimosa carencia de talento en que nos ha sumido la conjura masónica dedicada a promover los peores y postergar los mejores, el igualitarismo peronista, el odio de la izquierda, la frivolidad centrista, la mediocridad irrecuperable del radicalismo y por encima de todo, la apostasía de una gran parte del clero cuya misión es, precisamente, encender el amor de Dios en las almas de lo cual hubiera resultado la derrota de todos esos morbos nefastos que han destruido la Argentina.
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¿Cómo se recupera el talento? Como decía en la primera frase de este artículo, se recupera amando a Dios sobre todas las cosas porque el amor de Dios nos hace diligentes en Su servicio de lo cual se sigue necesariamente un crecimiento del talento.
Dice el Evangelio que el Niño Jesús "crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres" (S. Lucas, 2,52). Salvando las infinita distancia que hay entre el Niño Dios y nosotros, puede decirse que el amor de Dios haría que los jóvenes al crecer en edad, crecieran en sabiduría en vez de creer apenas en tamaño, en sensualidad y en ambiciones paganas hasta convertirse en esa calamidad que es la juventud actual. Y a todos, nos haría crecer en sabiduría, es decir, nos haría talentosos.
Si reconociéramos humildemente que hemos caído muy bajo en el nivel intelectual y nos avergonzáramos noblemente de esa caída, y si comprendiéramos que amando a Dios podríamos recuperarnos y ser un pueblo talentoso capaz de barrer la roña que cubre nuestro país de norte a sur, hacer reinar la Justicia, ser capaces de realizar obras notables, productos de calidad (no esas cosas ordinarias que ostentan en mala hora el rótulo de "industria argentina") y expulsar de todo cargo público a la recua de bandidos que nos dominan para lograr el bienestar general.
La falta de amor de Dios de que somos culpables puede remediarse porque Nuestra Señor Jesucristo conquistó en la Cruz gracias abundantes para que ese amor reine en nuestras almas. Y esas gracias pueden conseguirse a raudales por la infalible intercesión de la Santísima Virgen a quien debemos pedirlas sin cesar.
Cuando la Virgen se apareció a Santa Catalina Labouré para pedirle que predicara la devoción a la Medalla Milagrosa, le mostró un modelo de la Medalla superpuesto sobre un altar lateral. De las manos de la Madre de Dios salían innumerables rayos de luz que se perdían en la tierra. La Virgen le explicó a Santa Catalina: "Esos rayos de luz que ves son las gracias que estoy dispuesta a dar pero que nadie me pide."
¿Por qué no pedimos la gracia del talento para recuperar nuestra Patria, por amor a Dios? ¿Por qué Mons. Casaretto, por ejemplo, en vez de felicitar al gobierno por los subsidios que reparte a manos llenas entre su clientela política y de quejarse de que no se dé "respuesta" a las "villas" (aguantaderos delictivos y focos de corrupción para los verdaderos pobres que viven allí) no se dedica a predicar el amor de Dios y al amor al prójimo por amor de Dios y a condenar el obvio ateísmo de esta tiranía, causa de casi todos los desórdenes y miserias que afligen al país? Sin embargo, Mons. Casaretto, uno de los "obispos estrella" que goza de gran repercusión de prensa, prefiere hablar como cualquier político demagogo y no como un sucesor de los Apóstoles ("Clarin", 7/6/2011, pag. 19). "Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Para nada sirve ya sino para ser arrojada y pisada por las gentes." (S. Mateo. 5,13).
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El amor de Dios tiene formas menores de las que pueden participar aún quienes no son católicos o siéndolo no son devotos practicantes de la religión. Como decía al principio, la Justicia, la Verdad, el Bien y la Belleza son otros tantos nombres de Dios. Es posible que un hombre que no ama a Dios "en espíritu y en verdad" le ame a través de Sus manifestaciones de Justicia, Verdad, Bien y Belleza. Si ese hombre ama sincera y firmemente esos trascendentales divinos de los que participan las cosas creadas, tendrá talento y será capaz de grandes cosas. Y es de esperar que Dios mismo se hará amar por él algún día por medio de la gracia que no falta a ningún hombre que viene a este mundo, como dice el comienzo del Evangelio de San Juan ( S. Juan 1,9).
¿Cómo se reconoce al hombre que ama a Dios verdaderamente? En el celo ardiente con que intenta servirlo en la lucha por la Justicia, la Verdad, el Bien y la Belleza y al que pudiera aplicarse aquella respuesta que San Elías dio al Ángel: "Me abraso de celo por el Señor de los ejércitos, porque los hijos de Israel han abandonado su alianza, han destruido tus altares, han pasado a cuchillo a tus profetas, he quedado yo solo y me buscan para quitarme la vida" (1Reyes 19,10).
Ese recobrará el talento y si muchos argentinos fueran así la Argentina sería lo que siempre estuvo llamada a ser: una gran Nación, fuerte y respetada, en la que reine la Justicia y el bienestar general.
Si nos seguimos amoldando a esta argentina degradada, aunque luchemos un poco por alguna que otra causa justa, pero sin intentar derribar todo el poder de los tiranos, sólo seremos unos tristes caudatarios del dragón al cual nuestros pequeños dardos arrojados sin talento no harán ni la más mínima mella. Seremos el hazmerreír de los malos y, verdaderamente, unos pobres tipos….
Cosme Beccar Varela
NOTA: Lea la sección "Correo del Lector" en www.labotellaalmaar.com
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