Por Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
La libertad se pierde cuando se empieza a temer
Felipe González
El
domingo pasado, en Hora Clave , el ecuatoriano Durán Barba relató que,
cuando estalló el escándalo Shoklender-Bonafini, sus mediciones
permanentes para el PRO denotaban que doña Cristina no había perdido un
solo voto por ello.
Muchas veces me he preguntado a qué se debe que la sociedad no reaccione
frente a los gigantescos episodios de corrupción pública que este
Gobierno va dejando en su estela, mientras continúa su navegación sin
problemas de imagen en el horizonte. Cómo esas revelaciones, que en
cualquier país en serio serían verdaderos cataclismos, en la Argentina
se transforman en meras brisas que no consiguen alterar el derrotero
del cristinismo hacia el triunfo de octubre.
Obviamente, las respuestas pueden ser muchas pero, a mi entender, la que
más se acerca a la verdad es que, tratándose la nuestra de una sociedad
tan cotidianamente corrupta los ejemplos abundan, y van desde la falta
de respeto a todas las normas de tránsito, a la basura que arrojamos a
la calle, a la falta de cuidado del espacio público, a las coimas a
policías para evitar multas o a boleteros para obtener mejores
ubicaciones, a la extorsión de los trapitos , a los acampes y piquetes-
toleramos la corrupción de nuestros gobernantes porque justifica la
nuestra. Recordemos que los pueblos no tienen el gobierno que se merecen
sino el gobierno que se les parece; si los argentinos nos parecemos a
nuestros gobernantes, ¡qué mal estamos como sociedad!
De todos modos, no deja de ser curioso o tristísimo- cómo nos
comportamos (en realidad, cómo dejamos de hacerlo) frente a hechos tales
como las valijas de Antonini Wilson, los aviones y yates de Ricardo
Jaime, los departamentos y motos de Boudou y Bossio, el incremento
fenomenal e inexplicable de la fortuna blanca de los Kirchner y muchos
de sus cómplices y parientes, la compra por bicocas de terrenos
fiscales en el Calafate, la mafia de los medicamentos, la apropiación de
los ahorros
privados en las AFJP s, la notoria bastardización del tema de
los derechos humanos, la droga en los aviones de Southern Winds, la
embajada paralela en Venezuela, el emporio de las facturas truchas
de Skanska, el exponencial crecimiento de la inseguridad en razón del
tráfico de drogas, la bolsa en el baño de Felisa Miceli, etc., etc.,
etc..
Don Sergio Shoklender otorgó a la revista Noticias de este sábado una
prolongada entrevista, en la que desarrolló su propio relato que, sin
creérnoslo demasiado, nos permite avisorar otra muestra de la forma en
que el Gobierno maneja los dineros públicos que, reciclados, vuelven a
los bolsillos de la corona como privados, y permiten comprar bienes
suntuarios o pagar campañas políticas. Más que una acabada confesión de
delitos varios, la nota periodística asume las características claras
de una advertencia: no dejaré que llegue octubre para que, después
del triunfo, el Gobierno me mande preso a mí solo; o me exculpan o
imputan también a doña Hebe, don López, don Fatala y a los jefes de
éstos . ¿Qué dirá Shoklender cuando vaya, si lo hace, esta semana al Congreso?
Porque, como es obvio, el parricida no ha usado toda la munición de la
que dispone para atacar al poder; si lo hubiera hecho, no tendría más
armas en sus arsenales para continuar el combate, y habría perdido su
última batalla. Además, la entrevista le sirve como garantía personal
porque, a partir de ella, desde Olivos deben estar rezando para que ni
siquiera se resfríe, ya que la autoría de cualquier daño que pudiera
sufrir, parcial o total, les sería automáticamente endilgada.
El inefable don Oyarbide, a su vez, ha debido sacrificar su sábado
bucólico para, después de meses de hacer la plancha, realizar
allanamientos diversos pero, no por ello, llamar a indagatoria a nadie
ni retirar a la Fundación Madres de Plaza de Mayo el papel de
querellante, tan sospechosamente concedido. En realidad, lo que hizo fue
detonar fuegos artificiales que le permitan sortear, con tranquilidad,
el lapso que media hasta octubre o, mejor aún, hasta su jubilación.
El
nuevo impulso que la verborrágica reaparición de don Sergio ha dado al
maloliente escándalo ha permitido, también, tapar con centímetros y
segundos el horroroso crimen de Candela. O, mejor, el otro escándalo que
el asesinato desnudó.
El bueno de don Scioli, que no cesa de recitar su propio relato cada
vez que le ponen una cámara delante, incluyendo la denodada lucha que,
según él, lleva adelante contra el tráfico de drogas, con cifras
crecientes de decomisos, parece ignorar que, con ello, está confesando
que cada vez hay más droga circulando en la Argentina y, en particular,
en el Conurbano.
La Policía reaccionó como sabe, armando la causa para dejar fuera a
los verdaderos responsables del hecho, es decir, a los colegas y a los
políticos que lucran con el tráfico, con la prostitución y con el juego.
La Casa Rosada hizo lo mismo, o sea, un silencio de radio que, tantas
veces en el pasado, le diera buenos réditos; basta recordar los retiros
espirituales de los Kirchner en Calafate cada vez que se produjo un
verdadero drama como, por ejemplo, Cromañón.
Doña Cristina, seguramente, hará pagar a alguien la responsabilidad por
recibir a la madre de Candela, antes de conocer el terrible medio
familiar en el que transcurrió la corta vida de la niña. Pero, como
siempre, algunos perejiles serán imputados, luego liberados y el
crimen el verdadero, el profundo- quedará impune. ¿Es necesario
recordar a Nora Dalmasso en este caso?
La
Argentina está recorriendo un camino harto conocido, por el que ya
pasaron Colombia, Brasil y México. Esa ruta ha sido mejorada, sin
ninguna duda, por don Anímal
Fernández y sus jefes, que se han negado a crear una barrera de radar en
nuestras fronteras del norte y a enviar un proyecto para una ley de
derribo como la que rige en Brasil y, ahora, por doña Garré, que ha
retirado a los pocos gendarmes y prefectos que las custodiaban para
transferirlos a un Conurbano que, pese a ello, cada vez sufre más la
inseguridad cotidiana.
La imbécil o provocada- carencia de una política migratoria en nuestro
país, el único que conozco que ha derogado insensatamente todos los
requisitos para el ingreso y la permanencia de extranjeros en su
territorio, permite que la droga y la violencia se hayan radicado en las
crecientes villas de emergencia, como ya sucedió en Rio de Janeiro.
Allí, son nativos los traficantes mientras que, entre nosotros, parecen
serlo los paraguayos y los peruanos indocumentados que, sin embargo,
permiten
ejercer el clientelismo, amén de pagar verdaderos peajes a la policía y a
la política.
Me pregunto si la confortable adiposidad como la definió Leopoldo
Lugones- que hace que privilegiemos tanto el corto plazo, con el consumo
desaforado que esta nueva convertibilidad de 4 x 1 nos permite, también
hará que inmolemos el futuro de nuestro país. Porque los expertos dicen
que, cuando el tráfico de droga y sus ganancias siderales se adueñan de
un territorio, no solamente no lo abandonan más sino que, para
conservar su poder, lo bañan en sangre si resulta necesario.
También me pregunto hasta cuándo estaremos a tolerar, sin inmutarnos
siquiera, pagar estos impuestos que implican que de cada doce meses que
trabamos, cuatro vayan a parar a las arcas de un Estado mafioso, capaz
de matar a sus niños de hambre y desnutrición en el norte, de degradar a
tal extremo la seguridad y el espacio público, en el cual carecemos de
un sistema de salud digno y eficiente, de una educación pública que
retrocede en calidad en todos sus niveles. Y que permite a sus
funcionarios
enriquecerse sin medida.
La
respuesta no puede ser sólo la economía. Me niego a aceptarlo, porque
tengo una mejor opinión de nuestra sociedad, porque no me resigno a
perderla.
De
nosotros solos depende el futuro. Un futuro complicado, a la luz de lo
que ha sucedido en estos días y, sobre todo, en la profundización del
modelo que se avecina.
De obtener el cristinismo el caudal de votos inéditos que las
encuestas le auguran, dispondrá del control de ambas cámaras del
Congreso sea que se trate de legisladores propios o adquiridos - y, en
la medida en que se han agotado las cajas a las cuales ha recurrido el
Gobierno hasta el presente para financiar ese modelo , sólo cabe
imaginar por cuáles irá ahora.
No debemos olvidar que don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina han hecho
trizas todas las instituciones, un trayecto que comenzaron haciéndole un
verdadero golpe de estado a la Corte anterior, sin dejar ni un
organismo de control en pie. Ahora, con todo el poder en sus manos, la
propia República dejará de existir, si lo permitimos.
Bs.As., 11 Sep 11
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