Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, dedicó su reflexión televisiva
semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), comentó una
información que señala que “el año pasado se gastaron 645 millones de pesos en
compra de productos para mascotas”.
Comentó al comienzo que “entiendo
perfectamente la situación de personas solas o personas mayores que tienen en
sus mascotas una compañía, depositan en ellas y de ellas reciben cariño; eso me
parece perfectamente razonable. Le puede hacer bien a un chico crecer con una
mascota cerca, pero será incomparablemente mejor si crece rodeado de
hermanitos. El hombre, a lo largo de la historia, ha domesticado a los
animales, los ha acercado a él pero no se los puede convertir nunca en
humanos”.
Reconoció que la cifra mencionada
lo dejo “perplejo” pues “hay tantas necesidades fundamentales que no son
advertidas en la sociedad argentina y en el mundo entero” y puso como ejemplo
“lo que ocurre en Europa, donde la caída de las tasas de natalidad es un
fenómeno terrible. Y eso está proporcionalmente ligado al cuidado de las
mascotas y al gasto que se hace en ellas”. De inmediato reconoció que “esto
puede darse en determinados niveles de la sociedad. Por las calles de las
grandes capitales europeas se ven pocos niños, pero muchos perritos elegantes”.
“Creo que hay un desnivel en el
gasto del dinero que la gente tiene cuando uno advierte las necesidades
tremendas no satisfechas que perduran hoy día. Tantos chicos nuestros que viven
en una situación más precaria que muchísimas mascotas”.
Y luego se preguntó; “¿Hay una
sensibilidad respecto de esto? ¿No vivimos, quizás, demasiado encerrados en
nuestro pequeño mundo, en nuestras pequeñas satisfacciones?... Ese cariño que
se dispensa a las mascotas y que no hay porque cercenar: ¿no tendría que
equilibrarse un poco con una inquietud mayor y con algún gesto solidario
respecto de tantas personas que padecen necesidades enormes, elementales?”.
Por ello admitió que “este
planteo supone una visión moral del uso del dinero y por tanto también una educación
de nuestra propia conciencia”.
Mons. Héctor Aguer pidió tener en
cuenta “que no vivimos aislados” y sostuvo que “la caridad tendría que
brindarse de un modo prioritario allí donde las necesidades son más urgentes.
Sin duda podemos querer mucho a nuestras mascotas pero no son estrictamente
hablando nuestro prójimo”.
Finalizó su reflexión televisiva
afirmando: “Todas estas cosas tienen que ser objeto de un equilibrio superior,
y en ello queda implicada la idea que uno se hace del mundo, de la vida, de la
relación con los demás”
Transcribimos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor
Aguer:
“El otro día escuché una noticia
que me dejó perplejo. Parece que en la Argentina, el año pasado, se gastaron
645 millones de pesos en compra de productos para mascotas”.
“Todos sabemos que ahora las
atenciones que reciben nuestros perritos y gatitos son múltiples. No solamente
para mantenerlos en buen estado de alimentación, de belleza, la necesaria
vacunación, medicinas y cirugías cuando es necesario y demás. Todas cosas que
antes no existían”.
“Por supuesto que, en principio,
yo no tengo nada contra eso pero la cuestión es: ¿no habrá un desbalance en
este presupuesto?”.
“Entiendo perfectamente la
situación de personas solas o personas mayores que tienen en sus mascotas una
compañía, depositan en ellas y de ellas reciben cariño; eso me parece
perfectamente razonable. Le puede hacer bien a un chico crecer con una mascota
cerca, pero será incomparablemente mejor si crece rodeado de hermanitos. El
hombre, a lo largo de la historia, ha domesticado a los animales, los ha
acercado a él pero no se los puede convertir nunca en humanos”.
“¿Una mascota puede llenar la
vida a una pareja joven? La vida se la llena verdaderamente un hijo, y varios
hijos! Y todos sabemos que tener un hijo
y poder educarlo bien, hoy día cuesta y cuesta enormemente”.
“Les decía que quedaba perplejo
con aquella cifra porque me parece que hay tantas necesidades fundamentales que
no son advertidas en la sociedad argentina y en el mundo entero”…
“Basta considerar lo que ocurre
en Europa, donde la caída de las tasas de natalidad es un fenómeno terrible. Y
eso está proporcionalmente ligado al cuidado de las mascotas y al gasto que se
hace en ellas. Esto puede darse por cierto en determinados niveles de la
sociedad. Por las calles de las grandes capitales europeas se ven pocos niños,
pero muchos perritos elegantes”.
“Volviendo al asunto: creo que
hay un desnivel en el gasto del dinero que la gente tiene cuando uno advierte las
necesidades tremendas no satisfechas que perduran hoy día. Tantos chicos
nuestros que viven en una situación más precaria que muchísimas mascotas”.
“¿Hay una sensibilidad respecto
de esto? ¿No vivimos, quizás, demasiado encerrados en nuestro pequeño mundo, en
nuestras pequeñas satisfacciones?”.
“Ese cariño que se dispensa a las
mascotas y que no hay porque cercenar: ¿no tendría que equilibrarse un poco con
una inquietud mayor y con algún gesto solidario respecto de tantas personas que
padecen necesidades enormes, elementales?”.
“En definitiva yo les dejaría
esta inquietud: ¿cómo gastamos nuestro dinero? ¿Lo gastamos razonablemente?,
¿tenemos una idea de cuánto podríamos hacer con aquello que disponemos de más?,
¿no nos creamos “necesidades superfluas”, es decir que no son verdaderamente
necesarias?”.
“Este planteo supone una visión
moral del uso del dinero y por tanto también una educación de nuestra propia
conciencia”.
“Tengamos en cuenta que no
vivimos aislados. Por más solos que estemos participamos de una sociedad de la
cual somos miembros vivos y, especialmente, si somos cristianos participamos de
la gran comunión de la Iglesia. La caridad tendría que brindarse de un modo
prioritario allí donde las necesidades son más urgentes. Sin duda podemos
querer mucho a nuestras mascotas pero no son estrictamente hablando nuestro
prójimo”.
“A propósito de esto: parece que
en algunos ambientes de filosofía jurídica se está hablando del derecho de los
animales y es una expresión que no corresponde. Los animales por más que
tengamos que cuidarlos, como tenemos que cuidar a toda la creación, no son
sujeto de derecho”.
“Todas estas cosas tienen que ser
objeto de un equilibrio superior, y en ello queda implicada la idea que uno se
hace del mundo, de la vida, de la relación con los demás”
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