Por Silvio H. Coppola
Indudablemente para llegar a la suma del poder total, a la subordinación sin límites de la población, a la aceptación sin beneficio de inventario de cualquier resolución sobre cualquier tema que se le ocurra al gobierno, llámese PE y su entorno, es necesario contar con la publicidad continua, excluyente y sin límites, de todos los medios de comunicación, en especial la siempre presente televisión.
Y con la incondicionalidad de los integrantes a todo nivel de ese gobierno, que lamentablemente es el nuestro, cuyas mejores virtudes están en la obsecuencia, en la subordinación y en anteponer los intereses de la patria y de todos nosotros, a una política cuyo norte principal parece ser solamente el señalado más arriba o sea el poder total. Y este poder total incluye desde luego, el manejo sin límite de los fondos públicos y en tantos casos, sin controles de ninguna especie.
Estos funcionarios, muchos de los cuales solamente tienen como antecedente la incondicionalidad, a ejemplo de los nuevos elitistas de enormes sueldos e importantes funciones como los que integran La Cámpora, legión de advenedizos sin más presentación que la misma incondicionalidad, que deja de lado evidentemente cualquier principio moral, son la mano torcida de la marcha del país.
Un ejemplo acabado de ello, lo ha dado ayer mismo el Senado nacional, que en un claro ataque contra el gremio de trabajadores rurales, resolvió que el Registro Nacional de Trabajadores Rurales (RENATRE), que llevaba el gremio, pase en adelante a ser instrumentado por el Estado nacional. Es un avance contra los resabios del sindicalismo que fue peronista y en particular contra la secretaría del gremio encabezada por Gerónimo Venegas. Eso permitirá recortar la actuación política sindical, poner en funciones rentables a obsecuentes al gobierno y lo que es más importante, disponer de los fondos que proporcionan los afiliados. Por eso Venegas pudo afirmar: “. . . si el RENATRE pasa a control del Estado y ponen dos o tres ñoquis de La Cámpora se convierte en deficitario”.
Pero desde luego, esto va a ir mucho más allá. Se revive la antigua lucha entre el terrorismo elitista de los setenta, hoy en muchos casos con las mismas caras, y lo que queda del sindicalismo de Perón, si así se lo puede llamar. Además es sintomática la votación en el Senado, perfectamente apto como Escribanía del Poder Ejecutivo. En tiempo récord se aprobó la ley (claro, las vacaciones están próximas y no se pueden estar discutiendo o comentando proyectos que vienen de arriba) y en ella participaron, no sólo los senadores K y los elitistas de nueva generación, sino también la llamada oposición, de la que verdaderamente no se sabe quiénes ni cuántos son. En esto estuvieron unidos y es lo que corresponde, pues para kichneristas, elitistas, radicales y gorilas, no hay nada tan en común, como coadyuvar a que desaparezca todo vestigio del peronismo que era de Perón. Y un vestigio, aunque mal ejemplo desnaturalizado, son los restos del sindicalismo, que alguna vez fue nacional y peronista.
De todas maneras, se van a vivir nuevas situaciones de este tipo. Esto parece ser nada más que el comienzo. Y como no se notan baches en el camino, hay una carrera desesperada por acceder a los cargos públicos y mucho más a los que se crearán y a los que depararán estas nuevas funciones que toma para sí el Estado nacional. No sólo se trata de considerar sueldos de varias decenas de miles, sino también el de acceder a las prebendas y a las figuraciones que da el poder. Barroetaveña podría volver a decir: ¡¡¡tu quoque juventud!!!
LA PLATA, diciembre 22 de 2011
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