Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila
(LMGSM 1 CMN 73 VGB).
Algunas veces me pregunto si los que opinan
sobre los VETERANOS DE GUERRA saben que el soldado debe matar y puede morir
por el honor y la gloria de la Patria.
"Juráis a la Patria seguir constantemente su
bandera y defenderla hasta perder la vida" no es un
compromiso insustancial, sino la aseveración que se dará lo mas precioso de un
ser humano, si la Nación lo convoca a sus ejércitos por el bien y la
salud del país. El SÍ JURO con que se responde crea una amalgama con la Patria.
No muchos argentinos han sentido
la sensación de ser llamados ante una situación de guerra, ya que nuestro país,
a lo largo de su historia, pocas veces se encontró ante una situación que
imponga ser solucionada por las armas. Sin embargo, en el Siglo XX, si bien no
se participó en las conflagraciones mundiales, si regionalmente, en defensa de
nuestra soberanía en las operaciones que se denominaron "Soberanía"
(Beagle) y "Malvinas". En ambas oportunidades, argentinos, cumpliendo
el deber militar y el juramento patrio, marcharon a la guerra. En el caso con
Chile, el despliegue en ambos países y la posibilidad de un enfrentamiento
fraterno, llevo a la lógica de la "disuasión" y la paz prevaleció. En
el caso de Malvinas, el choque militar se materializo, sangre argentina se
mezclo en sus tundras para siempre, y la derrota ante las poderosas fuerzas
inglesas fue la consecuencia, dejando nuestra islas en manos de sus usurpadores.
En ambas situaciones, hubo quienes
fueron movilizados e incorporados a las unidades militares, como así también
civiles que, sin adquirir el rol de soldados, debieron cumplir misiones de los
mas diversos tipos. Tanto unos como otros ocuparon el lugar que se les asigno,
algunos en las primeras líneas como también en sus instalaciones en la
retaguardia. Cada uno cumplió, de esta manera, un rol asignado conforme las órdenes
y disposiciones que se impartían. Todos, sin excepción, sabían que llegado el
momento, si así se disponía, debería "matar" al tiempo que podía
perder su "vida". Así son las guerras para sus ejércitos, que deben
cumplir los planes que se dispone y en los cuales cada uno, quizás sin saberlo,
es eslabón de una trama férrea que se materializa en el combate.
Pese al valor, el patriotismo o el
arrojo, los soldados se encuentran ante una presión psíquica que es tanto
importante como los riesgos físicos. Esta presión que aparece con intensidad
diversa se denomina "ansiedad de combate". Esta ansiedad es superada
por algunos, pero no en otros, lo que lleva a convertirse en un "trauma de
guerra". En nuestro país no se tiene antecedentes, pero, en el caso de los
Estados Unidos de América si. En los ejércitos norteamericanos se estima que este
trauma apareció en el 30% de los combatientes en Vietnam, 10% en los del conflicto
del Golfo, del 6% al 11% en Afganistán y del 12% al 20% en Irak. Es lógico
observar estas diferencias ya que los escenarios en los que se actuó fueron
diferentes y, por lo tanto, con sus propias proporciones.
Los "traumas de guerra"
son la repetición anímica de momentos o situaciones, con la sensación de
que se los esta viviendo y, consecuentemente, las reacciones que se
produjeron. Estas reacciones, se muestra como cóleras, enojos, tristeza
o, casi siempre, violencia que, en algunos casos, conduce al suicidio. Si se
observa el caso de los Estados Unidos de América con un 30% en los
combatientes de Vietnam, ello se debió a la "ocultación oficial" de
las bajas que, si bien apaciguaba el frente interno, creaba frustración en los
soldados que estaban luchando.
En nuestro caso, se observan dos
conductas diferentes entre los combatientes en la Operación "Soberanía"
(Chile) de la Operación "Malvinas" (Inglaterra), ello se debe,
posiblemente, al hecho de que los primeros regresaron con el aplauso de la
sociedad, en cambio, los segundos, fueron ocultados y hasta avergonzados, por
una inexplicable decisión gubernamental. Este diferente trato, seguramente, alentó
a la superación el animo de unos y, lastimosamente, sumergió a los otros.
El tema argentino no termina en esta lucubración
de antecedentes, sino que se agrava en la consideración de los combatientes, al
unir las situaciones de los mismos bajo una diferenciación territorial y
asignar al veterano una pensión que si le correspondería en el caso de disminución
física o psíquica probada que le disminuye en sus capacidades laborales.
Últimamente, con un grado de sabor
agrio, hay quienes confunden el tema del habitante en un territorio en guerra
con la situación del veterano. La guerras modernas son amplias y abarcan a todo
en los beligerantes, pero ello significa que los habitantes están expuesto a
"morir" (victimas inocentes), pero no les alcanza la obligación de
"matar" que si tienen los soldados. Esta diferencia en los alcances
es lo que se tiene en cuenta en las calificaciones que se hace de los
veteranos.
En poco tiempo mas, Argentina recordara
la "Operación Malvinas", momento en el cual aparecerán los aplausos y
las criticas sobre la gesta, conforme la visión interesada o no de quien la
emita, pero, esperemos, que el tema de los "héroes" no sea
mancillado, ya que son conciudadanos que fueron al combate por el juramento
realizado. Seria deseable que las autoridades, en una muestra de honra y
gratitud, procedan a legislar sobre los veteranos para pagar así una deuda que
tiene la sociedad hacia aquellos que convocados cumplieron con su deber militar.
NOTA DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA: Hay quienes temen quedar inválidos
o incluso morir en una guerra. Pero puestos a elegir, en la guerra se puede ejercer
el derecho de legítima defensa. Mientras tanto, miles de personas padecen
accidentes que los dejan inválidos, o que directamente provocan la muerte de
las víctimas que nada pueden hacer. Tal es el reciente caso del tren Sarmiento
donde hubo más de 50 muertos y cientos de heridos. Puestos a elegir: ¿no habrían
preferido los sobrevivientes padecer su invalidez en defensa de la Patria, y no
por un accidente que incluso el negligente Estado habría podido evitar si
hubiese ejercido sus debidos controles?
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