Por el Dr. Edgardo
Atilio Moreno
El economista
liberal Alberto Banegas Lynch (h) escribió
un articulo titulado “Juan Manuel de Rosas:
perfil de un tirano”; que se publicó el 9 de febrero del 2012, en el blog del
Centro Para la Prosperidad Global
“The Independent Institute”, y en otros sitios de Internet como
“libertadyprogresonline.org”.
La nota, de
entrada nomás, se despacha con los típicos insultos a la figura del ilustre
Caudillo. Con la misma mesura y honestidad de los unitarios del siglo XIX, Lynch considera a Rosas un tirano y un imitador de Calígula. A partir de semejante introito uno se da cuenta que nada
serio y objetivo podrá encontrar en ese texto; no obstante ello, y desafiando
lo aconsejable para estos casos, nos adentramos en su lectura.
¿Y
qué es lo que encontramos a continuación? Una trascripción de los argumentos en
contra de Rosas que escribió el
historiador Isidoro Ruiz Moreno en
el diario La Nación del
8 de noviembre de 1999, y que fueron oportuna y prolijamente refutados por el
Instituto Juan Manuel de Rosas, en
su Revista Nº 57 de octubre/diciembre de 1999.
En aquella
nota Ruiz Moreno decía que Rosas “se declaró enemigo de la gesta independentista de 1810 tal como él mismo lo especificó posteriormente en un
discurso el 25 de mayo de 1837”.
Pues bien, si
uno lee aquel famoso discurso del Restaurador, no tiene la menor duda de que este
historiador liberal hac
Bochornoso es
comparar el ultimátum de la Francia del 23 de
septiembre de 1838 con lo que se ha conseguido”… “En una palabra, lo único que
se ha conseguido es el reconocimiento de un principio que no hay que registrar
en un tratado, porque el que perjudica a otro le debe indemnización”. Ironías aparte, no hay dudas
que un historiador tiene que ser muy
Así pues, Ruiz Moreno prosigue con su retahíla de
falacias y a continuación recurre al ya polvoriento
reproche según el cual “
A todo esto Banegas Lynch, para rematar su libelo, nos
deja una truculenta serie de citas injuriantes al Restaurador proferidas por personajes
como Mitre, Echeverria, Sarmiento y Levene; como si tuvieran algún valor
probatorio los dichos sin fundamento de sus mas acérrimos enemigos; los cuales
además fueron los responsables de la falsificación de nuestra historia. Hacer
eso es querer probar una mentira citando a la propia mentira.
Inclusive mete
en esa misma bolsa putrefacta al general San
Martín citando una supuesta carta a Gregorio
Gómez del 21 de septiembre de 1839 en la que éste desaprueba cierta actitud
persecutoria de Rosas respecto de
algunas personas de las cuales el Libertador tenia buen concepto; carta que tal
como ha sido probado por el historiador Eros
Nicola Siri es apócrifa, y que además aunque no lo fuera, está totalmente
descontextualizada.
Si se quiere
saber realmente lo que pensaba San Martín
de Rosas, hay numerosos documentos
al alcance. En ellos se puede constatar
que el Libertador aprobaba “con placer”
el gobierno “firme” de Rosas (carta a Tomás Guido del 6 de abril de 1830), y consideraban que no había
otra forma de “cortar los males que por tanto tiempo han afligido
a nuestra desgraciada tierra, que el establecimiento de un gobierno fuerte, o
más claro, absoluto, que enseñase a nuestros compatriotas a obedecer”
(carta a Guido del 17 de diciembre
de 1835).
En esas cartas
que la historia oficial trató de ocultar esta clarísimo no solo que el Libertador
apoyaba la obra de Rosas sino que condenaba
a los unitarios que se unían a las potencias extranjeras. En efecto, en una
carta del 10 de junio de 1839 decía: “lo que no puedo concebir es el que haya
americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para
humillar a su Patria… una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”. En otra, del 2 de noviembre de 1848, se alegraba
por los triunfos del Restaurador diciéndole: “a pesar de la distancia que me separa de nuestra Patria, usted me hará
justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo pa mi achacosa vejez”.
Están también –obviamente-
las cartas en las que San Martín
apoya la forma en que Rosas defendió
nuestra soberanía. En ellas además se puede ver la confianza que tenía en el
Restaurador. En una decía por ejemplo: “yo
estoy tranquilo en cuanto a las exigencias injustas que puedan tener estos
gabinetes, por que todas ellas se estrellaran contra la firmeza de nuestro don Juan Manuel” (carta a Guido del 27 de diciembre de 1847).
Y tenemos sobretodo
el Testamento del Libertador; en el cual dispone que: “El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República
Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como prueba de
satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha
sostenido, el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que
tratan de humillarla”. Este acto jurídico de gran trascendencia aventa cualquier duda al
respecto y constituye el mayor halago y tributo que argentino alguno
pueda haber recibido.
Y una cosa
más. San Martín al final de su vida
le dirá a Rosas lo siguiente: “...como argentino me llena de
un verdadero orgullo al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el
honor, restablecidos en nuestra querida patria: y todos esos progresos
efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se
habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. Sinceramente… Que
goce Ud. de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo
argentino. Son los votos que hace y hará siempre a favor de Ud. éste su
apasionado amigo y compatriota que besa sus manos” (6
de mayo de 1850).
Que sigan pues los liberales con sus injurias, falacias, y
ocultamientos. Nosotros en tanto seguiremos cumpliendo los deseos postreros del
general don José de San Martín:
colmando a don Juan Manuel del “justo reconocimiento” que se merece.
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