“El concejal autor del proyecto, Martín Ávila (FPMMS), declaró que “el llamado combate de Manchalá
se enmarcó en el “Operativo Independencia”, ocasión en que el Estado
nacional se apartó del bien común, objetivo indelegable e irrenunciable,
iniciando actos de terrorismo”.”
Diario “El Intransigente”.- Salta- 15/03/2012
En
una de esas tertulias, en las que había algunos extraños que Gloria no
conocía, Perón se volvió hacia Don Oscar y dijo algo extraño, que la
jovencita tardaría años en descifrar: Lo que hace falta en Argentina es un "Somatén".
Miguel Bonasso.- “El presidente que no fue”.- Los archivos secretos del peronismo (Ed. Planeta).
El ex gobernador (Obregón
Cano) recuerda que “se hizo una patota, inclusive con una patota grande
que vino de Buenos Aires con parte de la Policía Federal, pero
sobretodo de civiles con franjas en los brazos”.
Julieta Dorio - Alejandro San Cristóbal.- “Cuando el peronismo se volvió antiperonista”
La iconoclastia verbal del concejal Martín Avila le ha generado variados problemas a muchos personajes nac & pop. Desde uno cronológico para el peronismo militante hasta conflictos de conciencia para aquellos militantes nacionales y populares que creían que la triple A era una murga montevideana al estilo de “Asaltantes con patente” o “Falta y resto”.
Más
allá de los objetivos del concejal, su intemperancia ha servido para
poner en blanco sobre negro si lo que sucedió en los setenta fue una
guerra o simplemente un malón destinado a llevar a cabo un genocidio.
Malón que a todas luces fue un fracaso como genocidio ya que eliminar a 7.269 personas que, en más o en menos habían tomado las armas en contra de un gobierno constitucional, en nada nos remite al
degüello de un mercader armenio a principios del siglo pasado o al tiro
en la nuca de un sastre judío en una calle de Varsovia.
No obstante, la presentación del concejal Avila sirve, al menos, para ahondar un debate pendiente. Si lo miramos desde su punto de vista casi no quedan dudas que el “terrorismo de estado” empezó con un gobierno constitucional peronista.
Si quisiéramos hundir un poco más el cuchillo en el mondongo, a caballo
de lo dicho por el concejal podríamos aceptar que el General propició
un “somatén criollo” destinado a aniquilar al terrorismo. Es decir, sin medias vueltas ni tapujos, que el “Somatén Criollo” era, en tanto y cuanto un aparato parapolicial, nada menos que la triple A.
Esto, la triple A y sus 933
muertos/desaparecidos adjudicados alegremente a las Fuerzas Armadas y
de Seguridad, nos pone en el meollo de una nueva pregunta, ¿Cuándo
empezó el llamado terrorismo de estado”?. Si fue antes del estúpido
golpe de marzo del 76 es una cosa, pero, ¿Como nos arreglamos si empezó con Perón – Isabel – López Rega et alts?. Ahí caerían en la volteada muchos prohombres del peronismo que, aunque muertos, dieron cátedras de “moral y buenas costumbres” por más que hayan usado con ligereza la palabra ANIQUILAR y luego se hayan desentendido de sus consewcuencias, pero también daría lugar a nuevos pases de facturas contra jóvenes de aquella época como el Gobernador de la Sota por su, al parecer, activa participación en el “Navarrazo”
Si bien es cierto en Argentina que aquel dicho de ignota factura: “Aquí no hay nadie limpio, estamos de mierda hasta el cogote” sigue teniendo vigencia, creo menester definir fechas para saber que clase de bosta llevamos todos en la conciencia y decirle a las “vestales” del negocio de los derechos humanos que “naides” es inmaculado de alma en la Argentina.
Visto en perspectiva, no es mala la idea del concejal de demoler el Monumento a los “Bravos de Manchalá”, seguramente sin quererlo este ignoto personaje le ha hecho un favor a la Historia Argentina, a esa que se escribirá en el futuro- no a la de los pelucones que escriben hoy al calor del amparo oficial-, ya que nos permitirá saber si fue una guerra contra el terrorismo como tantos argentinos creemos y como tantos hombres de las Fuerzas Armadas y de Seguridad la encararon, o si todo lo que vino a partir de la “Masacre de Ezeiza” no fue otra cosa que un sistemático plan de limpieza ideológica pergeñado por un anciano extravagante.
Sea lo que sea, esta puesta en escena de fechas y hechos servirá para que de una vez por todas salgan a la superficie de este pozo negro los
nombres de aquellos que compraron su resuello con vidas ajenas, de los
que se hicieron detener para poder contar, sin necesidad de “máquina”,
donde estaban los escondites, las casas seguras y los arsenales, de las que compraron sus vidas en largos viajes en sábanas con sus captores, de los que aprovecharon un parentesco para hacerse detener y salvar el pellejo en una infame “ortibada”, y también, ¿Por qué no?, los de aquellos que se rajaron para hacer fortuna y que hoy juegan de llorosos sepultureros.
Casi que adheriría a la idea de dinamitar el monumento por lo que esta acción haría en favor de la verdad histórica. Total parece que en Salta y en el País a pocos les interesa el coraje de doce chicos salteños- si, chicos, tenían dieciocho años-,
que mandados por dos suboficiales del Ejército Argentino se enfrentaron
durante horas contra un grupo que los superaba en número y armamento.
Quizás para los “jóvenes maravillosos” de ayer devenidos en los progres
ilustrados de hoy, poco le pueden interesar la epopeya de catorce soldados que lo más probable es que fueran unos “yutos” irredimibles que creían que la bandera y la Patria era algo por lo que valía la pena pelear e inclusive, morir.
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