Alberto Buela (*)
Una buena forma de ganarme aún más enemigos
El síndrome entendido como conjunto de síntomas
característicos de una enfermedad nos muestra en este caso a un conjunto de
personajes públicos y notorios: Kunkel, Taiana, Bonasso, Gullo et allii
como satisfechos del sistema capitalista del libre mercado al que dijeron
y dicen combatir.
Si hablamos de izquierda postmontonera es porque hoy,
montonero, no es ninguno. Sobre todo después del libro de Reato Operación Traviata en donde quedó al
descubierto la responsabilidad de los montoneros en el asesinato de José Rucci,
otrora secretario general de la CGT
y mano derecha de Juan Perón que acababa de ser electo presidente por el 62% de
los votos.
Los síntomas característicos de esta enfermedad política
son:
a) su marcada confesión peronista y su clara acción
antiperonista. Ellos siguen privilegiando, como antaño, el beneficio de los
grupos (piqueteros, madres, etc.) por sobre la voluntad de las mayorías
populares (el pueblo peronista sin aditamentos). La victimización y la
explicación de las injusticias presentes por causa de la dictadura militar los
sitúa políticamente en un pasado que no pasa nunca. Con lo cual gozan de los
logros del presente, achacando sus fracasos actuales al pasado.
b) su ostensible
vocación policíaca, hoy como policías intelectuales, la policía real no la
necesitan porque está a su servicio, pues son ellos los satisfechos del
sistema. Pero en tanto policías intelectuales demonizan a todo aquel que osa
tratar los temas de manera distinta a lo interpretado por el pensamiento único
(los derechos humanos como ideología en lugar de derecho de los pueblos).
c) su manifiesto doble discurso, pues a título privado, en
los asados de domingo, reconocen la
ingerencia hebrea en le manejo de la cosa pública en Argentina, especialmente
en economía, pero públicamente, el día lunes, no dejan de rendir pleitesía al
poder de la comunidad en nuestro país. Hay una pintada emblemática en los muros
del famoso Policlínico Bancario que dice: Kirchner
se pelea siempre con la Iglesia pero nunca con los judíos. Políticamente
no hubo ni una sola medida que haya limitado o recortado su omnímodo poder
económico-financiero.
d) en el orden internacional manifiesta su solidaridad con
Chávez, Correa, Morales pero siempre terminan haciéndole el juego a la
estrategia de Itamaraty, de otorgarles a éstos
un “apoyo que los aísla”. Es más, no existe ninguna declaración pública
antiinglesa, todo está limitado a declamaciones formales. Veranean al modo de
grandes burgueses todos los años en Punta del Este y al mismo tiempo admiran a
rajatabla al campechano presidente tupamaro José Mujica.
e) se dicen católicos pero solo consideran válida a “la Iglesia progresista”, pero como al
mismo tiempo esa Iglesia la encarna el cardenal Bergoglio, se transformaron en laicos
practicantes para quienes la Iglesia
es como un gran naranjal donde ellos tienen sus curitas particulares que les
brindan la naranja que más les gusta.
f) en crímenes de lesa humanidad son campeones sobre todo si
son los padecidos por ellos, de los otros, de los practicados por montoneros,
son acciones de justicia o mejor aún, ejecuciones correctivas.
g) los funcionarios no montoneros del gobierno de Cristina
son sometidos, indirectamente, a examen diario por sus acciones y resoluciones.
Están maniatados. Han logrado internalizarles el opresor, pues los
postmontoneros tienen la medida de la revolución. Es extraordinario ver como
ninguno de esos funcionarios se anima a mandarlos al carajo ante las mil y una
arbitrariedades y desatinos propuestos y realizados.
h) se han apoderado de la historia oficial de la Argentina desde 1970 para acá. El
libro de Reato sobre el asesinato de Rucci es el primer mentís serio a la
historia oficial gestada por el postmontonerismo desde el poder.
i) a diferencia de Menem y otros gobernantes que se
enriquecieron a título personal la izquierda postmontonera se ha enriquecido,
además, formando parte de las mega empresas que funcionan dentro de ciertos
sectores vitales (petróleo, gas, electricidad, agroindustrias, etc.). En una
palabra, gobiernan con los monopolios y en nombre de los pobres, ayudan a
fabricar más pobres.
j) su forma de trabajo, como la del progresismo, es “la
vanguardia como método”. Donde los conflictos no se resuelven sino que sólo se
administran (asesinatos, robos y accidentes se multiplican año a año sin que se
corrija un palmo). Hay siempre un corrimiento hacia el futuro, lo que indica
que “el simulacro” está como fundamento de su acción política.
k) Con el punto K termina este síndrome de la izquierda
postmontonera. De K no se habla. K
dixit. El filósofo Wittgenstein concluye su Tractatus
afirmando: “Aquello de lo que no se
puede hablar se debe guardar silencio”. Dejamos a cada lector completar el
punto K.
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