Por CLAUDIO
CHAVES
El “gran cuadrazo político” que es Cristina, al decir de Aníbal Fernández, Randazzo y demás exégetas
de la medianía, ha caído en un planchazo que por el peligro que encierra, para el
relato kirchnerista, conviene pasarlo por alto rápidamente, y olvidar.
Olvidar y ¡cuanto antes mejor!
Así, supongo, deben colegir las principales espadas de este espacio, en
el supuesto que continúen escuchando o leyendo los discursos de la Señora. A
esta altura cuesta seguirle el tranco.
Es que Cristina
de tanto exponerse a sus palabras (lo hace diariamente) se embarulla e ingresa
en vizcacherales intelectuales, donde los más expertos jinetes caen con sus
cabalgaduras de bruces sobre el barro… de la filosofía, sin alcanzar a la
amazona que vuela a baja altura. La raleada troupe de intelectuales ya no saben
de que disfrazarse para explicar lo imposible. La prudencia revolucionaria, si
la hay, se convoca a silencio.
Ciertamente me encuentro entre los que, ya, no leen a la
Señora. Si bien no tengo un segundo de kirchnerismo, lo que me hace inmune a
sus sueños, tiempo atrás abordaba con curiosidad epidemiológica sus razonamientos. Ya
no. He dejado de hacerlo por prescripción médica.
Pero como uno tiene amigos que con voluntad
vesánica continúan la lectura, uno de ellos, me advirtió acerca de las ideas que la Señora
desplegó en su discurso, en la reunión bilateral con el Presidente Dos Santos, en
Luanda.
Ingresé por lo tanto al sitio oficial y allí me
encontré con la perla de Angola.
Cristina dijo:
“El siglo XX encubrió
guerras civiles a través de dictaduras militares con proscripciones al
movimiento político al que yo pertenezco, con lo cual me siento absolutamente
identificada con la historia de este país… (Angola)
A partir del año 2003,
cuando asumió la presidencia el doctor Néstor
Kirchner, nos empeñamos en reindustrializar una Argentina que también había
sido arrasada, no por una guerra civil en los términos en que se desarrolló en
Angola, pero sí por numerosas dictaduras militares donde en definitiva
ciudadanos uniformados se enfrentaban con la otra civilidad que no era
uniformada, por lo cual hablo también de guerras civiles encubiertas. Ustedes
fueron escenario en esas guerras de liberación y en esas guerras también
posteriormente a guerras civiles de los últimos vestigios de la guerra fría. Y
nosotros también, en la República Argentina y en toda la región, con las
dictaduras militares sufríamos los vestigios de esa guerra encubierta que las
grandes potencias desarrollaban en nuestro territorio y que cuando se retiraban
dejaban todo como tierra arrasada” (Sic.)
A los kirchneristas de paladar negro les va a resultar
dificultoso explayarse y explicar las palabras de la Señora. A nosotros, no. De
modo que vayamos a las cosas, como nos ha propuesto ella.
Primero: Las dictaduras militares que
desplazaron al peronismo encubren una guerra civil. Si esto es así, a la
dictadura de 1976 le cabe esta aserción. Es una novedad, fundamentalmente
por provenir del progresismo, que siempre
ha negado que se tratara de una guerra, sino más bien de un safari.
La justicia y el parlamento debieran
atender a estas palabras, pues hasta ahora solo se ha escuchado y
reparado a un solo bando.
Y si ha sido una guerra civil, como nos anoticia
Cristina y los muertos están en ambos lados, el Estado nacional debiera asumir su
responsabilidad extendiéndola a ambos contendientes.
¿Volvemos a la teoría de los dos demonios?
El otro punto inquietante de su verborragia
incontrolada es cuando afirma
que nuestro país también fue
escenario de la guerra fría, donde se enfrentaron las grandes potencias.
Esto es, que si de un lado estaba el Ejército nacional que expresaba los
intereses geopolíticos del capitalismo norteamericano, como siempre lo manifestó
el progresismo y la izquierda. ¿Del otro lado, de la izquierda insurreccional y
los Montoneros, quién estaba?
Al botón de la
botonera el que sale o el…
¿Adivina el lector?
Claro. ¡La Unión Soviética! Con lo cual nos
viene a contar Cristina que sus amigos, los heroicos jóvenes idealistas,
vulgarmente conocidos como guerrilleros, también fueron agentes extranjeros
infiltrados en nuestro territorio. ¡Lo que sostenía el General!
¿Habrá querido decirnos esto Cristina? ¿O se
enredó en sus palabras?
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