Por Hugo
Reinaldo Abete (Mayor E.A. 1990)
Buenos Aires, 21 de mayo de 2012
En
más de una oportunidad hemos dicho y escrito que el fin de la guerra revolucionaria
es la toma del poder para, desde allí, imponer la revolución socialista.
También que en la Argentina, la guerra revolucionaria tuvo una etapa militar
inicial que es la que se libró en la década del 70 y que al no poder alcanzar
el objetivo mediante la acción de la guerrilla y la subversión armada, buscó concretarlo
a través del sistema democrático.
Desde
el mismo instante que Kirchner llega
a la presidencia, se da por alcanzado aquel objetivo y comienza la etapa de la
imposición de la revolución socialista o neo-marxista, según como se prefiera
llamar. Aquí es muy conveniente aclarar que Kirchner no habría podido alcanzar este objetivo si antes no le
hubiesen allanado el camino los gobiernos de Alfonsín, Menem y De La Rúa,
quienes con diferencia de matices se las ingeniaron para aportar lo suyo en la
destrucción de la Argentina tradicional.
Desde
2003 a la fecha han sido innumerables las acciones llevadas a cabo para
concretarla y, en tal sentido, la revolución cultural ha sido la que ha ocupado
el centro de gravedad. Esa revolución cultural es la que busca destruir el
estilo de vida cristiano con el cual nos hemos formado todos los argentinos y
que se veía reflejado en la familia tradicional. La promoción oficial del
divorcio, del aborto, del matrimonio homosexual, de la eutanasia, etc, son
todas acciones tendientes al logro de ese siniestro objetivo.
Favorece
la implementación de todas estas medidas, la corriente de opinión mundial que
marcha en la misma dirección y también la tendencia masificada de aceptar como
correcto y bueno ese concepto de que “si
todos van para allá, habrá de estar bien”. A lo que debemos agregar la
falta de firmeza para sostener principios y valores religiosos que indican al
hombre lo que es ética y moralmente bueno.
Lo
cierto es que hoy, a todas las crisis que padece el hombre argentino, se ha
agregado una más y de vital importancia, la cultural. En efecto, hoy el
argentino está tan confundido que no sabe qué es. El imaginario colectivo ha
incorporado el relativismo y ya nada para él tiene valor de permanente, todo
está bien, todo es posible. Y para colmo se defiende el error con la pasión que
debería defenderse la Verdad. ¿O acaso no es eso lo que vemos en los debates
televisivos a diario cuando se habla de aborto, homosexualidad o matrimonios
del mismo sexo? Hoy para gran parte de nuestra juventud “todo es posible”. Son pocos los que a este concepto le agregan el “dentro de lo debido”.
Ya
sea por acción de los enemigos del estilo de vida Cristiano (en el caso argentino,
sus gobernantes y toda la clase política), por el snobismo de quienes quieren seguir
el rumbo que marca el mundo, o por la falta de firmes y sólidas convicciones de
la sociedad, lo cierto es que todo parece indicar que la revolución socialista
tiende a consolidarse en la Argentina.
Resulta
sorprendente cómo gran parte del pueblo argentino se engaña pensando que
estamos bajo la conducción de un gobierno democrático y no alcanza a comprender
que eso no es cierto. Estamos bajo el yugo de un gobierno revolucionario,
totalitario y despótico que aprovechándose de la ignorancia del pueblo y de los
intereses espurios del resto de la clase política que negocia poder y dinero
con el gobierno, nos hacen creer que estamos en democracia. Hasta periodistas
de alto nivel intelectual que forman parte de la oposición y son perseguidos,
humillados y denigrados públicamente por otros periodistas afines al régimen,
cuando tienen que opinar, lo hacen obnubilados por el 54% de votos que “obtuvo”
el gobierno y hasta ellos mismos dicen que estamos en democracia. Esta posición
sólo es explicable en las mentes que han endiosado tanto a la democracia como
forma de gobierno, que ahora les resulta imposible admitir que esto pueda
suceder. Aún, para que se entienda mejor, sería como admitir que,
efectivamente, Hebe de Bonafini
delinquió en la fundación madres de plaza de mayo. ¿Quién se atreve con doña Hebe?... Socialistas y liberales son
incapaces de admitirlo. Los primeros porque se les viene abajo una bandera, y
los otros porque no quieren ponerse en contra de lo que le hicieron creer a la
mayoría “democrática”… y así se construye la impunidad…
Los
que han estudiado algo sobre la guerra revolucionaria bien saben que la
democracia es la forma de gobierno ideal para llevar a cabo la revolución socialista.
Sin irnos muy lejos en el tiempo y en las distancias, tengamos muy presente lo
que ocurre en Venezuela. Cuando los representantes de la guerra revolucionaria
alcanzan el poder, siempre, de ahí en más, van a ganar todas las elecciones,
sin fraude o con fraude. Y esto es así nomás porque su objetivo no es gobernar
al pueblo en función del bien común, sino llevar a cabo la revolución socialista
o neo-marxista.
Resta
ahora intentar descifrar si esa tendencia a consolidarse que hemos tratado en
este artículo logrará el objetivo o, por el contrario, comenzará a aparecer en
el horizonte de la Patria alguna acción contrarrevolucionaria que permita
revertir la situación.
En
tal sentido, ¿será exagerado decir que tal vez aparezca una guerrilla de “jóvenes
idealistas”, ahora para recuperar a la Argentina tradicional y el estilo de
vida Cristiano?...
¡Por Dios y por la Patria!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.