Artículo recibido sin firma de su autor
Se iniciaba el año 1822, que marcaría la historia
americana y la vida de José de San Martín. Los éxitos de Perú le otorgaban
fortaleza militar y política. Por su parte el ejército de Bolívar que, a
órdenes de Sucre, desde Colombia avanzaba hacia el sur tenía algunas
dificultades en Ecuador. Por ello, pide auxilio a San Martín quien envía al
general Santa Cruz con 1620 hombres entre los que se encontraban los
escuadrones de Granaderos a Caballo, con Lavalle y otros de su talla. Ellos
intervienen decisivamente en las victorias de Riobamba y Pichincha, que
permitieron la entrada de Bolívar en Quito y Guayaquil.
El
pensamiento estratégico de San Martín le hacía ver que la guerra a
ejecutar por los patriotas con algo menos de diez mil hombres, muchos de
ellos reclutas, contra el ejército realista fuerte de dieciocho mil veteranos,
requería mucho tiempo y sacrificio. Esto podía reducirse si se unían los ejércitos americanos, con lo cual se podía lograr una rápida
victoria y acortar el sufrimiento y las privaciones del pueblo.
Con ésta
idea se embarcó en la goleta Macedonia y el 26 de julio de 1822 atracó en
Guayaquil. Mientras tanto Bolívar ya había llegado y anexado Ecuador a
Colombia. Antes de las reuniones, San Martín recibió el saludo del Cabildo y de
otras corporaciones. Un grupo de señoras, al parecer por encargo de Bolívar,
llegó a saludarlo y entre ellas una joven se adelantó y ciñó a la cabeza del
Libertador una corona de laureles de oro, desconcertado, San Martín se la quitó
y agradeció diciendo “Yo no merezco esta demostración. Otros hay más dignos
para ella.”
Después
ambos generales se reunieron brevemente en dos oportunidades. Al día siguiente,
27 de julio, San Martín concurrió a visitar a su anfitrión y allí se reunieron
durante cuatro horas, a solas y en
secreto. Pero desde las conversaciones del día 26 San Martín había decidido su
retiro y embarcarse la noche del 27. Esa tarde se preparó un banquete para
despedir al huésped. A los postres hubo dos brindis que reflejan el contenido y
el resultado de las conferencias. Bolívar dijo: “Por los dos hombres más
grandes de América del sur: el general San Martín y yo.” El brindis de San
Martín fue: “Por la pronta conclusión de la guerra; por la organización de las
diferentes Repúblicas del Continente, y por la salud del libertador de
Colombia.” “La negativa de Bolívar, interesado en consumar personalmente la
hazaña, provocó la renuncia, con la cual perdimos definitivamente las
provincias del Alto Perú.”
Bolívar
despidió a San Martín obsequiándolo con su retrato. El Libertador retribuyó
luego desde Lima con una escopeta, sus dos pistolas y su caballo de paso.
¡Cuán
lejos estamos hoy del nivel moral de nuestro prócer! San Martín declinó el
poder y la gloria en aras de la paz y la felicidad de los pueblos. ¡Que
distancia hay entre su humildad y la soberbia actual, que diferencia entre su
entrega y la perpetuidad en el poder de los políticos de hoy! ¡Como comparar su
desinterés por los honores con el gusto por los halagos y la obsecuencia
actual! ¡Que distinto es el renunciamiento sanmartiniano en pos del bien común
a la confrontación y la diatriba para el provecho propio! Los argentinos no
debemos olvidar los valores sobre los que se edificó la Patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.