Por Carlos Manuel Acuña
Durante toda la jornada de ayer
el nombre de la presidente de nuestra ex República se mantuvo virtualmente
ausente de las noticias oficiales aunque pudo saberse que permanecía en la
Quinta de Olivos recluida en sus habitaciones y sin desempeñar actividad
alguna. Lo concreto era que desde las primeras horas de anteanoche Cristina W. Fernández había sufrido una
descomposición bastante severa que preocupó severamente a sus allegados y
colaboradores que dieron intervención a la clínica privada que próxima a la
residencia presidencial ya había atendido a la familia Kirchner, especialmente al ex presidente Néstor cuando en medio del secreto oficial tuvo más de uno de los
tantos ataques cardíacos que se agudizaron hacia los finales de su gestión.
Algunas fuentes seguras y
cercanas a Cristina insistieron en
que el cuadro obedecía a un marcado stress por el cúmulo de problemas que ha
generado la Casa Rosada y sobre todo por conocerse con bastante detalle la
sostenida caída de imagen personal de la Primer Mandataria y en consecuencia,
sobre la intención de voto que ya no llega al 30 por ciento. Son varias las
encuestas que con ligeras variantes coinciden en este porcentaje, pese a lo
cual uno de los grupos más influyente pero también el más pequeño e
ideologizado del gobierno, busca alternativas para encontrar una vía
legislativa que permita la reforma de la Constitución Nacional y con ello la
posible candidatura para la ansiada y cada vez más difícil reelección. Con ello
peligran los negocios pero sobre todo, la libertad de quienes llegaron desde
Santa Cruz.
Todos estos componentes son
discutidos y analizados con Cristina
que también sabe de las dificultades financieras en que se ha metido su
gobierno y las serias resistencias que despiertan algunas medidas cuyas
propuestas han trascendido. Desde los impedimentos cada vez más firmes y
amplios para la utilización de dólares para toda clase de actividades, hasta
las versiones que surgen cada vez que existe una crisis de esta naturaleza, en
el sentido de que podrían intervenirse las cajas de seguridad en los bancos u
otras de similar impedimento legal, existe de todo en la expectativa pública.
Las versiones y contraversiones crecen, alteran la tranquilidad ciudadana y
ésta renueva con mayor insistencia sus quejas por los datos falsos
suministrados por el INDEC, la realidad tangible que ofrece la inseguridad
pública y el agobiante telón de fondo de una inflación que golpea todos los
días hasta tal punto, que pasó los niveles de seriedad y se instaló en el
temible humor bromista. El propio gobierno lo facilita, como sucedió con las
imágenes de un asado por seis pesos. A su lado, otra fotografía, hiriente y
también facilitada por el oficialismo: la casa y la camioneta 4x4 que posee en
Punta del Este el discutido jefe de la AFIP a quien no se le ocurrió mejor idea
que lanzar al ruedo su preferencia para que se veranee en el país y no en Punta
del Este. Mejor no preguntarle a "Pepe"
Mujica qué opina de las palabras de nuestro recaudador de impuestos.
Cristina, siempre sensible al
"que dirán", supo que su última intervención a través de la cadena
oficial acentuó el malestar de la población y se enteró que los consejos en el
sentido de aprovechar a los televidentes que veían los programas, se transformó
en un argumento inverso a lo esperado, y que por primera vez la televisión
abierta, caída abruptamente, fue reemplazada por los canales de cable. Otra
táctica que salió mal.
La situación que comentamos giró
como una calesita en la mente de Cristina que desde las primeras horas de
anteayer repasó algunos de los temas que están en carpeta y que pese a su
dimensión estrafalaria son un reflejo aproximado de lo que se vive en el
pináculo del gobierno. Por ejemplo, se llegó a pergeñar la posibilidad de
controlar al máximo -digamos que hasta lo inadmisible- la difusión de los
resultados de las encuestas de opinión, barajándose disparates tales como la
prohibición de publicar sondeos o llevar un listado de personas entrevistadas.
Los ánimos están caldeados y más que caldeados, caídos. Por ello, todavía está
en aguas de borrajas la idea de formar una nueva agrupación sustentada en los
movimientos piqueteros, La Cámpora, las nuevas y violentas organizaciones
surgidas últimamente, y distintos grupos de izquierda que tengan una gran
capacidad comunicacional para llevar adelante una campaña dinámica y rica en
recursos con miras al año que viene.
El caso es que en la cúpula del
Frente para la Victoria o como quiera llamársele, las opiniones comienzan a
dividirse; como ya lo dijimos, hay lealtades que ahora despiertan dudas y se
acentúan las suspicacias como la que surgió de la invitación formulada por el
gobernador de Córdoba, de la Sota, a
participar a Mauricio Macri y Sergio Massa del palco oficial para
presenciar un partido de fútbol en la capital provincial. El apoyo de Luis Barrionuevo a Hugo Moyano en el compaginado cegetista es otro de los temas
concurrentes que inciden en el ánimo de Cristina
que mantiene la esperanza de estructurar a un "cristinismo" como
única arma política para el futuro. Todos son factores negativos y de dudas
para una presidente agobiada que, además, es testigo de los avances de la
justicia sobre un vicepresidente que ella misma eligió, lo que convierte al
escándalo de Ciccone Calcográfica en algo tan propio que supera al juego de
palabras que entraña esta afirmación.
Ya hay jueces que denuncian
públicamente las presiones a que son sometidos, el miedo que se instaló en la
sociedad comienza sino a romperse, sí a resquebrajarse. El 13 habrá una
concentración pública para oponerse a la reforma constitucional, el 1° de octubre
otro acto similar, hay provincias que ya aseguran el triunfo electoral para
enemigos recalcitrantes, como es el caso de Mendoza que asegura la victoria del
artífice de la famosa 125 -primera gran derrota kirchnerista- gracias a una
alianza radical-conservadora (demócrata) que convirtió a Julio Cobos en un ganador imbatible.
El escandaloso tema de Boudou (Amado) nos lleva a otro asunto -y también a Cristina- que es el de la suplencia o la sucesión. Si el ánimo
enfermo de la Presidente debe someterse a lo ordenado por los médicos,
descansar al máximo, suspender toda actividad y eventualmente partir hacia El
Calafate, será por un período largo o corto; si no lo hace, pronto aparecerá en
el horizonte político un verdadero problema institucional que no puede
disimularse. El escándalo en sí mismo, y la apertura del camino hacia la
indagatoria judicial, son factores que no podrán esquivarse y, por expresarlo
de alguna manera, diremos que de golpe los tiempos, acelerados, también se
acortan rápido. Rápido y contundentemente.
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