A
los sacerdotes, a los religiosos y demás personas consagradas y a todos los
fieles de la arquidiócesis.
Se acerca ya el inicio del Año de la fe, al que nos ha convocado el Santo Padre Benedicto XVI.
Hemos acogido con alegría y esperanza esta iniciativa providencial y desde el
momento del anuncio nos hemos venido preparando para celebrarlo como conviene.
Se nos propone redescubrir en este período el gozo de creer, valorar mejor el
don recibido y acrecentar el entusiasmo de comunicar la fe mediante su
profesión convencida y abierta y a través del testimonio de vida.
La fe es una adhesión personal a Dios, a quien nos unimos
libremente con obediencia y confianza, movidos por su gracia, por el Espíritu
Santo, que nos otorga el gusto de aceptar y creer a la verdad. Por medio de la
fe, que es la puerta de la comunión con Dios, experimentamos nuestra condición
de hijos suyos y nos encaminamos hacia la vida eterna. El Papa, en su carta de
convocatoria nos recuerda, con San Agustín, que la fe crece y se fortalece creyendo. Para que, en efecto, se
produzca ese crecimiento continuo, debemos ponernos al alcance del amor de Dios
y abandonarnos confiadamente a él.
Existe en la actualidad una tendencia errónea a considerar
la fe no como un conocimiento objetivo y cierto, sino como una emoción, un
sentimiento, una vaga aspiración religiosa. Según la Sagrada Escritura ,
en cambio, creer implica aceptar la manifestación que Dios hace de sí mismo, la
revelación que se nos brinda plenamente en Jesucristo; su objeto principal son
los misterios divinos que se resumen en el Credo,
y cuanto la Iglesia
nos propone como verdades reveladas por Dios.
El Año de la fe es
una oportunidad de renovación personal y pastoral para toda la Iglesia y para cada una de
sus comunidades, una ocasión de gracia que no podemos dejar pasar por
negligencia o por apego a la rutina. Reclama de nosotros un compromiso de más
oración, de búsqueda de una comprensión más profunda y amplia de las verdades
que creemos y de un empeño misionero lúcido y fervoroso para comunicar la
alegría de la fe. Los documentos del Concilio Vaticano II, interpretados en
continuidad con la gran tradición eclesial, y el Catecismo de la Iglesia Católica , son
instrumentos valiosos para la formación de todos los fieles. Las parroquias,
los movimientos e instituciones de apostolado, deben ofrecer instancias
sencillas y oportunas de estudio y asimilación de la verdad católica, ya que la
fe, por su propio dinamismo, busca siempre entender más y mejor. En los
distintos ámbitos de la cultura y de la vida social se advierte la falta de una
presencia más activa de los católicos que sea un testimonio público, sereno y
valiente de la fe que profesamos, un anuncio de Jesucristo, único Salvador del
hombre. Esa necesidad sólo podrá colmarse si todos los fieles se empeñan con
decisión en el conocimiento y en la vivencia de la fe.
El
sentido del Año de la fe se asocia espontáneamente a la temática que se
abordará en la XIII
Asamblea General del Sínodo de los Obispos, convocada para
este mes de octubre: La nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Los destinatarios de
la nueva evangelización son en primer lugar los bautizados que no viven la fe y
están alejados de la Iglesia ,
absorbidos en una situación cultural en la cual la referencia a Dios y a los
valores espirituales de la tradición cristiana se han atenuado
considerablemente y ya no constituyen el fundamento de la vida común. El
objetivo es despertar en ellos la conciencia de su identidad bautismal. De
hecho, la nueva evangelización se identifica con una renovación de la pastoral
ordinaria de la Iglesia
y con un más decidido impulso misionero. Señalo, a título de ejemplo, algunas
áreas pastorales que será oportuno revisar en este período, para trabajar en
ellas con mayor ahínco.
1.
La preparación de padres y
padrinos para el bautismo de los niños, su celebración, y el intento de
instrumentar el necesario seguimiento postbautismal de las familias, para
asistirlas en los primeros pasos de la educación de los niños en la fe.
2.
Una particular atención a
los niños y adolescentes que concluyen el itinerario catequístico y completan
la iniciación cristiana. Disponemos de algunos servicios arquidiocesanos que no
deben ser desaprovechados, en el orden a favorecer la inserción de aquellos en
grupos, movimientos y actividades que los ayuden a conservar la fe recibida y a
crecer en ella.
3.
Intensificar la presencia
misionera especialmente en las zonas periféricas y donde se asientan nuevas
poblaciones originadas en los flujos migratorios, como también en los barrios
más alejados de los centros parroquiales. La responsabilidad de las comunidades
parroquiales es insoslayable, y su ejercicio será signo de la vitalidad de la
propia fe.
4.
Tenemos que proponernos nuevas
iniciativas de evangelización en ambientes, sectores culturales y sociales en
los que no se brinda un fácil acceso a la presencia pastoral de la Iglesia y muchas veces se
imponen orientaciones opuestas a la fe cristiana. Con lucidez, discreción y serenidad
debemos hacer presente allí a Jesucristo y su mensaje de salvación.
5.
Los colegios católicos,
tanto los parroquiales como los congregacionales, que forman en la
arquidiócesis una vasta red, tienen que examinar, durante este tiempo de gracia
que iniciamos, cómo se realiza en ellos la transmisión de la fe a través de la
enseñanza religiosa escolar, la catequesis, las actividades de extensión y el
ambiente mismo de la comunidad educativa, para corregir lo que se vea
deficiente, completar lo que falta y potenciar lo que felizmente se está
cumpliendo con éxito.
En
vísperas de mi viaje a Roma para participar en la Asamblea Sinodal ,
quiero convocar a todos a la celebración inicial del Año de la Fe , que el Obispo Auxiliar,
Monseñor Nicolás Baisi, presidirá el sábado 13 de octubre en la Iglesia Catedral.
La marcha en procesión hacia nuestro templo mayor, que ha sido programada para
esa tarde, quiere ser un testimonio público de fe, una manera de cantar gozosos
y agradecidos: ¡creo!, ¡creemos! Estaré unido espiritualmente a todos ustedes.
Les envío un afectuoso saludo y mi bendición.
+
Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.