Por Carlos
Manuel Acuña
Tan fluida y contradictoria es la situación
política, que ayer surgieron dudas acerca de la realidad del estado de salud de
la presidente de la ex República Argentina. Tal como lo dijimos, algunos
analistas llegaron a sospechar que se trataba de versiones impulsadas desde los
aparatos de inteligencia que posee el oficialismo, a los efectos de crear una
suerte de aureola alrededor de Cristina W. Fernández con el hipotético objetivo
de generar un sentimiento de compasión sustentado en el grave problema que la
aqueja y así, obtener una simpatía en la sociedad que hoy la rechaza. La
sospecha tenía sus razones habida cuenta de la experiencia recogida a lo largo
de la actual etapa cristinista que tanto jugó psicológicamente para obtener
réditos políticos. La contradicción ha sido la norma y las mentiras reiteradas
u olvidadas según las mediciones que constantemente se hacen sobre la opinión
pública.
Sin embargo, con el correr de las horas y en
fuentes incuestionables por su seriedad y ubicación en el esquema de poder en
vigencia, se pudo comprobar que no sólo son ciertos los comentarios que
circulan sobre este importante asunto, sino que el problema es progresivo, con
un plazo preciso, mensurable y cada vez más perceptible. Ayer la Presidente
tenía previsto participar en un acto para volver a inaugurar obras públicas,
pero quienes la asisten resolvieron que era conveniente demorar su exposición
pública. Lo cierto es que la enfermedad que ayer comentamos ha modificado el
ánimo de Cristina y su comportamiento respecto de los temas que debe tratar por
su alta investidura. En pocas palabras - y es inevitable reiterar las
consecuencias - el problema posee un íntimo contenido político que a esta
altura de las circunstancias comenzó a modificar el escenario y porque no decirlo,
el devenir institucional del país.
Esto viene a ocurrir en momentos especialmente
importantes para el futuro de la actual administración que debe afrontar, entre
otras dificultades de particular incidencia, el acoso judicial de bienes
argentinos en el exterior a raíz de la deuda externa impaga, un tema que hoy se
ha convertido en un lógico motivo de inquietud. Al respecto, podemos señalar
que entre otros efectos de este escenario plagado de tensiones -el caso de la
Fragata Libertad es una demostración palpable de lo que mencionamos- es que las
obligaciones cuyo pago mensual ha sido pactado, existe el peligro de que si la
correspondiente liquidez es girada a su destino, puede ser interceptada por las
demandas de bonistas que poseen un excelente mecanismo jurídico para lograr su
embargo. Este asunto puede parecer simple y hasta ajeno al tema central de
nuestro informe, pero el hecho es que Cristina, sin profundizar o sin buscar
alternativas viables, puede cambiar bruscamente de opinión y resolver que esos
pagos se hagan únicamente en el país para evitar que queden bloqueados,
generándose así una complicación adicional para el desenvolvimiento
administrativo. Por supuesto, ésta no es la única cuestión que está en juego,
razón que convierte a la enfermedad que altera las pautas de comportamiento, en
una cuestión de Estado de difícil resolución. En la práctica, Cristina ordenó
que nada importante puede resolverse sin su intervención lo que no es nada
simple si se tiene en cuenta que sus decisiones suelen modificarse o
suspenderse de manera inesperada.
¿Que decidirán los asesores más amigos de la
Presidente? ¿Cómo se solucionarán las limitaciones que ya existen para el
ejercicio del cargo? Lo cierto es que hasta los más fieles seguidores del
kirchnerismo no atinan a dar una respuesta a lo que ya es un conflicto
inocultable. El planteo ante la opinión pública puede demorarse por un lapso
limitado, incluso extenderse por varias semanas, pero lo concreto es que ya
surgieron divisiones dentro del elenco gubernamental, habida cuenta que no son
pocos quienes observan con justificada preocupación las alternativas - las
certezas, digamos - que les ofrece el devenir. Entre ellos, tanto los jueces
prevaricadores que se destacaron y destacan en el fuero penal, como los que están
intensamente presionados por el intento oficialista de reemplazar buena parte
de la organización periodística y económica del matutino cuya mayoría pertenece
a la señora de Noble.
Específicamente, lo que podemos llamar como "el caso Clarín" o
"la obsesión de Cristina", es un hecho "portador de futuro"
y según sea su desarrollo y final, dependerá la vida política e institucional.
¿A quién recurrirá el gobierno si la suerte le resulta adversa en el terreno
jurídico...? ¿A las Fuerzas de Seguridad que, inquietas, consultan que deberían
hacer si se les imparten órdenes ilegales o simplemente discutibles, o apelará
a la organización de activistas para ocupar las plantas de la empresa?
Obviamente, el 7 de diciembre no está en juego únicamente el concepto de
propiedad o de la libertad de opinión, sino algo más profundo que a esta altura
de las circunstancias toma en cuenta a los gobernadores y a otro de los
componentes del Estado: la Suprema Corte de Justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.