Por Antonio Caponnetto
Cabeza en tierra, rota la testera,
ahogado en llanto que en vertientes baja,
veo mis pies desnudos,y se cuaja
toda mi sangre en nueva sementera.
Veo el cielo de Roma, su ladera,
que el sol cortó de luz,como navaja,
veo acechar la noche, la mortaja
sobre una roca hendida y agorera.
Morir así, Señor, me lo merezco,
sin mi playa, la barca ni los peces,
yo que tuve del mar un parentesco.
No se oye el gallo,acéptame este envío.
Te amé como quisiste las tres veces,
toma tus llaves, cuídalas, Dios mío.
Antonio Caponnetto
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