En su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo
Mejor” (América TV), en el nuevo horario de la 9.00 horas, Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, reflexionó sobre el sentido del próximo Cónclave que
elegirá un nuevo Papa, los diferentes comentarios que se están realizando sobre
el mismo, y la realidad del
sentido de este acontecimiento expresando que “el Cónclave es un momento espiritual en la
vida de la Iglesia”
Tras comentar que muchas veces “se ejercían presiones e
influencias tremendas”, recordó que, hace poco, la Secretaría de Estado “publicó un comunicado que se refiere
precisamente a la libertad de los Cardenales que, en el Cónclave, tendrán que
elegir al sucesor del Benedicto XVI”.
“En el texto se decía “si en el pasado eran las
denominadas potencias, es decir los estados, los que intentaban hacer valer sus
condicionamientos en la elección del Papa ahora se intenta poner en juego el
peso de la opinión pública, a menudo sobre la base de evaluaciones que
no reflejan el aspecto típicamente espiritual del momento que la Iglesia está
experimentando”.
El prelado platense
afirmó que “el peso de la opinión pública” se manifiesta “en los comentarios de los expertos en
cuestiones religiosas, de los datos que trasmiten los corresponsales a sus
agencias o a sus periódicos”. Y dijo que también “se nota el mismo afán en
las expresiones que circulan en las redes sociales, en las cuales se difunde
una especie de charlatanería enfermiza. Se trata de una democratización de la
cátedra, podríamos decir con Discépolo: “lo mismo un burro que un gran profesor”. Todo el mundo se
expresa y muchas veces lo hace opinando sobre personas o situaciones con una
ligereza, con una irresponsabilidad sorprendente”.
Además consideró que “parece que quisieran
influir de algún modo en la elección del Papa. Y al próximo ya se le escribe la
agenda. La opinión pública que se crea ejerce cierto tipo de presión; aunque
de hecho no pueda influir, lo intenta. Se trata de crear opinión en favor de
tal tipo o tal otro tipo de Papa; se descartan presuntos candidatos, etc. Pero como lo advertía el
comunicado de la Secretaría de Estado, no se reconoce el momento
espiritual que la Iglesia está viviendo”.
“El Cónclave es un momento
espiritual en la vida de la Iglesia” que quiere tutelar siempre la libertad de
los Cardenales mediante el secreto en sus deliberaciones para que los criterios
que se pongan en juego en la elección sean lo más objetivo posible”, precisó.
Y añadió que “en ese ejercicio de
opinión y de libertad de los Padres Cardenales también se manifiesta la
intención de Dios y la guía con la cual el Espíritu Santo conduce a la Iglesia a través
de las vicisitudes de la historia”.
Mons. Héctor Aguer aseguró: “Los que desean influir desde afuera no
lograrán nada, porque en la Capilla Sixtina se juega otra cosa, intervienen otros
factores; ese es un momento espiritual y otros parámetros los que los electores
tienen en cuenta, más allá de las elucubraciones políticas que hacen los
expertos en cuestiones religiosas que, me atrevo a señalar, a veces entienden
bastante poco del tema porque no perciben la realidad misteriosa de la Iglesia”.
“Lo decíamos hace una
semana en esta columna televisiva: ¿quién puede entender la naturaleza y la
misión de la Iglesia fuera de la fe? No se puede entender. También al Cónclave
hay que mirarlo con los ojos de la fe”.
Culminó preguntando: “¿Y que nos toca hacer a
nosotros? Y respondió que “nos toca rezar, porque esa elección no es
como una elección política cualquiera. Se hace en un clima de profunda oración
y comienza con una invocación al Espíritu Santo. Se canta el “Veni Creator” mientras los Cardenales
entran en la Capilla Sixtina. Por eso nosotros nos ponemos a tono con ese
nivel propiamente espiritual de la situación que estamos viviendo. Es una hora
importante para la vida de la Iglesia pero también llena de confianza.
Confianza en qué: en que es el Señor el Pastor Supremo de la Iglesia y que es
el Espíritu Santo quien la guía”.
Adjuntamos el texto
completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Hace muchos
años ya, leí la “Historia de los Papas”, de Ludwig von Pastor, una obra
monumental que en la edición española llega a 39 tomos, y me llamó la atención,
sobre todo en el estudio que allí se hace de la época del Renacimiento y en los
siglos XVI y XVII, cómo en los Cónclaves para elección del Sumo Pontífice se
ejercían presiones e influencias tremendas, especialmente por parte de las
potencias de entonces”.
“Los embajadores de los
Príncipes, como se los llamaba, trataban de introducirse mediante mensajes y
mensajeros en las deliberaciones, con riesgo de violar el secreto en el
Cónclave para satisfacer los propósitos también de sus mandantes. Era, sobretodo,
tradicional la disputa entre el emperador y el rey de Francia competían en
influir en la elección del Papa porque uno y otro pensaban que un Papa
favorable a su respectiva política europea podría satisfacer sus ambiciones de
hegemonía”.
“Ese problema se ha
presentado muchas veces en la historia de la Iglesia y de una manera, muy
distinta, pero también efectiva, se hace notar hoy”.
“Hace poco, el 23 de
febrero pasado, la Secretaría de Estado de la Santa Sede publicó un comunicado que se refiere precisamente
a la libertad de los Cardenales que, en el Cónclave, tendrán que elegir al
sucesor del Benedicto XVI”
“En el texto se decía “si en el pasado eran las
denominadas potencias, es decir los estados, los que intentaban hacer valer sus
condicionamientos en la elección del Papa ahora se intenta poner en juego el
peso de la opinión pública, a menudo sobre la base de evaluaciones que no
reflejan el aspecto típicamente espiritual del momento que la Iglesia está
experimentando”.
“El peso de la opinión
pública. Ustedes lo habrán notado tanto en los comentarios de los expertos en
cuestiones religiosas, de los datos que trasmiten los corresponsales a sus
agencias o a sus periódicos”.
“También se nota el mismo
afán en las expresiones que circulan en las redes sociales, en las cuales se
difunde una especie de charlatanería enfermiza. Se trata de una democratización
de la cátedra, podríamos decir con Discépolo: “lo mismo un burro que un gran profesor”. Todo el mundo se
expresa y muchas veces lo hace opinando sobre personas o situaciones con una
ligereza, con una irresponsabilidad sorprendente. Parece que quisieran influir
de algún modo en la elección del Papa. Y al próximo ya se le escribe la agenda.
La opinión pública que se crea ejerce cierto tipo de presión; aunque de hecho
no pueda influir, lo intenta. Se trata de crear opinión en favor de tal tipo o
tal otro tipo de Papa; se descartan presuntos candidatos, etc. Pero como lo
advertía el comunicado de la Secretaría de Estado, no se reconoce el momento
espiritual que la Iglesia está viviendo”.
“Es que, efectivamente,
el Cónclave es un momento espiritual en la vida de la Iglesia. La Iglesia quiere tutelar siempre la libertad de
los Cardenales mediante el secreto en sus deliberaciones para que los criterios
que se pongan en juego en la elección sean lo más objetivo posible. Y, por otra
parte, porque en ese ejercicio de opinión y de libertad de los Padres
Cardenales también se manifiesta la intención de Dios y la guía con la cual el
Espíritu Santo conduce a la Iglesia a través de las vicisitudes de la historia.
La secular regulación de los cónclaves, periódicamente ajustada, tiende
precisamente a salvaguardar la libertad de los electores y su apertura al
discernimiento de la voluntad de Dios”.
“Los que desean influir
desde afuera no lograrán nada, porque en la Capilla Sixtina se juega otra cosa, intervienen otros
factores; ese es un momento espiritual y otros parámetros los que los electores
tienen en cuenta, más allá de las elucubraciones políticas que hacen los
expertos en cuestiones religiosas que, me atrevo a señalar, a veces entienden
bastante poco del tema porque no perciben la realidad misteriosa de la Iglesia”.
“Lo decíamos hace una
semana en esta columna televisiva: ¿quién puede entender la naturaleza y la
misión de la Iglesia fuera de la fe? No se puede entender. También al Cónclave
hay que mirarlo con los ojos de la fe”.
“¿Y que nos toca hacer a
nosotros? A nosotros nos toca rezar, porque esa elección no es como una
elección política cualquiera. Se hace en un clima de profunda oración y
comienza con una invocación al Espíritu Santo. Se canta el “Veni Creator” mientras los Cardenales
entran en la Capilla Sixtina. Por eso nosotros nos ponemos a tono con ese nivel
propiamente espiritual de la situación que estamos viviendo. Es una hora
importante para la vida de la Iglesia pero también llena de confianza.
Confianza en qué: en que es el Señor el Pastor Supremo de la Iglesia y que es
el Espíritu Santo quien la guía”
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