Queridos amigos y camaradas en
Cristo: finalmente y de modo imprevisto (todo decía que la sentencia del juicio
de mi padre sería en 20 días), hace apenas 5 minutos condenaron a mi padre a
prisión perpetua por haber defendido la Patria del terrorismo marxista. Hace
cinco años que ya está detenido por esta farsa de juicios.
Se apuraron a dictar la sentencia
porque justo estaba en la provincia de San Juan un funcionario del gobierno y
querían darle la mayor publicidad posible.
¿Qué pensar a todo esto? ¿Por qué
perpetua?
Quizás sólo haya una respuesta:
Perpetua es la cárcel porque
perpetuo fue el amor que tuvo mi padre por Dios y Argentina.
Perpetua porque es perpetua la
lucha entre Dios y Satanás, entre Su linaje y el suyo.
Perpetua porque es perpetuo el
amor que Dios tiene sobre algunos hombres para que cooperen en la obra de Su
Sangre redentora.
Y la alegría es más completa
porque a uno como hijo lo abriga la esperanza de recibir algo de esa
participación divina; esa corona de gloria, si confiamos en las palabras del
Señor en la montaña: “bienaventurados los perseguidos por practicar la
justicia, porque de ellos es el reino de los Cielos”.
Les mando un gran abrazo y
enviaré vuestros saludos a mi padre y sus camaradas, también ellos condenados
como mi padre, a quienes mañana veré en la cárcel para celebrarles la Santa
Misa, ese Sacrificio perpetuo en propiciación de los pecados del mundo.
En Cristo y María Santísima
¡Y que Viva Cristo Rey!
Padre Javier P. Olivera
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