Por Emilio Nazar Kasbo
UN CUENTO
Recibí un cuento que considero útil para reflexionar sobre el mismo. Muchas veces, aquello que no entendemos puede ser mejor explicado no sólo por Filósofos, sino también por Poetas. Tal vez lo poético sea más propio de los Ritos Orientales, con sus imágenes gráficas que mueven la voluntad hacia el Bien; y ello de un modo distintivo de los Ritos Latinos, con sus razonamientos que mueven a la inteligencia hacia la Verdad; mientras que en una combinación de ambos podemos hallar la Belleza.
La deuda de la empleada doméstica
Es enero en estas localidades del Hemisferio Sur del planeta, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada; cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen deudas y viven a base de créditos.
Por fortuna, llega un millonario, forrado de dinero y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Pone un billete de 100 Euros en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones.
El conserje del hotel toma el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero. Éste toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos. Al momento éste sale corriendo para pagar lo que le debe al molino proveedor de alimentos para animales. El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la empleada doméstica a la que hace tiempo que no le paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito.
La empleada doméstica, con el billete en mano, sale para el pequeño hotel donde había alojado a unos familiares que habían perdido su casa en un incendio, contrayendo una deuda que todavía no había pagado, y le entrega el billete al dueño del hotel. En este momento baja el millonario, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, recupera su billete y se va.
Nadie ha ganado un centavo... pero ahora toda la ciudad vive sin deudas, y mira el futuro con confianza!!!
PARA LA REFLEXIÓN
Lo que deja entrever el cuento, en realidad, es la naturaleza psicológica, moral y espiritual del dinero.
Es lo mismo que sea un billete de 100 euros, una nota de cesión de un silo de trigo, o que se trate del pago con el mismo silo de trigo, o dinero electrónico (que aun es más inmaterial que todas las otras opciones).
La naturaleza del dinero como bien de cambio, es que también puede ser sustituido por cualquier otro bien o servicio.
Una parábola de Jesús
Recordemos la parábola del rico necio: no tenía una chequera ni billetes, sino su granero lleno por una gran cosecha. Es lo mismo.
Es lo mismo: los bienes de cambio, materiales o inmateriales, son bienes de cambio. Incluso el tiempo de un profesional puede ser tomado como un "bien de cambio", si es medido y valuado.
La diferencia entre la economía católica de la Doctrina Social de la Iglesia y la economía que se enseña en las Universidades (sean de izquierda o liberales) es que en estas da lo mismo, porque se basan en principios materialistas y en el pelagiano esfuerzo del hombre por conseguir dinero. En cambio, la economía católica se basa en el reconocimiento de la Providencia de Dios, en la indiferencia ante la riqueza y la pobreza en la conducta personal (siempre ofrecidas las circunstancias a Dios y con gratitud en buenos o malos momentos), y en la Parábola de los Talentos, que marca la vocación de cada persona (dada por Dios como llamado primero).
¿Liberación económica o espiritual?
La liberación económica es una consecuencia de la liberación espiritual del pecado. Y mientras ello no suceda, todas las personas andarán amargadas por un cúmulo de deudas o de problemas económicos (independientemente además de la avaricia o la envidia que pueda haber).
La economía es un tema más complejo, y esto que digo no se enseña en las Facultades, donde sólo importa la visión que tiene por exclusivo centro al hombre excluyendo a Dios por no considerarlo "científico". La economía es la recta administración (principalmente del hogar), de los bienes y recursos escasos, aunque incluso se puede hablar de una economía de la abundancia, es decir, cómo debe ser la conducta del católico cuando se goza de numerosos bienes y recursos.
¿La mujer, madre de familia, debe "rendir económicamente", en una "actividad lucrativa"? RESPUESTA: entiendo que sí pero no a tiempo completo ni en desmerecimiento del cuidado del hogar y de la familia, para que pueda tener "recursos propios" (en dinero o lo que fuese, hablo de bienes o servicios "de cambio"), de modo que pueda ejercer la Caridad propiamente.
Caridad con lo propio
No se puede ejercer la Caridad con bienes o dinero ajeno, sino sólo con lo propio. Lo ganado por el esposo, también es "dinero propio" de la esposa, pero no generado por ella. En cierto modo, hacer los regalos al esposo con los recursos obtenidos por el mismo, es como que él mismo destine dinero a hacer su propio regalo.
Claramente no se trata de feminismo, de considerar a las mujeres como "machos sin bigote", o cosas semejantes, en que la lucha materialista es el centro, para lograr dinero o poder que satisfagan ansias psicológicas personales. Se trata de que la mujer sea siempre mujer, y en ese marco forme parte desde la complementariedad con el varón de una empresa conjunta, tanto en lo espiritual como en lo material, tal como se promete en el Sacramento del Matrimonio.
Y veamos un ejemplo: los Reyes Católicos, que han tenido su empresa, en que América formó parte de la propiedad de la Corona. El elogio de la mujer fuerte del Antiguo Testamento, muestra cómo ella coordina al personal, y cómo ella participa en la generación de ingresos. Pero no es por el dinero en sí mismo, sino porque la familia es también una unidad económica con sentido trascendente hacia Dios, a quien llegamos por medio de la Salvación de Jesucristo, que nos ha explicado el Evangelio.
Ricos o pobres, en el último aliento definimos nuestro destino, hacia el infierno o la Gloria, pero si en verdad queremos buscar la Gloria no debemos dejarlo todo hasta ese último momento. Y ese es el mejor "negocio" y la mejor "ganancia" en esta vida, la de ser fieles al Amor y al llamado de Dios. Esta es la Economía Católica, y no otra.
Recibí un cuento que considero útil para reflexionar sobre el mismo. Muchas veces, aquello que no entendemos puede ser mejor explicado no sólo por Filósofos, sino también por Poetas. Tal vez lo poético sea más propio de los Ritos Orientales, con sus imágenes gráficas que mueven la voluntad hacia el Bien; y ello de un modo distintivo de los Ritos Latinos, con sus razonamientos que mueven a la inteligencia hacia la Verdad; mientras que en una combinación de ambos podemos hallar la Belleza.
Es enero en estas localidades del Hemisferio Sur del planeta, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada; cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen deudas y viven a base de créditos.
Por fortuna, llega un millonario, forrado de dinero y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Pone un billete de 100 Euros en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones.
El conserje del hotel toma el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero. Éste toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos. Al momento éste sale corriendo para pagar lo que le debe al molino proveedor de alimentos para animales. El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la empleada doméstica a la que hace tiempo que no le paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito.
La empleada doméstica, con el billete en mano, sale para el pequeño hotel donde había alojado a unos familiares que habían perdido su casa en un incendio, contrayendo una deuda que todavía no había pagado, y le entrega el billete al dueño del hotel. En este momento baja el millonario, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, recupera su billete y se va.
Nadie ha ganado un centavo... pero ahora toda la ciudad vive sin deudas, y mira el futuro con confianza!!!
Lo que deja entrever el cuento, en realidad, es la naturaleza psicológica, moral y espiritual del dinero.
Es lo mismo que sea un billete de 100 euros, una nota de cesión de un silo de trigo, o que se trate del pago con el mismo silo de trigo, o dinero electrónico (que aun es más inmaterial que todas las otras opciones).
La naturaleza del dinero como bien de cambio, es que también puede ser sustituido por cualquier otro bien o servicio.
Recordemos la parábola del rico necio: no tenía una chequera ni billetes, sino su granero lleno por una gran cosecha. Es lo mismo.
Es lo mismo: los bienes de cambio, materiales o inmateriales, son bienes de cambio. Incluso el tiempo de un profesional puede ser tomado como un "bien de cambio", si es medido y valuado.
La diferencia entre la economía católica de la Doctrina Social de la Iglesia y la economía que se enseña en las Universidades (sean de izquierda o liberales) es que en estas da lo mismo, porque se basan en principios materialistas y en el pelagiano esfuerzo del hombre por conseguir dinero. En cambio, la economía católica se basa en el reconocimiento de la Providencia de Dios, en la indiferencia ante la riqueza y la pobreza en la conducta personal (siempre ofrecidas las circunstancias a Dios y con gratitud en buenos o malos momentos), y en la Parábola de los Talentos, que marca la vocación de cada persona (dada por Dios como llamado primero).
La liberación económica es una consecuencia de la liberación espiritual del pecado. Y mientras ello no suceda, todas las personas andarán amargadas por un cúmulo de deudas o de problemas económicos (independientemente además de la avaricia o la envidia que pueda haber).
La economía es un tema más complejo, y esto que digo no se enseña en las Facultades, donde sólo importa la visión que tiene por exclusivo centro al hombre excluyendo a Dios por no considerarlo "científico". La economía es la recta administración (principalmente del hogar), de los bienes y recursos escasos, aunque incluso se puede hablar de una economía de la abundancia, es decir, cómo debe ser la conducta del católico cuando se goza de numerosos bienes y recursos.
¿La mujer, madre de familia, debe "rendir económicamente", en una "actividad lucrativa"? RESPUESTA: entiendo que sí pero no a tiempo completo ni en desmerecimiento del cuidado del hogar y de la familia, para que pueda tener "recursos propios" (en dinero o lo que fuese, hablo de bienes o servicios "de cambio"), de modo que pueda ejercer la Caridad propiamente.
No se puede ejercer la Caridad con bienes o dinero ajeno, sino sólo con lo propio. Lo ganado por el esposo, también es "dinero propio" de la esposa, pero no generado por ella. En cierto modo, hacer los regalos al esposo con los recursos obtenidos por el mismo, es como que él mismo destine dinero a hacer su propio regalo.
Claramente no se trata de feminismo, de considerar a las mujeres como "machos sin bigote", o cosas semejantes, en que la lucha materialista es el centro, para lograr dinero o poder que satisfagan ansias psicológicas personales. Se trata de que la mujer sea siempre mujer, y en ese marco forme parte desde la complementariedad con el varón de una empresa conjunta, tanto en lo espiritual como en lo material, tal como se promete en el Sacramento del Matrimonio.
Y veamos un ejemplo: los Reyes Católicos, que han tenido su empresa, en que América formó parte de la propiedad de la Corona. El elogio de la mujer fuerte del Antiguo Testamento, muestra cómo ella coordina al personal, y cómo ella participa en la generación de ingresos. Pero no es por el dinero en sí mismo, sino porque la familia es también una unidad económica con sentido trascendente hacia Dios, a quien llegamos por medio de la Salvación de Jesucristo, que nos ha explicado el Evangelio.
Ricos o pobres, en el último aliento definimos nuestro destino, hacia el infierno o la Gloria, pero si en verdad queremos buscar la Gloria no debemos dejarlo todo hasta ese último momento. Y ese es el mejor "negocio" y la mejor "ganancia" en esta vida, la de ser fieles al Amor y al llamado de Dios. Esta es la Economía Católica, y no otra.
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