JESÚS CAE POR CUARTA VEZ
La tarde huele a sangre y a gemido,
arriba espera el monte abovedado,
más hondo que la huella del arado,
más seco que el ahogo de un latido.
Ya estaba terminado el recorrido,
pronto estaría todo consumado
pero advertiste el rostro de un pecado
venidero y final como un crujido.
La Nave quiebra un mástil, se te aparta,
¡Navega hacia alta mar!, le gritas mudo
y caíste la vez número cuarta.
Mañana sonarán repiqueteos
pero hoy, tu viernes desolado y rudo,
Aquí estamos, Señor, tus cireneos.
Antonio Caponnetto
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