lunes, 13 de julio de 2009

LA ARGENTINA Y SU PROBLEMA DE CONCORDIA

Reflexión de Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,

en el programa televisivo “Claves para un Mundo Mejor”
que se emite los sábados a las 16 por Canal 9
12
de julio de 2003


El sábado pasado les hable sobre un aspecto insólito de la independencia: la base biológica de la Nación, la necesidad de que la Argentina sea un país más poblado. Hoy quiero referirme a otro aspecto que tiene que ver con nuestra identidad nacional y con nuestras posibilidades mirando hacia el futuro de la Patria que es la concordia.

¿Qué es la concordia? La concordia supone un cierto acuerdo de los ánimos, es uno de los aspectos si se quiere elementales de la paz y la paz es la aspiración de toda sociedad que quiere sobrevivir y sobrevivir bien. Esto es crecer, progresar.

La Argentina es un país que siempre ha tenido problemas en cuanto a la concordia. He leído recientemente libros que hacen un balance tremendo de lo que ha sido nuestra breve historia. La Historia Argentina es relativamente breve y también muy sangrienta, muy violenta. La violencia perdura, a lo mejor sin sangre, pero rompiendo la concordia imprescindible de los ánimos para salir adelante en una situación de crisis, en una situación difícil como la que hemos atravesado últimamente.

Esa concordia no quiere decir que todos estemos de acuerdo en todo, quiere decir que haya si un afecto de sociedad por el cual podamos convivir, colaborar, tolerarnos recíprocamente y también saber perdonarnos. Si estamos siempre mirando el pasado, si estamos siempre hurgando el pasado, es muy difícil que se establezca la paz. Hay una frase bíblica muy linda tomada del libro de Isaías que dice que la paz es obra de la justicia, pero de la Justicia verdadera

Los reclamos de justicia que se oyen en nuestra sociedad, suenan más bien como clamores de venganza. Hay mucho resentimiento todavía, hay rabias ideológicas y odio todavía en las entrañas de la sociedad argentina. Tenemos necesidad de liberarnos de eso, de dar una definitiva vuelta a hojas de nuestro pasado y mirar el presente pero avizorando el futuro. Debemos trabajar seriamente para ir elaborando esa concordia, sin la cual la Argentina no podrá marchar adelante y todos tenemos que colaborar con esto. Cómo hacer para vivir de una manera más calma, más serena, para afrontar con ese ánimo más calmo y más sereno nuestras diferencias, nuestras dificultades, nuestras contradicciones.

Creo que tenemos que proponernos esto como una pauta fundamental de convivencia. Si no comenzamos por aquí no podremos asegurar por mucho tiempo una paz verdadera. Y esa tiene que ser la meta de toda sociedad digna de ese nombre, de una sociedad que quiere ser una auténtica comunidad.

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