Cooperación y subsidiariedad son las respuestas que la Iglesia indica a las naciones del mundo para enfrentar y resolver el problema de la inseguridad alimenticia.
Es el camino propuesto por Benedicto XVI que asistió el lunes 16 de noviembre de 2009 a la FAO, en Roma y tomó la palabra en el vértice mundial de la Organización.
Crece el número de los que sufren hambre y sin embargo, en el mundo no existen respuestas para nutrir adecuadamente a todos sus habitantes.
Los países pobres, aunque están integrados dentro de la economía mundial, son más vulnerables.
Reconocer el valor trascendente de cada hombre y mujer es el primer paso para favorecer la conversión del corazón que puede sostener el esfuerzo para erradicar la miseria, el hambre y la pobreza en todas sus formas.
Concretamente, el Papa indicó los caminos de la solidaridad y la subsidiariedad entre las naciones, observó que es necesario un desarrollo agrícola respetuoso con el ambiente, de sus necesidades y de las esperanzas de las comunidades locales, en un contexto económico y financiero mundial inspirado en la lógica del desarrollo y no en el provecho como valor absoluto.
Benedicto XVI condenó la especulación y la tendencia a considerar los elementos de base, como cereales, del mismo modo que el resto de las mercancías.
El mensaje del Papa fue que el hambre puede combatirse.
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