domingo, 13 de diciembre de 2009

¿LA IGLESIA CATOLICA DIVIDIDA ENTRE PROGRESISTAS Y CONSERVADORES?

Por Emilio Nazar Kasbo

Vamos a ingresar al análisis de los miembros de la Iglesia Católica, compuesta por los laicos y la Jerarquía Eclesiástica, según la óptica de los Medios de Comunicación acompañados por no pocos laicos, sacerdotes e incluso Obispos.
Sólo que la cuestión que se aborda exige que iniciada la lectura del artículo llegue el lector al final del mismo, pues de lo contrario podrá interpretar algo erróneo.

EL MÉTODO HISTÓRICO.
En el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica se adaptó al tiempo moderno, dejando atrás la visión "conservadora" para abrirse al mundo. La visión "conservadora" implicaba una mentalidad de "sacrificio", pero en cambio desde el Concilio Vaticano II el mundo se revaloriza, y el hombre puede ser uno más junto con todo el resto de los seres humanos sin importar sus religiones.
Efectivamente entonces, la Iglesia Católica ha evolucionado y se ha adaptado al tiempo moderno.
Por eso, la Iglesia Católica debe ser analizada desde el método histórico, en el cual se llega a la doctrina de las necesidades o indigencias (dei bisogni, le dicen en italiano).
Son las indigencias o necesidades las que impulsan a la evolución en la Iglesia, a lo cual llamamos "doctrina de la evolución". Así, el mensaje de Jesucristo evoluciona en el tiempo, adecuándose a los tiempos.

EL TIEMPO ACTUAL
La adecuación del mensaje de Jesucristo al tiempo en que se vive, implica de por sí esa evolución, e implica dar un mensaje nuevo porque las condiciones del tiempo actual no son las de hace dos mil años. De ahí que el contenido varía, así como el modo de su transmisión, que es maleable según el tiempo.
Jesucristo se puede transmitir de un modo "distinto", de un modo "moderno" y "actual", lejos de la pacatería "conservadora", que son "formalistas" y cuasi farisaicos.
Es más, hasta la prédica de los Mandamientos puede variar, incluso la forma de los Sacramentos, pero siempre según el tiempo en que se vive. Y en esto mismo consiste la Tradición de la Iglesia, y el respeto al Magisterio que evoluciona.
Son las fuerzas o necesidades las que impulsan a la evolución, y son sus únicos motores.
Tal evolución proviene del encuentro opuesto de dos fuerzas, de las que una estimula el progreso, mientras la otra pugna por la conservación.

LOS CONSERVADORES
Existe una nociva fuerza conservadora que resiste en la Iglesia al progreso, y se contiene en la Tradición y la autoridad religiosa, particularmente la del Papa.
Los "conservadores" estiman que es su "obligación" el defender la Tradición como autoridad, cuando en realidad están estancando a la Iglesia.
Esta fuerza "conservadora" se encuentran fuera de las contingencias de la vida, de los avatares de la realidad, ajena a lo cotidiano, y por eso poco o ningún estímulo siente como necesidad para conducirse al progreso.



EL PROGRESO
Hay una fuerza que impulsa al progreso, y que está oculta en las conciencias de los individuos.
Esta fuerza responde a necesidades interiores, y especialmente se agita sobre todo en las conciencias de los particulares. De entre ellos, hay quienes están en contacto más particular e íntimo con la vida.
Son los laicos los elementos del progreso, insertos en la vida mundana, e incluso en lo mundano, sujetos a mayores tentaciones que quienes tienen una vida consagrada. Desde allí surgen las fuentes del progreso: del movimiento del mundo al ámbito espiritual.
Esta fuerza del progreso obra sobre la conciencia colectiva, ejerciendo su influencia sobre las autoridades de la Iglesia, y a pesar de ser éstas conservadoras, las obliga a someterse a tal fuerza y a pactar con las conciencias privadas.

SANCIONES "CONSERVADORAS"
¿Por qué la Jerarquía sigue conservando los anatemas, las prohibiciones, la denuncia de herejías? ¿qué sentido tiene todo esto en un mundo donde ya no hay tabúes, donde hay plena libertad, donde el que quiere cree, y donde el que no quiere no cree? ¿Tiene sentido todo eso en el mundo de hoy? ¿No es anacrónica semejante represión?
Porque las conciencias privadas que generan el progreso de la Iglesia en sus contenidos y sus formas, tienen el deber de conciencia de expresarse. No hay responsabilidad cuando se obra en virtud de una fuerza, y tal fuerza es la que hace progresar a la Iglesia, y por tanto no puede ser reprimida ni castigada o prohibida.
¿Se entiende más o menos lo que vamos diciendo en el análisis de la Iglesia, la Jerarquía y los laicos, la fuerza progresista y la conservadora? ¿Estamos de acuerdo hasta aquí?

LA AUTORIDAD
Son las conciencias particulares las que mejor comprenden las necesidades de las otras conciencias que viven en el mundo, porque la penetran y conocen más íntimamente que la autoridad eclesiástica, que no llega a comprenderlas.
Reúnen tales personas en sí mismas aquellas necesidades, y por eso tienen la obligación de hablar y escribir públicamente, de difundir sus ideas, de elaborar su propia teología que hace progresar a la Iglesia.
La autoridad, ya sea un obispo "conservador" o el mismo Papa, puede castigarlos. Pero ellos de todos modos tienen el deber de expresarse, y por íntima experiencia saben que se les debe alabanzas, y no reprensiones. Sobre todo, las alabanzas provienen de los medios de comunicación no católicos, porque reconocen el valor de sus palabras y del sentido que imprimen a la Iglesia, en contra de los "conservadores" que se estancan y estancan a la Iglesia.

LA LUCHA
El progreso no se logra sin luchas, y no hay luchas sin víctimas. La persecución es siempre de los "conservadores", y las víctimas siempre son las "conciencias libres" que además son por propia definición inspiradas por el Espíritu Santo. Los laicos, en sus experiencias y sus dichos, no son más que el reflejo de las inspiraciones del Espíritu Santo.
Los profetas y Jesucristo fueron víctimas, fueron perseguidos, y por eso quienes reflejen las inspiraciones del Espíritu Santo y hagan progresar a la Iglesia deben estar prevenidos contra la autoridad e incluso desobedecerla. Es claro que la autoridad cumple con su deber, pero los inspirados, las "coneiciencias libres" no son suficientemente oídas.
El resultado es que el progreso se retrasa, tanto de la Iglesia como de las almas. Pero siempre llega la hora de destruir tales demoras, porque las leyes de la evolución se pueden refrenar, pero no se pueden aniquilar.
Por eso, aunque la autoridad reprenda y condene, es un deber asumir con humildad la reprensión y la condena, aceptarla, pero de ninguna manera dejar de "predicar" de alguna manera las propias inspiraciones del Espíritu Santo.
¿Se ve entonces cómo progresa la Iglesia y cómo se adapta la Liturgia, el Dogma y el Magisterio a los tiempos en que se vive, adaptándose al tiempo actual que toque vivir?

LA HEREJÍA
Hasta aquí la herejía. No voy a continuar, porque es demasiado. Quien halla llegado a esta altura asintiendo cada cosa que he redactado, no tiene más que considerarse fuera de la Iglesia Católica, un hereje cismático metido en las filas de la Iglesia. Más le vale arrepentirse, confesarse y reparar su grave pecado contra la Iglesia y contra el Espíritu Santo, pues ha pretendido ver al Espíritu Santo donde no está, o peor aun, en quienes buscan la destrucción de la Iglesia e incluso la de su propia alma, denigrándola.
Lamento informar que cada párrafo es una paráfrasis de la Encíclica Pascendi de San Pío X en que se condenaba al modernismo (condena que por supuesto es vigente, y que fue ratificada por el Concilio Vaticano II al afirmar que no existe cambio alguno del Dogma ni del Magisterio, ni se establece una Iglesia "nueva" desvinculada de la Tradición.
La soberbia está en la base de tal pensamiento herético, y jamás aceptará reprensión alguna. Un sacerdote que sostuviera tales postulados, pronto acabará "colgando la sotana", viendo su vocación como una "carga", y será presa del Demonio Meridiano. No es este artículo el que condena, es el Magisterio. ¿Quieres ser católico aun? Atente al Magisterio, sigue a Jesucristo.

CONCLUSION
Todo el texto inicial, como ya he referido, no es más que una paráfrasis de la condena hecha por San Pío X al Modernismo.
A continuación, dejo el link de la página del Vaticano donde se encuentra el texto íntegro de tal Encíclica, y luego publicaré el texto base de la paráfrasis.
Podrá contemplar el lector que hay católicos que sostienen hoy las mismas herejías condenadas en el Siglo XIX, con pavura. Y también cómo ha sido un profeta San Pío X al detallar las consecuencias de cada actitud herética. La Encíclica no es opinable: o se la acata o se traiciona a Jesucristo y a su Iglesia.
Lee con detenimiento y humildad la Encíclica, analiza qué es lo que está dentro y qué está fuera de la Iglesia. Conviértete y cree. Y trata de reparar el daño de haber difundido herejías.
La página:
http://www.vatican.va/holy_father/pius_x/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis_sp.html



EL TEXTO PARAFRASEADO
A continuación, el texto original tomado de la Encíclica Pascendi de la web del Vaticano:
Aquí, empero, antes de seguir adelante, queremos que se advierta bien esta doctrina de las necesidades o indigencias (o sea, en lenguaje vulgar, dei bisogni, como ellos la llaman más expresivamente), pues ella es como la base y fundamento no sólo de cuanto ya hemos visto, sino también del famoso método que ellos denominan histórico.

26. Insistiendo aún en la doctrina de la evolución, debe además advertirse que, si bien las indigencias o necesidades impulsan a la evolución, si la evolución fuese regulada no más que por ellas, traspasando fácilmenté los fines de la tradición y arrancada, por lo tanto, de su primitivo principio vital, se encaminará más bien a la ruina que al progreso. Por lo que, ahondando más en la mente de los modernistas, diremos que la evolución proviene del encuentro opuesto de dos fuerzas, de las que una estimula el progreso mientras la otra pugna por la conservación.

La fuerza conservadora reside vigorosa en la Iglesia y se contiene en la tradición. Represéntala la autoridad religiosa, y eso tanto por derecho, pues es propio de la autoridad defender la tradición, como de hecho, puesto que, al hallarse fuera de las contingencias de la vida, pocos o ningún estímulo siente que la induzcan al progeso. Al contrario, en las conciencias de los individuos se oculta y se agita una fuerza que impulsa al progreso, que responde a interiores necesidades y que se oculta y se agita sobre todo en las conciencias de los particulares, especialmente de aquellos que están, como dicen, en contacto más particular e íntimo con la vida. Observad aquí, venerables hermanos, cómo yergue su cabeza aquella doctrina tan perniciosa que furtivamente introduce en la Iglesia a los laicos como elementos de progreso.

Ahora bien: de una especie de mutuo convenio y pacto entre la fuerza conservadora y la progresista, esto es, entre la autoridad y la conciencia de los particulares, nacen el progreso y los cambios. Pues las conciencias privadas, o por lo menos algunas de ellas, obran sobre la conciencia colectiva; ésta, a su vez, sobre las autoridades, obligándolas a pactar y someterse a lo ya pactado.

Fácil es ahora comprender por qué los modernistas se admiran tanto cuando comprenden que se les reprende o castiga. Lo que se les achaca como culpa, lo tienen ellos como un deber de conciencia.

Nadie mejor que ellos comprende las necesidades de las conciencias, pues la penetran más íntimamente que la autoridad eclesiástica. En cierto modo, reúnen en sí mismos aquellas necesidades, y por eso se sienten obligados a hablar y escribir públicamente. Castíguelos, si gusta, la autoridad; ellos se apoyan en la conciencia del deber, y por íntima experiencia saben que se les debe alabanzas y no reprensiones. Ya se les alcanza que ni el progreso se hace sin luchas ni hay luchas sin víctimas: sean ellos, pues, las víctimas, a ejemplo de los profetas y Cristo. Ni porque se les trate mal odian a la autoridad; confiesan voluntariamente que ella cumple su deber. Sólo se quejan de que no se les oiga, porque así se retrasa el «progreso» de las almas; llegará, no obstante, la hora de destruir esas tardanzas, pues las leyes de la evolución pueden refrenarse, pero no del todo aniquilarse. Continúan ellos por el camino emprendido; lo continúan, aun después de reprendidos y condenados, encubriendo su increíble audacia con la máscara de una aparente humildad.

1 comentario:

  1. Hola Mi nombre es Víctor Chocobar. Muy bueno el desarrollo sobre la "cloaca del progresismo" como lo había llamado una gran sacerdote de nuestros tiempos. Al principio decía dentro mio:"este tipo está mal de la cabeza" y con eltitulado de "La heregía" me dicuenta que no. Me causó muchas gracia encontrarme con ese final, muy cierto, dicho sea de paso.

    Mis oraciones con vos.

    En Cristo y María Santísima.

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