Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, en su reflexión televisiva en “Claves para un Mundo Mejor” (AMÉRICA TV), consideró que no se debe perder el sentido católico de la Navidad en que Dios nació como hombre, del Año Nuevo que se cuenta desde la presentación de Jesús en el Templo que abre paso a la Era Cristiana dividiendo en dos la Historia, y del día de Reyes, cuando Jesús recibió ofrendas de adoración. Asimismo, respecto de fin de año, se refirió al pasado y a la expectativa para el próximo año, en que se debe asumir el compromiso de mejorar desde las posibilidades de cada persona.
Por eso “en una Argentina afectada por una profunda decadencia en todos los órdenes y en que se ve tanta gente que sufre injustamente, es necesario que nos comprometamos a hacer lo que esté de nuestra parte para que esta pueda ser una patria más justa y más fraterna y para que todos los que viven en este suelo puedan gozar de esa dignidad que corresponde a quienes son imágenes y semejanza de Dios y, más aún, hijos suyos”.
Precisó que ahora “enfocamos el fin de año” recordando que “hablamos de Año Nuevo porque nos referimos al nacimiento de Cristo como el inicio de la cuenta de los siglos, de esta era que por eso se llama “cristiana”, aunque “pareciera que la costumbre de festejar el fin de año y brindar a las doce de la noche, entre el 31 de diciembre y el 1º de enero, es algo completamente pagano. No se recuerda, en efecto, que la referencia al cambio de año tiene que ver con el cristianismo”.
“El tiempo de Navidad se prolonga hasta la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero (que, desgraciadamente ha perdido su carácter de fiesta de precepto y ya no es feriado en la Argentina) y termina con el recuerdo del Bautismo del Señor”.
Culminó pidiendo "vivir de acuerdo al gran regalo propio de la Navidad: el hijo de Dios que se hizo hombre para que el hombre sea hijo de Dios y comprometer nuestra posibilidad de hacer algo en este año que se va a iniciar como para que todos puedan alcanzar esa dignidad que corresponde a los hijos de Dios”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Acabamos de celebrar la Navidad, pero tengo la impresión de que los ecos de esta fiesta cristiana no duran demasiado, porque ahora ya se precipita el fin de año e incluso la misma Navidad queda como absorbida en un genérico que se llama “las fiestas”.
“Son muchos los que, en los días previos a la Navidad se saludan “por las fiestas” ignorando el sentido preciso de la fiesta cristiana”.
“Ahora enfocamos el fin de año y el año nuevo y me pregunto: ¿tiene un significado religioso festejar el paso de un año a otro? La mayor parte de la gente no recuerda, con ocasión de ese festejo, que, en realidad, nosotros hablamos de Año Nuevo porque nos referimos al nacimiento de Cristo como el inicio de la cuenta de los siglos, de esta era que por eso se llama “cristiana”.
“Pareciera que la costumbre de festejar el fin de año y brindar a las doce de la noche, entre el 31 de diciembre y el 1º de enero, es algo completamente pagano. No se recuerda, en efecto, que la referencia al cambio de año tiene que ver con el cristianismo”.
“Desde el punto de vista litúrgico estamos en pleno tiempo de Navidad, que incluye la fiesta del 1º de enero, una fiesta antiquísima en honor de la Madre de Dios. Cada 1º de enero celebramos a Santa María Madre de Dios, con ese título que nos recuerda el papel central de la Virgen en el misterio de la encarnación. Es decir, que Dios ha enviado a su hijo nacido de mujer, como enseña San Pablo; la virginidad maternal de María, su maternidad virginal, es el signo de que el fruto del seno de María es personalmente Dios, es el Hijo de Dios que se ha hecho hombre y que ha nacido para nuestra salvación”.
“Luego, el tiempo de Navidad se prolonga hasta la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero (que, desgraciadamente ha perdido su carácter de fiesta de precepto y ya no es feriado en la Argentina) y termina con el recuerdo del Bautismo del Señor”.
“Volviendo al paso del viejo al nuevo año: ¿cómo se puede, de algún modo, cristianizar ese festejo? Tendríamos que recordar qué significa el paso del tiempo en nuestra vida y, en esa ocasión, mirar un poco hacia atrás y advertir que hemos vivido un año más, un año en el cual podemos computar algunos acontecimientos faustos y otros infaustos, un tiempo en el cual nos ha ido bien en una serie de cosas y en otras no nos ha ido tan bien”.
“Si miramos el panorama general de la Argentina ¡vaya si tenemos una larga lista de cosas de que quejarnos! Pero: ¿no es verdad que, después de todo, debemos dar gracias a Dios por haber vivido este año y debemos enfrentar con un sentimiento de esperanza y de gratitud el inicio de un año nuevo?”.
“La Iglesia solía –y suele aún en muchas partes-, con ocasión del fin de año rezar el Te Deum que es un antiquísimo himno que viene de principios del siglo VI y es una gran alabanza a Dios. La alabanza es acción de gracias. Alabar a Dios es darle gracias por sus beneficios. El Te Deum es una alabanza dirigida a la Santísima Trinidad , con un amplio desarrollo sobre la obra salvadora de Cristo, y luego una súplica pidiéndole sobre todo el bien espiritual, el bien sobrenatural, que el Señor nos ayude a no caer en el pecado, que nos ayude a serle fiel, a interpretar y a cumplir su voluntad”.
“Me parece que es esta una buena oración para el fin de año y para el comienzo del año nuevo: dar gracias a Dios y suplicarle”.
“En el fondo la vida del cristiano tiene que tener ese fundamento, ese sustrato espiritual, un sentimiento de profunda gratitud por el tiempo que pasa, por el tiempo que el Señor nos concede para encaminarnos a Él, para orientar correctamente nuestra vida y, al mismo tiempo, de súplica para pedirle que nos ayude a vivir de acuerdo a lo que Él nos enseñó. Esto es, concretamente, a vivir de acuerdo al gran regalo propio de la Navidad: el hijo de Dios que se hizo hombre para que el hombre sea hijo de Dios y comprometer nuestra posibilidad de hacer algo en este año qu3e se va a iniciar como para que todos puedan alcanzar esa dignidad que corresponde a los hijos de Dios”.
“En una Argentina afectada por una profunda decadencia en todos los órdenes y en que se ve tanta gente que sufre injustamente, es necesario que nos comprometamos a hacer lo que esté de nuestra parte para que esta pueda ser una Patria más justa y más fraterna, y para que todos los que viven en este suelo puedan gozar de esa dignidad que corresponde a quienes son imágenes y semejanza de Dios y, más aún, hijos suyos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.