Un día San Pedro tenía unos trámites que hacer, y le dejó el encargo a un ángel algo viejito para que definiera quién va al Cielo y quién al infierno.
El angelito le dijo que era muy difícil, que él no sabía cómo hacer.
-Mirá -le dijo San Pedro- vamos a simplificar las cosas por esta vez. Ponemos sobre la mesa una Biblia y un fajo de dólares. Cuando alguien elige la Biblia, va al Cielo, y cuando elige el dinero se va al infierno. Además, te dejo mi número de teléfono celular por cualquier duda o emergencia que tengas.
Al rato, el angelito lo llama al celular, desesperado:
- ¡San Pedro! ¡San Pedro! ¡No sé qué hacer! ¡Acá tengo un problema!
-¿Qué pasa? -le dijo el primer Papa.
- Vino uno que tomó la Biblia, la hojeó y la leyó, y la guardó en el bolsillo. Y después tomó los billetes, los contó, y se los puso en el otro bolsillo. ¡Se lleva la Biblia y los billetes! ¿Qué hago?
San Pedro le pregunta:
- ¿Cómo se llama esa persona?
- Antonio Varsparian
- ¡ Pero claro! ¡Dejalo pasar al Cielo! ¡Es armenio!
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