El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X
CCXXIII - Número (223)
22 de octubre 2011
Acerca de la lectura (CE 221)
sobre cómo la música de Brahms es
una prueba de una cierta grandeza de alma, un joven lector brasileño pregunta
si la mecha humeante en él no estaba ardiendo mejor que en el caso de una tibia
mecha católica (cf. Mt. XII, 20). El contraste está diseñado para resaltar las
virtudes de los paganos y poner en duda la virtud de "caliente y
perezoso" en los católicos. Por supuesto la virtud en los paganos es
laudable y la tibieza católica es culpable, pero hay un problema mayor detrás:
¿cuán importante es ser un católico creyente? ¿Qué importancia tiene la virtud
de la fe? La respuesta debe seguir siendo que es tan importante como larga es
la eternidad.
Que la fe es una virtud de valor
supremo es evidente en los Evangelios. ¿Cuántas veces nuestro Señor, después de
realizar un milagro de curación física o espiritual, dijo a la persona afectada
que es su fe la que se obtiene a ellos el milagro, por ejemplo, a María Magdalena? (Lc. VII, 50). Aún la Escritura deja igual de claro que
esta meritoria fe es algo más profundo que sólo un conocimiento explícito de la
religión. Por ejemplo, los centuriones romanos pueden haber conocido poco o
nada de la verdadera religión en su día, el Antiguo Testamento, sin embargo, de
uno de ellos el Señor dice que no ha encontrado una fe tan grande en Israel
(Mt. VIII,10), otro de ellos lo reconoce como el Hijo de Dios el crucificado Jesús, de quien los expertos en la
religión no habían hecho más que mofarse (Mt. XXVII, 41), mientras que un
tercero, Cornelius, ilumina el
camino de todos los gentiles, que entrarán en la verdadera Iglesia (Hechos, X ,
XI). ¿Qué tuvieron estos centuriones paganos que los sacerdotes, los escribas y
los ancianos no tuvieron, o habían dejado de tener?
Desde el principio hasta el final
de la vida de todos los hombres en este mundo, los paganos y los no-paganos por
igual, constantemente se enfrentan con una variedad de cosas buenas, ya que
todo viene en última instancia de Dios, y de cosas malas, provenientes de la
maldad de los hombres. Pero Dios mismo es invisible, mientras que hombres
perversos son todos muy visibles, por lo que es muy fácil no creer en la bondad
o incluso la existencia de Dios. Sin embargo, los hombres de buen corazón creen
en la bondad de la vida, mientras que descartan relativamente, pero no
absolutamente, el mal, mientras que los hombres malos de corazón descartan lo
bueno que hay a su alrededor. Ahora bien, tampoco pueden tener ningún
conocimiento explícito de la religión sino los hombres de buen corazón, mientras
que hombres como los centuriones, se darán cuenta tan pronto como se cruce en
su camino lo que es de mal corazón que lo deben despreciar, en mayor o en menor
medida. Así, el inocente Andrés y Juan creyeron de inmediato en el Mesías
(Jn. I, 37-40), mientras que al letrado Gamaliel
le llevó mucho más tiempo convencerse (Hechos V, 34-39). Digamos entonces que
en el corazón del conocimiento explícito de la virtud de la fe radica una
confianza implícita en la bondad de la vida, y en cualquier Ser que se encuentre
tras ella, una confianza que puede ser desvirtuada por la falsa doctrina o
agitada por ejemplo, por el escándalo.
Si volvemos al caso de Brahms, la pregunta es, ¿tenía por lo
menos esta confianza implícita en la bondad de la vida, y en el Ser detrás de ella?
Seguramente la respuesta es no, porque él pasó toda la segunda mitad de su vida
en lo que entonces era la ciudad capital de la música, la católica Viena. Allí,
la belleza de su música debió conducir a numerosos amigos e incluso sacerdotes
para instar a la realización explícita de la belleza en la profesión y en la
práctica de la religión de Viena, pero todos estos recursos él debió haberlos
rechazado. Por lo tanto, parece muy probable que él no salvará su alma... Dios
lo sabe.
No obstante, agradecemos a Dios
por su música. Como San Agustín dijo
maravillosamente: "Toda verdad pertenece a nosotros los católicos."
¡Del mismo modo toda la belleza, aunque sea creada por los paganos!
Kyrie eleison
NOTA: Traducción de Diario Pregón de La Plata
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