Por José Luis Milia
Triste destino éste, el de las
Provincias Unidas del Sur. Hoy en ellas todo se reduce a eliminar u obligar a
olvidar aquellas cosas que nos dieron una identidad, esa suma de lealtades,
sacrificios y dolores que al igual que un martillo y un cincel van
modelando el carácter de una Nación. Los
ejemplos de esta malevolencia sobran, más aún, pareciera que se tratara de una
competencia para ver quien derriba más banderas, para ver quién de ellos se
lleva la cucarda que le permita avizorar un día solo las ruinas de esta Nación.
Días atrás, un concejal de salta
elevó, acompañado por sus “pares”, un proyecto para obligar al Ejército
Argentino a destruir el monumento a los Bravos de Manchalá, ¿Por qué este rapto
de iconoclastia?, ¿Por qué querer olvidar un combate donde se jugaba nuestro
destino como Nación? En el autor del proyecto era una cuestión de ideología-
¿Cómo aceptar que el Ejército Argentino cumpliendo el mandato de un gobierno
Constitucional había combatido, y vencido, a una guerrilla apátrida- y en los
que lo acompañaban solo ignorancia.
Tiene la ciudad de Salta cientos
de problemas irresueltos, pero un concejal entiende que esos problemas son
menos importantes que destruir un monumento y que como consecuencia de esto es
mejor relegar al olvido a once salteños que combatieron a pura bravura.
No nos confundamos no es- el
concejal de marras- un irresponsable, es alguien que ha entendido muy bien la
lección, que si la presidente de la República puede desairar al Regimiento de
Granaderos a Caballo en el Bicentenario de su creación, por que razón no puede
él, so pretexto de ideologías encontradas, humillar a once salteños que
combatieron bajo la Bandera Nacional.
Ejemplos como estos, el de la
presidente y el del concejal, se suceden todos los días. Hay que- para la salud
de un modelo político, cuya política manifiesta es el odio y la desunión- tirar
abajo cuantos héroes sean posibles, más si llevan uniforme, Sean estos los
generales San Martín y Belgrano, sean estos los once humildes colimbas de
Salta.
Y mientras esta caza sigue, vemos
que día a día se acumulan muertos. Muertos que no llegan a mojar con su sangre
o los deudos con sus lágrimas las alfombras de la señora. Desde los solitarios
y cotidianos muertos por la inseguridad, hasta los chicos marginales, que
marginados del modelo, terminan su vida desnutridos antes de los dos años.
Desde los apagados por el subsidiado libertinaje de la droga hasta aquellos que
la desidia, el robo y la irresponsabilidad terminó con su vida en la masacre de
Once.
Apasionados del odio- sean concejales,
legisladores o la propia presidente- no saben que hubo demasiada enjundia y que
por ello hay demasiada herencia de quienes, llamados por el deber, combatieron
por estas Provincias Unidas del Sur, desde la Reconquista a Maipú, desde Río
Bamba a Ituzaingó, desde Obligado a Manchalá desde Curupaytí a La Tablada,
desde El Juncal a Monte Longdon o el estrecho de San Carlos como para que a su
resentida tarea la corone el éxito. Preocupados por derribar héroes solo siguen
abriendo- sepultureros vocacionales en su ineptitud perversa- nuevas tumbas en
la República.
JOSE LUIS MILIA
Josemilia_686@hotmail.com
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